James rió por lo bajo y negó.
-"Josephine Crawford tiene las mejores tetas que jamás he visto"-Se inclinó hacia atrás, riendo excesivamente. Solo. Josy lo miró.-Oh vamos, era una...era una broma Josy, yo...-Siguió riendo.
-No me gusta que uses ese...
-...vocabulario contigo, lo sé. Pero que va, es una broma.-Se recostó entre el verde y se hundió en el crick crick de los grillos. Cerró los ojos y aspiró el olor a naturaleza.
-Jamás había venido aquí antes, es lindo. ¿Cierto?
-Meh, preferiría estar en Brasil perseguido por negras abanicándome.
-He estado en Brasil. No es como los hombres creen. Solo verás tipos gordos con sungas coloridas.
James sintió un escalofrío.-Pero es un paraíso, ¿cierto?
-¿Lo dices por las sungas? Definitivamente.
-Me refiero, ¿es un paraíso tanto como para hombres héteros como para mujeres y gays?
-Mucho, me divertí un montón. Estuve en Río de Janeiro dos días con mi padre, y me llevaba a lugares fantásticos. Probé todo tipo de comidas y nadé como un pez feliz.
James oyó el relato brasileño hasta cierto punto. Josy parecía una gran conocedora mundial. Hablaba con emoción sobre los distintos sitios en los que había estado. Pero él, poco interesado en esas aventuras pasadas y un tanto ebrio aún, repentinamente cayó en un sueño profundo.
Cuando despertó, Josy no estaba a su lado. Por el contrario, sus ojos entrecerrados se encandilaron con el sol asomándose entre los pinos mojados en rocío. Se levantó de repente mirando a su alrededor. Entonces la vio, allí estaba. En la pequeña colina, junto al perro, que ahora coleaba mientras buscaba las suaves manos que lo acariciaran.
Cuando se acercó a ella, su mirada no prometió nada bueno. Corrió los ojos enseguida hacia los prados lejanos. El sol le aclaraba los ojos y James los observó con cautela y atención. Eran simplemente hermosos. Se sentó a su lado y suspiró.
-¿Te parece de buena educación quedarte dormido mientras estoy hablando?-Sus ojos expresaron furia repentina. Ya no eran tan hermosos. -¡Eso quiere decir que no me respetas!
-Vamos, no seas así. Lo único que quiere decir es que he bebido mucho y dormido poco.-Ella resopló y miró hacia otro lado. El no podía negar lo linda que era su amiga. Más cuando estaba enojada.
Quizás era que incluso enojada mantenía la cabeza alta y todo en ella adquiría un aspecto gracioso. Los rayos de sol se reflejaban en su estupendo pelo negro y parecía respirar el aroma a césped mojado.
James se acercó un poco más y estiró los brazos para abrazarla.
-¡Déjame! No tienes respeto por nada.
-¿Cómo puedes decir eso después del corneto que te compré?
-¿Hablas de ese corneto que NO ELEGÍ?
James no dejó de observarla un segundo.-Vamos, apuesto te encantó. No quedó nada de ese cappuccino.-Volvió a estirar los brazos.
-¡He dicho que me dejes! No quiero que me hables.
-No puedo, es más fuerte que yo. Necesito abrazarte. –Ella bufó.-Josy, no dejes de ser mi amiga. Vamos.
-No dejaré de ser tu amiga.
-Entonces abrázame.-No le respondió. Él se quedó un instante mirándola. No quería dejar de hacerlo. Realmente gozaba cuando se enojaba. Se rió por lo bajo y extendió un poco su mano hasta llegarle el muslo.
-Quita tu mano de mi pierna.-Le tomó la mano con sus dedos helados y la azotó con fuerza en el césped. James cambió la mano y se ganó una buena cara de pocos amigos.
-¿Con esta tampoco puedo?
-Estoy teniendo un deja vu.-James sonrió. Levantó un poco el pie y se lo apoyó en el muslo. -¡James!
-¡No has dicho nada sobre tocarte con los pies!
-¿Por qué querría que me toques con los pies? ¡Fuera!-Lo espantó con las manos.
Él hizo caso omiso.-Vamos, ¿vas a estar enojada toda la vida? Todo el mundo duerme, es normal.
-¡No cuando estás teniendo una conversación! No me gusta que te comportes así, es de mala educación.
-No lo haré más.
-No creo en tus palabras.
-Entonces, lo prometo.
-Imagínate cuanto creo en tus promesas...
-Oh ya, perdóname.-Se apoyó frente a ella y se le arrojó encima, aplastando su menudo cuerpo.
-¡James, sal!-Pero él no le hizo caso esta vez. La abrazó por el cuello y empezó a rodar, bajando por la colina. Sus cuerpos giraron desparejamente mientras se llenaban de yuyos y palitos del suelo. Ella no pudo evitar reír tras sentir un raro mareo al girar por toda la colina. Hacía tiempo no se divertía de ese modo. Siguieron pegados hasta que la pendiente se acabó y el suelo se hizo llano.
James salió de encima y rió a la par de ella. Se quedaron un par de segundos mirando el cielo azul, el sol radiante. Ahora ya no había grillos, ni viento, ni risas, sino un silencio purificador.
-¿Estás lista para volver?
Claro que no. Le hubiera gustado quedarse allí todo el día, junto a él y sus malos chistes, en un hermoso predio de pinos y césped mojado. Con el cielo a pocos metros de ella.
-Lista.
Se pararon y se dirigieron al Ka, caminando con la misma lentitud que la noche anterior.
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El imán y la limadura
Ficción General-No me toques.-Se abrazó a sí misma de nuevo, echándose hacia un costado y logrando que la mano de James quedara en el aire. Sonrió de nuevo, y una vez más, colocó la palma sobre la escuálida pierna de Josy. -¡Basta, te he dicho que no me toques con...