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El viernes, diez minutos antes de la esperada cita.

James y Bastian permanecían sentados en la sala principal de la residencia masculina. Ninguno de los dos parecía estar enterado de la hora que era, y tan solo se dedicaban a mirar un partido grabado de Manchester United mientras consumían palomitas de maíz. Disimuladamente, James se apartó la manga izquierda del buzo para mirar el reloj. Las siete y media. Seguía sin percatarse. Pensaba en Katia, en su padre, y en el asombroso partido que estaba viendo desde el cómodo sillón. Se asombró al notar algo extraño en esa escena. Giró la cabeza y miró a Bastian.

-¿Qué pasa?

Bastian estiró los brazos y movió la vista de él rápidamente.

-Nada, ¿por qué?

-Entonces, ¿por qué estás mirándome?

-¿Por qué? ¿Acaso no puedo mirar?

-Pareces marica...Mira el partido, ¿no? ¿Te he traído aquí, he puesto el DVD y avanzando los primeros goles y tú qué haces? ¿Te pones a mirarme?

Suspiró y volvió a mirar la televisión. Otra vez Katia en su mente. Los jugadores se pasan la pelota velozmente. James se volvió de nuevo hacia su amigo, que volvió a mirarlo.

-¡Otra vez!-Se le echó encima, le tomó la cabeza con las dos manos y riendo, lo golpeó contra el respaldo del sillón. Bastian luchó por salir debajo de él, también entre risotadas.

-¡Ya, ya, detente!-Gritó serio cuando su móvil sonó. James se quitó de encima, aún sonriendo.

-¿Tu novia?

-No tengo novia, James.-Le respondió con la vista clavada en el móvil.

Un poco más allá, detrás del mini soccer y una mesa redonda en la que un grupo de ingeniería mecánica jugaba cartas, detrás del pequeño comedor, en el que una pareja discutía en voz baja, la puerta se abrió. Era Bobby.

-¡James, Bastian!-Se adentró apresurado, un tanto sudado y con el cabello despeinado. -¿Dónde mierda estaban?

-Pues aquí, viendo el partido.-James respondió y metió un grande puñado de palomitas en su boca. Bastian seguía concentrado en su móvil.

-¿Pueden mover sus apestosos traseros? ¡Es hoy la cita con Kim! ¡Maldito sea!

James abrió los ojos en grande y se levantó rápido del sillón. Lo había olvidado. No tenía tiempo para cambiarse. Daba igual, no había a quién impresionar. Con sus pantalones de gimnasia y el buzo negro de Loyola alcanzaba. Levantaron a Bastian a tirones y los tres salieron de la residencia en menos de lo que se esperaba.

Bobby era un perfecto galán. La camisa le sentaba bien, a diferencia de sus amigos, vestía con clase. Fueron en el Ka al ritmo de Taylor Swift, pues Bobby estaba tan apurado que no dejó cambiar la lista de reproducción. Llegaron al cabo de cinco minutos a Guarida, un resto-bar bastante formal a tan solo una calle de la plaza Jacksonville y a la vuelta de Bines y al ingresar, se encontraron con lo que esperaban.

Kim notaba a Josy un poco nerviosa. Miraba la puerta a cada segundo y se acomodaba el cabello como jamás lo hacía. Bastian debía quedar asombrado. Para Kim era otra cena de amigas.

-¿Qué diablos te pasa? ¿Acaso quieres ir al baño?

-¿De qué hablas?

-Josy, no te has quedado quieta desde que...-Se petrificó al mirar al frente. Se le puso la piel de gallina y se quedó con la boca seca. El vaso de Pepsi a su lado no sería suficiente para saciar aquel vacío.-Diablos...-Murmuró con cautela, agachando la cabeza.

Josy se dio vuelta en ese instante, y por la puerta principal lo vio. Estaba vestido casualmente. Una remera sencilla con unos jeans negros, pero se veía tan lindo como siempre. Sus increíbles ojos verdes parecieron cautivarla en cuanto la vieron, y se sintió desfallecer a medida que se acercaba.

-¡Oh, pero miren nada más!-James fingió lo mejor que pudo. Josy sabía lo bueno que era para eso del teatro, pero daba pena. Ambas lo rebajaron con la mirada, estaba casi igual de croto que siempre, con la diferencia de que olía a palomitas de maíz y tenía el cabello corto revuelto en su cabeza casi rapada.

-Hola, Kim.-Bobby le sonrió estirando su brazo. Ella solo movió la cabeza y la giró enseguida. Aquello se había tornado realmente incómodo.

-¿Podemos sentarnos?

-Claro, adelante.-Kim la liquidó con la mirada, pero Josy no tenía opción. Era ayudar a Bobby a reconquistarla, ayudar a James para que pudiera huir de allí, y ayudarse a sí misma para finalmente estar a solas con Bastian.

Tomaron asientos alrededor de la pequeña mesa. Bobby estaba tan apretado a Kim, que ella una vez más, sintió su desagradable respiración en el oído. James se sentó al lado de Bastian, para que este ocupara el lugar perfecto.

-Bueno, ¿están listos para ordenar?-Bobby dio un aplauso para llamar la atención. –Te invito algo, tranquila.-Le dijo a Kim en un susurro. Ella, una vez más, liquidó a Josy con la mirada.

-¿Cómo te preparas para los exámenes, Bastian?-Preguntó enamoradiza, mirándolo sin disimulo alguno. James se rió por lo idiota que ella se veía, pero se limitó a comer sus patatas fritas en silencio.

-Oh, bueno...-La observó con una sonrisa estupenda.-Ya sabes, es algo complicado, pero supongo que si sigo, llegaré a promocionar. No se me da mucho el tema del estudio.-Respondió y por cuarta vez en diez minutos, miró su reloj. Nervioso.

-No se te da mucho el tema de muchas cosas.-Dijo en voz baja James. Bastian le dio un golpe en el hombro, y se azotaron entre sí como dos niños durante dos minutos, mientras Bobby seguía coqueteándole a Kim, y Josy solo miraba la escena con una mirada abrumadora hacia su amigo.

"A ti no se te da bien el tema de no ser un imbécil. Puedes dejarme conversar con él?"

James rió al leer el texto y una vez más, tan solo comió patatas en silencio oyendo la conversación ajena.

-Bueno muchachos...-Josy se quedó con la palabra en la boca cuando Bastian se levantó de repente, como si algo importante le hubiera surgido súbitamente. –Creo que es hora de irme.

Bobby festejó por dentro. Uno menos. Josy solo quiso golpearlo. ¿Tan pronto se iba?

-Wow, wow, apenas has tocado tu comida, viejo. ¿Pasó algo?-James se notó preocupado y se levantó a la par de él. Josy sonrió. Le gustaba esas actitudes de él.

-No, no es nada...-Bastian se notaba nervioso e incómodo.-Es solo que debo irme. La he pasado muy bien. Adiós Josy.-Agitó una mano y se la enseñó antes de partir a tropezones.

Ella no supo si sentirse afortunada, o una imbécil.


El imán y la limaduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora