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Ayla

¿Sabes lo que jode que llamen a la puerta de tu habitación cuando pretendes encerrarte a escuchar música y leer? Es como: «Dios, la puerta cerrada y los audífonos son el símbolo mundial de que quiero que me dejen en paz.»

Bueno, es mi padre. Intento perdonarle por todo lo que está pasando.

-Ayla, tengo que pedirte un favor. Y sabes que odio esto. Pero...-se calla. Sé lo que iba a decir: «Pero no nos queda más remedio.»-Tienes que ir al Palacio y hablar con el príncipe para que te ofrezca la posibilidad de que, si logras obtener una buena puntuación en los juegos, nos perdonen la deuda.

-¿Es que acaso existe siquiera la posibilidad?-le inquiero fríamente.

-En realidad, Matthew está muy seguro de que así es.

-No me vale con que Matthew así lo crea.

Nos miramos un instante.

Siempre he estado algo resentida con él. Quizá por no luchar por aquéllo en lo que cree, o por pensar que un día un milagro va a pasar y podrá pagar su deuda, cuando no es así. Quizás por eso soy tan cruel con él. La verdad es que ni yo lo sé.

-Ayla.-Comienza. Está cansado.-Por favor. Es la única opción que nos queda. Ya tienes cita concertada con él. No lo hagas por mí si no quieres. Hazlo por él.

«Hazlo por él.» Sé que se refiere a Ty.

De forma totalmente inconsciente, pensando en todo el odio que llevo dentro hacia él y hacia ese lugar, hacia cosas que ni yo entiendo, y en Ty, mi hermano pequeño, acabo asintiendo.

Me visto con la mejor ropa que tengo (que por cierto no es que sea mucho) y me dirijo al Palacio Real, decido ir sola. Está en la parte más alta de la ciudad. Veo a la gente rica pasear y charlar alegremente mientras pienso que son los más ignorantes de Etied. La ciudad en realidad es bonita y moderna. Con grandes rascacielos.

Me acerco cada vez más. Mi pulso se acelera y ni siquiera sé por qué. Un guarda me para frente a la puerta.

-Señorita-dice.-No puede pasar.

-Tengo una cita solicitada con el príncipe.-Afirmo.

-Está bien-asiente sin ni siquiera haber visto la nota que lo confirma.-Pase, por favor. Sígame.

Me conduce por el interior del Palacio y gruño al ver tanto oro.

-Señor-dice llamando a una puerta.-Esta chica dice...

-Ah, sí-dice una voz desde el otro lado. La puerta se abre y aparece un chico.

La verdad, no sé qué pensar de él. Por una parte me apetecería matarlo, pero me contengo. Por Ty. Quizás soltarle a la cara algo como «tú y tu familia dais asco», pero quizás se consideraría una completa falta de respeto y yo misma acabe entre rejas.

-¿Tú eres la que quiere aplazar la fecha del desahucio?-inquiere, cruzándose de brazos. Me fulmina con su verde mirada y me hace sentir incómoda. ¿De qué me suena este tío?-¿Qué te haría pensar que te lo debería permitir?

-Sólo sería hasta después de los juegos-me atrevo a decir en mi defensa.-Si obtengo una buena puntuación, podría pedir que la deuda le fuese perdonada a mi familia...

-Hum.-Murmura. Parece sopesarlo, estar calculando todas las posibles opciones.-Te ofrezco un trato mejor. Pero antes, ¿aceptas?

Me muerdo el labio.

-Hasta no oírlo, no aceptaré-replico.

-¿Te atreves a darme órdenes?-inquiere.-Está bien; si obtienes la mayor puntuación, la deuda le será perdonada a tu familia. Pero si no es así, el desahucio procederá a realizarse de forma inmediata.

¿Qué coño se ha creído? ¡Definitivamente yo NO PUEDO SER LA MEJOR! Es imposible.

-Pero, ¿y si quedara entre los primeros? ¿Como la segunda o la tercera?-pregunto con un hilo de voz.

Niega con la cabeza.

-La primera-repite. Mira al guarda que tengo justo detrás.-Ya puedes llevártela. ¿Te llamabas...?

-Ayla.-Le escupo mientras el guarda me empuja hacia fuera del Palacio y me deja a la entrada. Compruebo haberme alejado lo suficiente del Palacio antes de echarme a llorar como una niña pequeña.

«Recuerda por quién estás luchando», me recuerdo a mí misma. «Por Ty. Por tu hermano.»

Sus palabras me retumban en los oídos. La falsa pena de los niños ricos de la ciudad vuelve a mi mente y sólo puedo visualizar su pequeña cara infantil cuando me mira y me pregunta: «¿Ayla? ¿Qué ocurre?»

Todo pasa por mi mente a una velocidad de vértigo que no me permite pensar, haciendo mis sentimientos estallar en mis ojos, llegando hasta las palabras de mi padre.

«Hazlo por él.»

Saga Despertar: AuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora