Ayla
Al parecer, Lana se ha adaptado bien, aunque sigue pareciendo inquieta. Me despreocupo y decido hacer el turno de la mañana siguiente en la tienda.
-Pero hija, necesitas descansar-protesta mi padre.-Los Juegos serán muy duros.
Cierro los puños con fuerza.
-Papá, necesitas relajarte. Tomarte un respiro. Además, me...me apetece ocuparme hoy todo el día de la tienda, ¿vale?-trato de convencerlo.
No parece muy convencido.
-Ayla-dice despacio.-¿Hay algo que quieras contarme? Últimamente pareces nerviosa.
Mierda.
Me muerdo el labio inferior.
-Nada, papá.-Respondo aún sabiendo que esa excusa, sin serlo, no es válida.-Sólo es que...estoy algo preocupada por todo esto. Quiero asegurarme de que no estés bajo demasiada presión.
-Ve, pero esta será la última vez que te ocupes todo el día de la tienda, ¿entendido?
Asiento con la cabeza. Le revuelvo el pelo a Ty y salgo de la casa.
Ahogo un grito al ver el exterior. Está todo lleno de guardias. Por un momento me temo lo peor, pero sigo caminando sin que ninguno repare en mí, así que trato de despreocuparme.
-Buenos días, señorita-dice una voz a mi espalda. Es uno de ellos.-Verá, estamos buscando a una chica que se encuentra perdida, ¿no la habrá visto usted por casualidad?
Por un momento me apetece abofetearle por llamarme ''señorita'', pero me contengo.
-Quizá si me dice su nombre lo sepa-respondo, impasible y totalmente negada a ayudarle.
-Lana Swart-contesta el guardia.
No puede ser verdad.
Aprieto aún más los puños mientras trato de tranquilizarme. ¿En serio la están buscando? ¿Tantas molestias por alguien que se ha fugado? Si se ha escapado, por algo será. La gente tiende a irse de un sitio cuando no se siente cómoda en él.
Y lo peor de todo es, que podría acarrearme aún más problemas tenerla escondida.
Aún así, trato de mantenerme firme cuando le digo al guardia que no había oído nunca ese nombre.
-Bueno, gracias de todas formas por su tiempo. Que tenga un buen día-dice, bastante amable. La mayoría de los guardias suelen tratar fatal a la ''clase baja''.
Llego a la tienda y abro. Me aseguro de que todo ande en orden antes de simplemente quedarme sin hacer nada a esperar.
No vendemos nada especial ni fuera de lo normal; es una tienda pequeña con productos frescos que, o cultivamos, o promocionamos.
Un hombre vestido enteramente de negro entra. Parece una especie de anti-guardia; su ropa es desaliñada, pero le da aspecto de tipo duro. No me transmite confianza, pero por otra parte me da curiosidad.
-Buenos días-dice, mientras le da vueltas en la mano a una manzana y me hace sentir incómoda.-Me preguntaba de dónde provienen sus...productos.
-¿Disculpe?
-Ya sabe, que me gustaría saber quién es el dueño de esta...tienda-responde.-¿Es usted?
-Es mi padre.-Digo cortante.-Si no va a comprarla, suelte esa manzana.
Me mira un instante, quizá pensando que soy demasiado borde como para trabajar de cara al público, pero acaba soltándola.
-Perdone-dice, y pone una expresión seria.-¿Tú eres Ayla Gray, verdad?
Me pongo seria.
-¿De qué me conoce?-le inquiero. Su repentina expresión divertida no me gusta.
-Yo soy como tú-dice, encogiéndose de hombros.-Sé lo que es sentirse rechazado...hasta que ocurrió.-Le permito continuar hablando.-¿No te han hablado de la vez que sacaron a unos chavales con poderes en plena prueba de los Juegos? Me imagino que no. Prefieren que la gente siga creyendo que no hay forma de escapar de esa salvajada.
-No sé de qué me está hablando.
-Hace veinte años, los rebeldes irrumpieron en la penúltima prueba de los Juegos, y sacaron a todos los sobrevivientes con poderes. La mayoría sobrevive hasta esa. Necesitan...necesitamos a los fuertes para nuestro objetivo.
-Disculpe, pero será mejor que se vaya si no quiere que llame a la Guardia-la Guardia es nuestra policía. Pero prefieren llamarse así.
-Ayla, sé lo que eres-replica con frialdad.-No soy como ellos, al igual que tú. Cuando me rescataron los rebeldes...comencé a luchar por su causa. Destruir a la Realeza que decís tener.
-Mire, me da igual lo que ocurriera hace veinte años...o su causa-digo tratando de parecer al menos agradable.-Pero eso no tiene nada que ver conmigo. Le agradezco que me cuente...esto. Pero no me interesa.
-Ayla, queremos que te unas a nosotros. Que nos ayudes a que volvamos a hacerlo. A que bombardeemos el Palacio durante la penúltima prueba.-Dice.
Le miro.
-¿Van a bombardear el Palacio?-literalmente, no puedo creer que pretendan hacer algo así. Ni que ya haya pasado. No puedo creerle.-No pueden hacerlo...
-Tienes tantas razones para hacerlo como nosotros, querida-dice.-Piénsalo. Podrías ser libre y tener una vida mejor que esta. Podrías saber quien eres.
-Lo dice como si supiera algo que yo no-protesto.
-Porque así es-dice, y, con una teatral reverencia, sale de la tienda. Ha vuelto a coger la manzana y se la ha llevado sin pagarla, pero no me importa. No le haré volver. Ni siquiera conozco su nombre.
Sólo sé que tengo una forma de escapar.
Y Ty vendrá conmigo.