Capítulo 7.

4.9K 383 28
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El camino para llegar a este apartamento fue borroso, Effie no paro de hablar, y Peeta y yo no abrimos la boca en ningún momento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El camino para llegar a este apartamento fue borroso, Effie no paro de hablar, y Peeta y yo no abrimos la boca en ningún momento.

Mi habitación está enfrente de la de mi madre, la habitación de Peeta esta a un lado de la mía, la de su familia son las dos a los costados de mi familia, en una sus hermanos en otra sus padres.

Una vez dentro de mi habitación me senté en la cama y no hice nada más.

Qué se hace cuando sabes que tu cuerpo ya no es tuyo, que tu cuerpo equivale a la vida y seguridad de tus seres amados. Qué se hace cuando no hay nada que evite el eminente momento de rendirse ante los deseos carnales de otro, y ese otro siempre será desconocido.

No soporto que me toquen, no me gusta la invasión de mi espacio, no tolero la idea de que alguien ponga una mano encima de mí, y si alguna vez he sentido terror o miedo, no se compara a lo que siento justo hoy.

¿Podría poner fin a mi vida?, lo haría, sin dudarlo, pero sé que eso solo costaría todo a mi mamá y hermana. Las despojarían de todo, hasta de la vida.

Debe haber alguna forma...

El golpe en la puerta corta mis pensamientos, Effie entra informándome de los horarios y justo detrás de ella veo aparecer a Cinna, y sin dudarlo me levanto y corro a abrazarlo.

—Todo estará bien chica en llamas, todo estará bien— dice de inmediato sin saber del todo, que el temblor no es solo por la boda, tal vez incluso ya no hay nada de miedo por ella. Sin pensarlo, pareciendo una loca, suelto a reír.

Effie se queda callada porque no entiende qué paso, qué ocasionó mi risa. Cinna me abraza más fuerte y mi risa cambia a llanto.

—Permítenos un momento Effie— pide Cinna.

Escucho los pasos de Effie salir y trato de controlarme de nuevo, no puedo permitirme estos arranques de locura, no debo perder la cabeza.

—De acuerdo Katniss, dime, ¿qué sucede?

Me separa un poco de él, y yo me vuelvo a mis cabales, me sonrió porque no me creo lo que acabo de hacer.

—Nada Cinna, estoy asustada.

—Respeto que no quieras decírmelo, solo no olvides que en mí tienes un amigo.

Y con eso estoy a nada de confesarle lo que realmente me pasa.
Me detengo, porque ahora que lo pienso, no sé aún las reglas de esto; no sé si hablar con alguien que no sea un vencedor esta permito, tal vez sea castigado. Si a los que pagan por nosotros han tenido que firmar el silencio a costa de perder la vida si hablan, imagino que es lo mismo hacía nosotros.

No puedo hablar.

—Gracias Cinna, de verdad estoy asustada, no pensé que el día llegaría tan pronto— y ya esta, he mentido, como sé que será a partir de ahora. Mi único confidente será Peeta, el único que entenderá y compartirá mi miedo y dolor.

Ahora el casarme con él, me parece fácil, lo más fácil que podría pasarme. Convertirme en su esposa me parece un regalo, en comparación a lo que nos espera.

—Bueno, pues entonces no llores, no le des el gusto de que te vea derrotada.— Me limpia la cara con uno de sus dedos, y lo veo, sé que no me ha creído, pero respetará mi silencio.—Debes bañarte, están a punto de entrar.

Me levanto y camino hacía mi baño.
La puerta se abre y escucho la cháchara de mi equipo de preparación en cuanto entra; me bloqueo, como debo aprender a hacer a partir de hoy.

En el camino hacía el banquete que tienen preparado para nosotros, veo a mi madre y mi hermana, que han sido acicaladas y lucen hermosas, no se parecen a ellas, justo como sucede conmigo. Siento que en algún momento del día de hoy me he perdido, ya no soy más la Katniss de la veta. Y mientras siento el miedo subir de nuevo por mi espalda, quito ese horrible pensamiento y abrazo a mi hermana.

La familia de Peeta esta más adelante, todos lucen impecables y en realidad irreconocibles.

Peeta esta serio, no dice nada y la mandíbula la tiene tensa, me ve acercarme y su mirada es reflejo total de la mía: tristeza.

Nos preparan, nos hablan de posees, de la etiqueta, los bailes y saludos que debemos extender. Todos empiezan a lucir nerviosos, todos menos Peeta y yo, que solo observamos la mansión con odio.

Al entrar veo a la gente ahí reunida, Peeta toma mi mano y aunque ambos intentamos sonreír como siempre a sucedido cuando somos obligados a estas fiestas, no lo logramos. Ambos vemos a ese gente y la imagen de que algunos de ellos ya han pagado por nuestra compañía está grabada en nuestros sentidos.

Peeta que siempre sonríe y es amable, apenas es capaz de mostrar una leve sonrisa, y las sílabas se han convertido en su método de habla; contesta: "sí, no, gracias, un gusto" es todo.

Effie y Haymitch empiezan a disculparnos diciendo que estamos nerviosos y ansiosos por nuestra boda.

La velada pasa con lentitud agonizante, mi mirada sigue a mi hermana en todo momento, me aterra cuando alguien le sonríe o le hace algún cumplido, no dejo de pensar que quieren incarle la garras.

El presidente se hace presente, y la gente corre a reunirse para escuchar las palabras que tiene para nosotros.

Peeta y yo somos jalados por Effie. Una Effie desesperada por nuestra mala educación y reprochable actuación; nos coloca en una mesa frente a Snow, no sin antes recordarnos de sonreír y ser corteses.

—Es muy grato ver a tanta gente reunida aquí, para festejar a tan hermosa pareja en tan importante momento— inicia nuestro presidente con el "discurso". La gente voltea a vernos. —Debo decir, que estoy muy feliz y orgulloso de que hayan decidido que su enlace sea aquí; también muy contento porque han permitido que todo Panem sea participe de su amor joven.

» Les deseo felicidad, y la certeza de que siempre estaremos al pendiente de cada momento de su matrimonio, que no nos queda duda, será para toda la vida— y la amenaza esta ahí. Peeta levanta su copa y le sonríe en respuesta, eso es lo único que necesitaba para recuperarme de nuevo, levanto mi copa y sonrío a su vez.

La gente aplaude y suspira,  decido que él debe saber, que nada de lo que haga me doblegará. Me acerco a Peeta y le doy un beso en la mejilla, la gente rompe en aplausos, Peeta sigue mi juego y sin dudarlo me planta un beso en los labios.

Y para oídos de todos, agrega:
—Te amo, para toda la vida, por sobre todo.

Snow deja de sonreír.

—Para toda la vida— respondo yo y le devuelvo el beso.

—Para toda la vida— respondo yo y le devuelvo el beso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Acepto... La Boda de Peeta y Katniss. (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora