Suspiros, gritos contenidos, lágrimas, emoción, en las caras extrañas y llenas de cirugías de la gente del Capitolio.
Adelante, solo veo seriedad en mi madre, fuerza en mi pequeña hermana y los ojos dolidos pero deslumbrantes del que esta a punto de...
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Capítulo dedicado a que tiene esperando este capítulo desde que empezó la historia y me encanta tu impaciencia XD
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Nos besamos, sus labios son suaves y me pierdo en ellos.
Llevo casado con ella un mes, un mes difícil, un mes que me ha hundido en la parte oscura de mí, una parte que desconocía, y de la que me ha costado salir.
Verla besarse con Gale me hirió como no pensé que sucedería, no estaba preparado para sentir lo que sentí, a pesar de que siempre tuve en mi mente que ella no me pertenece, verlo y constatarse de esa verdad fue distinto.
Ahora sé porque Gale me ve de la manera que lo hace, porque me odia; si durante este tiempo ha sentido algo parecido a lo que yo sentí, no cabe duda que es admirable que lo soporte.
Pero justo ahora, con ella en brazos, mi mente no reacciona, Katniss hace a un lado lo que sostengo con mis manos para liberarlas y poder acomodarse entre mis brazos. Y sin dejar de besarnos nos encontramos acariciandonos. No nos habíamos besado estando solos, desde esa primer noche, cuando el alcohol nos nubló la razón.
Escucho y siento crecer el hambre de ella, y debo aceptar que mi respuesta es la misma. Me estorba el abrigo que usa, y a ella el mío.
Mis manos exploran su cintura, su espalda, sus brazos, pero no me atrevo a llegar más allá. Algo en mí se pone en rojo advirtiendo, me detengo. Katniss hace lo mismo. Ambos respiramos con dificultad.
—Peeta...te...— colocó una mano en sus labios para callarla, no quiero romper lo que esta pasando, no quiero volver a pelear.
Nos observamos en la tenue luz de la habitación, nuestros ojos gritan lo mismo que el cuerpo, ambos damos un paso adelante; es como magnetismo. Quedamos a una distancia mínima, podría inclinar el rostro y seguir besándola.
Un sonido irrumpe el silencio, un estridente y chillón repicar, ambos solo nos vemos a los ojos, sin dar muestra de haber escuchado el teléfono.
Inclinó el rostro y doy un leve beso a sus labios y ella a los míos. Después de eso ya no paramos. No hay nada que me obligue a ser cuerdo, a tener cuidado, a apegarme a la realidad.
