Con andares nerviosos, las botas militares de Caroline repiquetearon contra el suelo mientras camiba detrás del señor Stew (el hombre al que le habían encargado proteger), al ritmo de su desbocado corazón.
No sabía en qué pensar. ¿ Podría fugarse ? ¿ Pero qué le pasaría a Ian ? ¿ Y si la encontraban de nuevo ? ¿ Qué le harían ? ¿ Tendría que vivir escondida para evitarlo ?
- Señor Stew, me sigue pareciendo imprudente e innecesario hacer esto - suspiró el guardaespaldas observando la desorbitante altura hasta el suelo desde el avión.
- Estoy cansado de hacer siempre lo mismo, de estar encerrado en mi despacho - replicó el famoso empresario entre suspiros - necesito hacer algo nuevo.
- ¿ Y tiene que ser tirarse desde un avión ? - rodó los ojos exasperado abriendo la puerta.
El viento era impresionante aquí arriba.
- En efecto - asintió con una sonrisa y se volvió hacia ella amablemente - ¿ Estás lista, querida ?
- Preparada, señor - esbozó una sonrisa cortés y comprobó que su traje estuviera en buen estado.
- ¡¡ PUES ALLÁ VAMOOOOS !! -gritó saltando al vacío.
Caroline se dejó caer del avión justo después. No iba a dejar que se alejara mucho.
Durante varios y eternos minutos, se permitió a si misma disfrutar de la actividad. La adrenalina corría a toda velocidad por sus venas, su corazón palpitaba con fuerza en el pecho.
- UAUUUU - gritó eufórica y abrió las manos imitando al señor Stew, haciendo que el traje ardilla se abriera.
Planearon de un lado a otro entre risas. Eran como pájaros.
- Señor, nos acercamos a las montañas - informó entre gritos- Será mejor que abramos los paracaídas.
- ¡ No puedo ! - chilló en respuesta intentando encontrar la palanca que los inflaba.
Asustada, Caroline se acercó por encima de él, y buscó entre el traje de su compañero la maldita palanca roja.
- ¡ No hay palanca ! ¡ El paracaídas está defectuoso ! - gritó agobiada. La cara de su protegido se tornó cada vez más blanca.
- ¡ Tienes que ayudarme ! ¡ Utiliza lo que sea que tengas ! - me ordenó nervioso.
- ¿ Lo sabe ? - preguntó sorprendida mientras seguían cayendo hacia abajo.
- ¡¿ Por qué crees que te contraté querida ?! - se desesperó y tragó saliva - ¡ HAZ ALGO !
Caroline tomó el mango rojo y abrió su paracaídas, sintiendo un fuerte tirón hacia arriba.
Poco a poco, el hombre se iba acercando más y más al suelo mientras gritaba horrorizado.
Ella suspiró tratando de calmarse, y extendió las manos por costumbre hacia él. Imaginó como una corriente de viento se situaba debajo de él, elevándolo suavemente.
El señor Stew dejó de caer y se mantuvo de forma milagrosa (o mágica) flotando en el cielo.Soltó una carcajada desquiciada y suspiró, al ver que no iba a convertirse en puré.
Caroline lo transportó suavemente hacia abajo, hasta el punto en el que estaba a dos metros del suelo, donde dejo de hacer fuerza y lo dejó caer con un débil alarido.
Suspiró cerrando los ojos, se aferró a las cadenas del paracaídas, y se dejó llevar por su elemento hacia abajo, hasta tocar las briznas de hierba con los zapatos.
Quizás ahora que estaba fuera encontraría alguna forma de contactar con sus amigos. Quizás ellos podrían ayudarle a escapar de S.I.H.E.
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No somos un experimento
Science Fiction(SECUELA DE "ELEMENTA") Minutos tras minuto, hora tras hora, día tras día.. Todo es igual. Las reglas son claras : No molestes , no hables con los demás presos, no uses tus poderes sin una orden.. Y la recompensa , es salir de La Caja. Cada una es...