Capítulo IV; "My babygirl."

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Deslizó la lengua por uno de mis pezones y eché la cabeza para atrás. Dios, hacía tres años que no me habían chupado mis pechos y no recordada lo delicioso que se sentía. Las corrientes recorriendo mi cuerpo y sus dedos seguían entrando y saliendo de mi interior.

-Oh Dios.. -Gemí y acerqué más su cabeza a mí botón con mis manos. -Sí, amor, chupame más, lo necesito. -Rogué cuando subió a besar mi cuello, sus labios quemándome mi piel, retorciéndome.

-Estas tan estrecha. -Gruñó en mi oído, inconscientemente cabalgue sus dedos con más prisa, enterrándolos dentro de mi coño. -Sí, encima una glotona. -Se río de mí.

-Joder, son tan largos. -Gemí de nuevo en su oreja luego de un momento y escuché como él también soltaba un pequeño y excitante gemido. -Déjame tocarte. -Pedí con ojos inocentes.

Sabía que a los hombres les encantaba que nos hiciéramos las inocentes, sobretodo a los hombres mayores. No podía no sostenerme si no tenía las manos en el mueble aferradas sin más. Mis piernas flaqueaban tan...

-Hoy no, preciosa. -Se río y me masturbó con tanto empeño que comencé a gritar y sollozar. Significaba que habrían más veces. Mi cuerpo lo anhelaba. -Sí, sí, correte, llega para mí. -Gruñó.

Me apreté contra él y convulsionando atrás y adelante, se comió mis labios y silenció los gritos de mi orgasmo. Seguía estimulando mi clítoris y moviendo los dedos, iba a morir.
Separé mis labios para respirar mejor de lo que podía y traté de volver a la realidad. Abrí mis ojos y el sonrió, quitando su mano de mi feminidad y llevando los dedos a su boca. Estaba comiendo mi sabor, joder.

-No tienes idea de lo bien que luces en este momento. -Se río con una voz ronca que me recorrió de nuevo. Acercó un dedo a mis labios y abrí la boca, lo metió y chupe mirándolo a los ojos, como si estuviese chupando su miembro. Luego lo pasó por los otros sectores de mi boca y Gimió. -Tienes una boca tan suave, como tú coño. -Volvió a gemir mientras que lo chupaba. -Eres perfecta, ___.. Soy tan afortunado de tenerte así y sólo para mí, mi Gatita..

Miré a otro lado. Empecé a sentir vergüenza de mí misma. No podía estar pasando, yo no era así, siempre trataba de permanecer como las mujeres debían pero siempre terminaba descontrolándome por completo.

Joder.

Al parecer notó que algo no andaba bien. -Tranquila, está bien, se cómo te estas sintiendo ahora y no es lo que piensas.. -Lo miré abriendo más ojos como pude. -Déjame hacerte sentir mujer, eres tan hermosa y me gustas tanto, desde hace tanto..

Se dirigió a mis labios y los besó con dulzura. Lento, tomó su tiempo y su lengua se encontró con la mía. Sus menos se pasearon con lentitud por mí cuerpo casi desnudo y la sensación fue aún mejor. Sus callosas manos, enormes y acariciándome, llevándome al éxtasis.

-Quiero llevarte al cielo y hacer que nunca salgas de ahí. -Jadeó.

-Por favor. -Rogué.

La puerta se abrió, un hombre grande alto y de color entró al baño. Drew me bajó del lavadero en menos de un segundo así dándome tiempo de cubrir mi desnudez.

-Fuera. -Ordenó. -Saben que aquí no se permiten esas cosas. -Ladró, Drew tocó mi mano e hizo que saliéramos con rapidez.

-Yo ya debo irme. -Le dije a Drew, él fruncía el ceño ante lo que había dicho. -Lo, lo lamento.

Joder iba a llorar, lo sentía.

Me volvió a tomar y me besó una vez más. Tomó el tiempo que quiso para enredar su lengua con la mía, me separé para volver a tomar aire y lo hizo de nuevo. Amaba sus labios. Eran tan... Deliciosos.

Cuando finalmente no podíamos más, acarició mi mejilla. -Nos volveremos a ver, Gatita, muy pronto. -Me besó una vez más y lo mordí, luego me la devolvió. -Mi bebé.

Luego de unos momentos me miró, y me sentí como una niña. Él debía tener como unos veinticinco quizás más o menos. Pero yo tenía diecisiete, así que sólo sería un calentón, nada más.

Quizá no me hubiera dolido tanto despedirme de él sí no me hubiera sentido tan especial.

**

Era lunes por medio día y había terminado la clase de deportes en que habíamos sudado todo lo que debíamos, y había entrado a la sala antes de que tocaran. Al fin y al cabo, quedaban cinco minutos de descanso.

Mi ánimo no estaba como siempre luego de lo sucedido con Drew. Primero el domingo me la pasé pensando en él.. Incluso llegó a pasearse en mis fantasías.

Pero luego en la noche, me bajaban esos momentos tristes. Y pensé que quizá no lo volvería a ver y con aquello me deprimía. Como ahora por ejemplo. Hasta no tengo ganas de ver al señor Bieber hoy.

Cosa que nunca había sucedido.

El señor Bieber saludó y yo ni siquiera me había percatado de aquello. Me senté y abrí mi cuaderno de física y tomé apuntes de la dispositiva que estaba frente de mí. Estaba y a la vez no, podía ver que el señor Bieber movía sus labios sus manos y todo, pero ya no escuchaba y lo único que venía a mí mente era Drew.

La hora pasó tan rápido que vi como los demás salían del salón y creo que por fin salí del trance en el que me encontraba. Tome mis cosas y estas se cayeron con la torpeza que suelo tener de vez en cuando.

-Ay mierda. -Gruñí. Hoy no era mi día.

-Haré oídos sordos. -Dijo la voz del señor Bieber riendo. Subí mi vista y volvió a agacharse para ayudarme, como cuando nos conocimos. Era la primera vez que oía su risa y me había encantado, era hermosa, al igual que se me hacía un tanto conocida.

Me los entregó y escondí mi sonrisa.

-Gracias. -Dije sin mirarlo.

-Te he notado extraña hoy. -Lo miré inmediatamente. -Estás ida, no te he llamado la atención pero me haz preocupado, esto es inusual en ti.

-Señor Bieber estoy bien. -Aseguré. ¿Qué? Ni yo me la creía. -Ha sido una torpeza.

-Señorita Walker. -Dijo no muy convencido.

-Estoy bien.

Caminé lejos de él pero me tropecé con mis propios pies. Logró tomarme de la cintura y me apegó a su cuerpo evitando que cayera. Quedé tan pegada a su cuerpo que temblé del gusto. Estaba tan cerca de los labios del señor Bieber que me fue imposible no embobarme, mi pulso se aceleró y por el simple echo me sonrojé, como costumbre. Para el colmo, Bieber se relamió, causando que mis piernas temblasen; y lo hicieron aún más a sentir algo en contra de mi vientre, duro.

Su respiración era profunda y el perfume inundaba mi ser, olía tan bien. A hombre, tan masculino... Se estaba acercando a mí, lo pude sentir, cuando sus manos bajaron por mi cuerpo acercándome al suyo. Me paré de puntas como pude, ya ni lo recuerdo, pero perdí la cabeza cuando nuestros labios se juntaron.

Podría desmayarme en el mismo momento, pero el firme agarre del señor Bieber me hacía ver que no era uno de mis fantasías sexuales donde me apoyaba en el escritorio y me lo hacía de por detrás.

Esto era real y a este paso, deseaba que me apoyase en el maldito escritorio en éste instante.

Mister BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora