Siempre había pensado que las motocicletas eran básicamente unos medios de transporte que te llevarían directo a un cementerio. Creo que fue porque mi madre había mencionado que papá tuvo un accidente unos años después de conocerse en la universidad, mamá las odia, con profundidad. Pero ahora que yo había andado en una de ellas podía decir que era una experiencia no tan letal como todos creen. Me había gustado, lo admito.
El señor Bieber conducía rápido, no lo suficiente como para dejarme sin aire. Sabía que podía ir muchísimo más rápido, quizá no lo hizo porque no tenía intención de hacerme pasar un mal rato. No me llevó a casa como pensé que lo haría, fuimos a un motel. ¿Como lo sé? Porque lo decía en la entrada. Llegamos y entró conmigo a la lujosa habitación, tenía una cama enorme, una King sino me equivoco, una televisión en la pared, espejos arriba de la cama y en uno de los lados, ya sabíamos para qué.. trataba de recrear un ambiente cálido a mi parecer.
Me senté en la cama al percatarme que el señor Bieber no volvería en unos minutos. Luego me recosté encima y me observé en el espejo, el maquillaje se me había corrido un poco, me dejé descalza y mis pies me agradecieron por ello. Tenía el cuerpo laxo encima de la cama, como si fuera una gelatina. Recordé que tenía un regalo de uno de mis amigos de mi hermana en la cajetilla en mi bolso. Me estiré por él a mi bolso y lo conseguí.
Cuando el señor Bieber volvió yo ya tenía una buena nube de humo en la habitación, abrió sus ojos algo sorprendido.
-Así que fumas marihuana. -Se paseó por la habitación observando. Asentí y tosí un poco.
-Un poco. -Volví a quemar. - ¿Quieres?
Paró y se deslizó en la cama para quedar casi encima mío y le puse el "cigarrillo mágico" en la boca, succionó mirándome a los ojos -que seguramente ya tenía chinos- le dio unas quemadas largas y aguantó. Al quitárselo, me puso los labios encima y me incliné a besarlo. Dejó salir su humo para que entrara en mi boca, pude sentirlo y finalmente yo terminé expulsando aquello.
-Que delicia. -Murmuró. Me mordió el labio inferior con delicadeza y un quejido se escapó de mi boca. -Quítate la camisa, querida.
Se puso de pie de nuevo, quitándose la ropa sin prisa y mirándome cada segundo. Maldición, esos ojos me estaban fundiendo, lo sabía. No podía esconderme de ninguna manera por los espejos que habían así que me limité a hacer lo que él me ordenó. Me quité la camiseta, luego el sostén de encaje pero no dejé libres mis pechos.
-Déjame verlos. -Volvió a ordenar. El señor Bieber se había quitado la camiseta y los vaqueros, pero no su bóxer. Ya se estaba endureciendo, lo podía sentir. No sé cómo. Saqué mis manos dejando libre. -Muy linda. -Se acercó a mi, la nube de humo de la marihuana que fumamos y la tenue luz, daban un ambiente romántico y sensual para los dos. -Sabes, cuando contesté el teléfono no me imaginé que encontraría a mi pequeña en un estado tan... -Acunó un pecho y luego el otro, no le cabían por completo en sus manos. -Tan insólito. -Gemí, pasaba sus palmas duras de esas manos trabajadas encima de mis pezones, creando fricción. -Y pensé, que tendría que darle un buen castigo para que aprenda a comportarse en público. -Eché la cabeza hacia atrás, pero él volvió a dejarla en su lugar con una nueva orden. "Mírame". - ¿Tengo que castigarte?
La mezcla de sensaciones era indescriptible.
-Debe hacerlo señor Bieber. -Le dije entremedio de gemidos. -Como el buen maestro que es.
Se rió. -Lo haré pequeña. Créeme, así será. -Su boca se fue a mi cuello y lo olfateo con suavidad. Me derretía, lo juro. -Pero primero, necesito disfrutarte un poco más.
Momentos después el señor Bieber se entretenía chupando mis pechos a un ritmo dirigido por él y por ningún otro ser humano. Mordía, lamia, soplaba, pellizcaba, frotaba. Acunaba ambos y los apretaba para dejar lo más cerca posible ambos pezones y poder seguir entreteniéndose con ellos, ¿que puedo decir? Nunca había sentido tanto placer, la electricidad me recorría por lo que el señor Bieber me hacía. Más abajo sentía como me apretaba de manera involuntaria, mis pálpitos están descontrolados, puedo sentirlo. Le tomaba el cabello como podía con suavidad, lo apegaba más hacia mi, me estaba volviendo loca.
No quería que nadie se interpusiera entre ambos.
-Esto es... ¡Dios! -Gemí con fuerza al sentir los primeros espasmos de un orgasmo, avecinándose, quizá una falsa alarma. Sabia que los orgasmos por chupar los pezones no eran frecuentes en la mayoría de las mujeres, y no creo ser la excepción. -es.. de.. delicioso. -Logré decir con dificultades.
Buscó mi boca y al conseguirla, la lengua invadió mi cavidad bucal. Húmeda, buscándome, recorriéndola por completo. El señor Bieber gimió cuando le arañé a propósito la espalda, la sentía como del tamaño de Rusia, no se acababa jamás.
-Era una de las buenas. -Dijo el señor Bieber riendo y quitándome la última ropa que me estaba cubriendo. Llevo mis panti a su nariz y la olfateó, me avergonzaba tanto.. -Ponte de lado.
Tomó un frasco que anteriormente había dejado encima de la mesita de noche, vertió líquido en sus dedos y los pasó por su glande desnudo y por mis labios vaginales. Por la textura supe que era un lubricante. Se posicionó detrás de mi, levantó una pierna logrando hacer que mi trasero se viera mucho más levantado y grande, y pasó uno de los brazos por debajo del mío tomándome de la mano. En esta posición besarnos era sencillo. Tenía el duro y bien formado cuerpo del señor Bieber detrás de mi, dándome más calor.
- ¿Sabes por qué te quiero así? -Preguntó. Negué con la cabeza. A continuación agarró su miembro con la mano disponible y comenzó a sobar su cabeza con mis labios, mi coño deliraba pero el placer que me causaba una situación tan erótica, me dejaba mal. -Porque así podrás saber cómo te veo, pequeña. -Murmuró y mordisqueó mi oreja.
Jodido cielo en el que estaba.
-Para que veas cómo te pongo. -Gruñó y presionó más en mi clitoris.
-Oh Dios. -Apreté la mano que sostenía.
-Se que te encantará ver cómo te follo. -Se burló. -Y.. - Se acercó más a mi oído. -Es el comienzo, tengo horas para disfrutar de ti. Me pregunto... -La primera intrusión de su pene en mi interior fue bruta y sin previo aviso. Gemí y me apreté contra el. -si serás así de receptiva cuando meta esto en tu culo gordo. -Abrí mis ojos y se percató de mi asombro. -Quería grabar este momento para no perder ningún detalle pero, no creo que te sientas cómoda. -Los empujes eran lentos, llenándome por completo. -Aún.
Dicho eso comenzó a martillar contra mi. El espejo que teníamos en el techo era el mejor. Podía notar cada minúsculo detalle en el, como chocaba contra mi, mis movimientos, su expresión de placer, y la mía claro. Estábamos follando como unos malditos animales.
El primer orgasmo me golpeó, seguido por el segundo, tercero, cuarto y finalmente el quinto, gemí su nombre, su primer nombre, y fue en ese momento cuando el señor Bieber la quitó y me echó su líquido en ambas nalgas y gimiendo lo mucho que me había disfrutado.
Éramos adictos, no había duda.
Y ahí me percaté que no utilizó protección..
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Mister Bieber
RomanceSoy su alumna solamente. La muchacha que se sienta en medio de la fila al lado de la ventana del pasillo, a quien le va bien, sólo eso. Pero él con sólo dedicarme una mirada hace que mi cuerpo se estremezca. No puedo evitarlo, me siento indefensa a...