Capítulo 1:

91 26 7
                                    

Estoy en una habitación, no puedo describirla ya que no puedo ver nada; sólo puedo deducir que es una habitación. Estar sola rodeada de toda esa negra oscuridad no me incomoda en lo absoluto, ni siquiera me aterra. Recuerdo las veces en que estuve triste, y cuantas sólo quería escapar del mundo que me rodeaba; así que siempre iba a esa habitación oscura para perderme en mis pensamientos. Pero cuando abro mis ojos, vuelvo a estar en el patético mundo que me rodea. Y sólo quiero escapar a mi habitación sola y oscura, donde nadie puede juzgarme.

Puedo sentir cómo las tijeras de mi madre cortan los mechones de mi largo cabello rosa. Respiro hondo y abro mis ojos para encontrar a mi otra yo frente a un gran espejo, sentada, esperando a que su madre termine de arreglar su extraño cabello.

Yo podría observar muy bien mis rasgos faciales en ese gran cristal, pero prefiero sólo ver directamente a mis ojos azul cielo.

Cuando termina de cortar, mi madre comienza a teñir mi cabello a un color rubio/castaño.

Esta va a ser una de las escasas veces en las que saldría fuera de mi casa además de para ir a la escuela, y sólo es porque elegirán a los Descendientes para ir a la región de Kaim e integrarse a su respectivo Clan. Ciertamente, no me interesa que me elijan.

A nadie le interesa que le elijan.

La razón es que en la región de Kaim hay grietas entre Clanes. Las "grietas" significan antiguas guerras sin terminar entre los padres de los chicos que iríamos a ver a diversos operadores de la Torre de Control de Kaim.

Mi madre termina de teñir mi cabello y lo recoge en una trenza antes de poner su toque personal: una gancheta con una mariposa de alas multicolor.

—Estás lista, Yvonne —me susurra. Me miro al espejo nuevamente, y no puedo evitar entristecerme al ver mi cabello corto y castaño—. Te ves hermosa.

—Muy hermosa —susurro y una pequeña lágrima rueda por mi mejilla.

No sé muy bien por qué estoy llorando, pero deduzco que es por el hecho en que tu cambio físico afecta tu estado emocional. Quizás sonará algo ridículamente infantil, pero pertenecía a una de las frases literarias de mi padre.

—No debes llorar en este momento tan especial —es lo único que dice mi madre como aliento mientras limpia rápidamente mi pequeña lágrima.

Mi madre jamás ha sido buena respecto al hecho de apoyar a su hija y a ninguna otra persona. Aún así, es la persona más admirable que conozco. Ella no miente jamás y, por ello, no es muy buena dando su apoyo.

Me dijo una vez que si le decimos «Todo va a estar bien» como símbolo de apoyo a una persona que está sufriendo, de alguna forma u otra le estamos mintiendo. En la situación en la que se encuentra esa persona, sabes muy bien que nada va a estar bien. ¿Por qué debemos mentir para animarle?

Quizás ese sea el hecho de la admiración que tengo hacia mi madre respecto a que sea una de las peores oradoras de todo el mundo: ella no miente para apoyar a alguien que sufre.

Me levanto y la madera lanza un crujido quejándose de mi peso. El vestido que me ha obsequiado mi madre para mi decimosexto cumpleaños, y por ende para esta ocasión, me llega hasta las rodillas. Es blanco y suave como la seda, con detalles plateados justamente en el dobladillo. Había sido remendado muchas veces, pero mi madre le hizo lucir como si jamás hubiese sido usado por alguien más. Igual, no se ajusta a mi cuerpo a la perfección.

Y no me interesa en lo absoluto.

Bajo la mirada hasta mis zapatos. Están limpios, tanto como la región de Kaim también lo está.

El Clan De León [#NewLifeAwards]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora