Capítulo 2:

46 13 0
                                    

Las pruebas aún no comienzan, aunque ya han pasado más de dos horas. Me siento en uno de los bancos de mármol frente a un chico con lentes, quien estaba leyendo un libro de Historia de Clanes en ese momento.

Tiene el cabello largo y rubio con unos mechones cayendo sobre su frente pálida. El sol se refleja en los cristales de sus lentes de marco grueso azul. A pesar del calor, tiene un suéter Verde y pantalones de chándal. No puedo ver sus ojos, y no es que me importe mucho en realidad.

Suspiro hondo y miro a mi derecha. No soy muy buena conversando, así que sólo debo evitar cruzar alguna palabra con él.

Unas niñas de apenas diez años, vestidas con sus vestidos de bordados, están sentadas en el piso golpeando sus manos al ritmo de una molesta canción. Sonrío, ya que me sé esa letra tan infantil de izquierda a derecha.

—¿Por qué estarán felices en un día como éste? —pregunta el chico que está frente a mí.

Le miro.

—Son sólo niñas —les defiendo.

Él dirige su mirada hacia mí sobre su libro. Aún así, no me deja ver su rostro. Puedo notar que sus ojos son de un color azul oscuro.

—Pero si alguna de ellas es seleccionada para ir a Kaim —dice—, no durará ni un día.

Observo a las niñas y vuelvo a mirarlo. Lo que dijo, en algún sentido, fue muy cruel. Aún así no digo nada, sólo dirijo la mirada a la cubierta de su libro.

«Rezaré para que no las envíen»

—Soy Shawn— vuelve a hablar—. Mucho gusto.

—Soy Yvonne —digo—. Mucho gusto.

Nos quedamos en silencio, ya que no hay nada que decir.

Justo cuando el reloj marca las tres, se escucha de entre los parlantes el discurso de apertura. Cada seis años es igual.

La voz de un hombre nos habla de la creación del Arco de Kaim, la esperanza de una nación en ruinas. Enumera la larga lista de los incendios forestales que causaron la desaparición de los bosques, la sequía de los mares y océanos, las sangrientas guerras que se realizaron con el fin de hacerse con los pocos recursos que quedaron, y de la peste que acabó con la mitad de la humanidad. El resultado fue la separación de dieciséis ciudades, denominadas como “regiones”, para preservar lo poco que tenemos y controlar la taza de población mundial, y creándose así una nueva y peligrosa “región” para los que tenían la extraña enfermedad que los convertía en monstruos sedientos de carne humana. Todos los problemas se habían desecho, pero esto no duró mucho tiempo. Llegaron los Días Oscuros y los habitantes de la decimosexta región incitaron a los demás habitantes de las otras regiones para que iniciaran una rebelión contra el Gobierno y, por ende, contra el Arco de Kaim. Derrotaron a quince de ellas y exterminaron a la decimosexta. Como castigo a nuestra tradición, nos dieron leyes para garantizar la paz y, como recordatorio de que los Días Oscuros no deberían repetirse, nos dieron los quince  Clanes y enviaron a la región de Kaim al padre o madre de cada familia, preparados para futuras guerras.

Los Clanes son chicos y chicas, llamados Descendientes, de entre diez a veintiocho años, que presentaron las Ilusiones y fueron elegidos para seguir con el legado de su padre o madre y que los Clanes jamás se extingan. Si una familia tiene dos hijos, entonces sólo uno de ellos —el primogénito que ya haya cumplido la edad apropiada— puede presentar la prueba y, de ser seleccionado, debe ir (la opción que abunda más, porque ninguno quiere que le tilden de cobarde) o rechazar marchase a Kaim; si el seleccionado muere, entonces su hermano —sin excepciones de edad, si tiene una familia o si quiere o no— debe reemplazarlo a pesar de no estar preparado.

El Clan De León [#NewLifeAwards]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora