Capítulo 10:

10 3 0
                                    

La cafetería se siente aún más sola últimamente. O quizá soy yo la que me siento más sola últimamente.

Dirijo la mirada hacia la otra mesa con la esperanza de ver a Shauna sentada desayunando y disfrutando de sus dulces favoritos; pero sólo me encuentro con uno de los asientos vacío. Desolado. Nostálgico. Triste...

Suspiro fuertemente y vuelvo a mirar mi comida. Una hogaza de pan se encuentra en mis manos esperando el momento en que le dé el primer mordisco y pueda degustar su sabor. Pero no hago nada más que observarla, haciendo que mi apetito incremente.

Suspiro al sentir que ocupan el asiento de Shauna. Espero ver a Diego, pero es alguien más. Un chico rubio de ojos Esmeralda. Me sonríe, pero yo no le respondo de la misma manera.

—¿Eres Yvonne Ewnnovy? —pregunta. Su voz es áspera y ronca. Asiento con la cabeza y me llevo la hogaza de pan a los labios—Soy Daniels Craig. Shauna te ha mencionado en muchas ocasiones.

—Me siento halagada —digo sarcásticamente mientras doy un mordisco.

No estoy de humor para escucharle hablar acerca de Shauna. Aún así, Daniels continúa.

—Les ví cuando cayeron —ríe por lo bajo ante ello. Quizá le causa gracia, pero no es lo mismo cuando eres a quién le ha sucedido—. Aún me sorprende que Shauna haya permitido ser castigada por ti.

—¿Castigada? —pregunto confundida.

Esa palabra me hace pensar en animales siendo castigados para que acaten las reglas. No debería ser usado ese término para una persona. Quiero escuchar más.

Ahora Daniels ha tomado toda mi atención.

—El Arco de Kaim es muy estricto y tiene varias reglas —explica—. Si no puedes acatar alguna de ellas o simplemente haces algo que va contra esas reglas, Lápis Graidi te da un castigo.

«Te da». De nuevo usa un término como si estuviese hablando de un animal. ¿Eso es lo que quiere hacernos sentir Lápis Graidi? ¿Quiere hacernos sentir que somos animales?

—¿Y qué hizo Shauna? —pregunto y mi voz tiembla.

—Habían dos castigos —dice, cogiendo una hogaza de pan—. Uno para ti y otro para ella.

Se detiene para llevarse la hogaza a los labios. Entre nosotros hay sólo cuatro segundos de silencio incómodo. Los peores y malditos cuatro segundos que he de maldecir por el resto de mi vida. Los cuatro segundos en los que podría, en este momento, estar con Shauna.

Le dirijo una mirada interrogante. Necesito que me diga qué hizo la castaña de ojos Oliva. Necesito saber de una vez por todas qué pasó con ella y qué tienen que ver los “castigos” con nosotras dos.

Daniels suspira y aparta la hogaza. Se levanta y me pide que le siga. Le obedezco por mi propia voluntad, ya que necesito saber qué ha pasado con Shauna y los “castigos”.

Salimos de la cafetería. Los pasillos se encontraban despejados, ya que todos estarían desayunando o preparándose para el entrenamiento matutino. Le cojo del hombro, haciéndole detenerse. Suspira y me mira con una sonrisa hipócrita. Falsa.

—¿Qué ha pasado con Shauna, Daniels? Tienes que decirme —he comenzado a requerir mi último recurso: Utilizar las súplicas.

El rubio pone sus manos en mis hombros. Nos miramos a los ojos por un segundo antes de que él formulase la respuesta.

—Ella aceptó los dos castigos por ti.

Aparto sus manos con brusquedad y doy varios pasos hacia atrás hasta que mi espalda choca contra la pared. Sea cual fuese el castigo, ella debió de sufrir... Por mí.

El Clan De León [#NewLifeAwards]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora