Capítulo 18:

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Estoy sentada bajo a un árbol torcido y alejado, mirando hacia la hoguera que se encuentra en medio del campamento.

Un par de chicos han llegado, ambos con un arco y varias flechas. Son de Clanes diferentes: el primer chico es del Clan Halcón y el segundo es del Clan Pantera.

Me he dado cuenta de que, en la región de Kaim, hay muchas alianzas. Algunas buenas y otras malas.

«Me pregunto si el Clan Lobo y el Clan Cobra formarán una alianza después de esto»

Alguien se sienta a mi lado, aunque no me interesa mucho saber quién es. Mis ojos amenazan con cerrarse mientras observo fijamente la hoguera. Mis huesos me duelen, mi vientre me arde, mis piernas no reaccionan por el cansancio...

—Pan y jugo de zarzamoras —dice con voz duro, colocando la bandeja de golpe en mi regazo.

Miro a quién porta esa voz. Es la muchacha pelirroja que estaba presente en la reunión hacía unas horas antes... Loraine, creo que se llama.

Deja de mirarme, colocando los ojos en blanco y observando la hoguera. Ella es mucho más bonita que yo; con ojos dorados que brillan como los de un gato en la oscuridad; con una camiseta negra pegada a su cuerpo; con sus pantalones de cuero y sus botas militares cubiertas de lodo...

—¿Qué me ves? —pregunta con veneno y rencor.

Niego con la cabeza, comenzando a comer la hogaza de pan rápidamente. Tengo que obligarme a comerla, ya que está algo dura.

La última vez que comí una hogaza de pan decente, fue en El Arco de Kaim. Pero, en Mapem, la última vez que comí una fue hacía mucho tiempo.

Tenía seis años cuando mi padre llegó a casa con una hogaza que había intercambiado por madera en la panadería. Estaba algo dura, igual al pan que me dio Loraine, pero tenía una corteza de un color dorado.

No mentiré diciendo que quedamos llenos, porque no sería lo correcto. Comimos y nada más.

Igual sentimos el horrible vacío en nuestros estómagos segundos más tarde.

De repente, la imagen de la muchacha llega a mi mente como si se estuviese divirtiendo conmigo.

Doy una última mordida a la hogaza porque, sinceramente, no creo poder comer más. No porque me haya llenado, sino porque las náuseas me lo impiden.

«Gracias» pienso en decirle a Loraine, pero no puedo articular siquiera una palabra.

Es ella quien empieza a hablar, rompiendo el incómodo silencio que hay entre las dos. Me coge del cuello del suéter negro, obligándome a mirarle a los ojos.
—Escucha bien, niñata. —dice, señalándome con el dedo índice—. Quizá la mitad de estos estúpidos quieren que te quedes, pero yo no ¿oíste? Y si llegas a hacer algo de lo que puedas arrepentirte te las verás conmigo. Te odio como no tienes idea...

—¿Tienes una razón? —le interrumpo mientras cojo el vaso metálico lleno del jugo de zarzamoras. El aroma dulzón llega a mis fosas nasales rápidamente—. Dímela.

—¿Qué? —me pregunta. Veo en su rostro la confusión.

—Dijiste que me odiabas —le recuerdo—. ¿Cuál es la razón?

—Eso no importa —responde. Yo ruedo los ojos.

—Eres como Lápis Graidi y todos los demás del Arco de Kaim —murmuro mirando hacia la hoguera—. Esa gente está loca..., como tú.

No me interesa lo que ella pueda hacerme. Si Loraine es capaz de matarme, lo habría hecho cuando le interrumpí en primer lugar.

Ella me suelta con brusquedad.

El Clan De León [#NewLifeAwards]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora