Anywhere but here

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Tres semanas habían pasado desde el último día que se vio a Christi con vida, tres semanas desde que Chloe había sonreído por última vez, tres semanas desde que la niña se había instalado en la casa de Paige.

La niña estaba un poco difícil, pero Paige la entendía, ella también había perdido a su madre.

—Mi amor, tienes que decirme algo—Paige decía mientras la miraba fijamente esperando alguna reacción de la niña, pero Chloe sólo miraba al suelo. Paige se sentía frustrada, llevaba al rededor de 2 horas intentando hablar con la niña, intentando que se distrajese, intentando que no pensara.

Chloe no le decía nada, no la miraba. Sus ojos se cristalizaron, ¿Qué se suponía qué iba a hacer?—Chlo, por favor. Te lo pido, por favor. Dime algo. Yo quiero oír tu voz de nuevo preciosa, lo siento tanto, siento tanto lo que pasó, pero necesito que hables conmigo, Chlo, mirame a los ojos, dime que estás aquí conmigo, dime qué vamos a hacerlo juntas, por favor, te necesito conmigo—Paige estaba de rodillas frente a ella, tomando sus mejillas, buscando sus ojos. Cuándo sólo obtuvo un sollozo como respuesta, Paige comenzó a llorar también—Yo nunca te dejaré sola. No me dejes tú también por favor, sólo mirame, mirame, podemos hacerlo juntas, podemos superarlo juntas, pero por favor quedate conmigo—Paige suplicó. La niña sólo seguía llorando, no hizo nada, no levantó su mirada, no hablo, nada. Sólo lloró. Paige no podía hacer nada. Ella recostó su frente escondiéndose en las piernas de Chloe y comenzó a sollozar. Paige no sabía si podría aguantar que la niña no hablará, no la viera. Paige odiaba esto, le dolía tanto ver sufrir a su niña.

La ojiazul tomó la mano de la pequeña y la besó antes de levantarse y caminar fuera de la habitación.

Lauren sintió su corazón romperse cuándo vio a su amiga llena de lágrimas bajar rápidamente las escaleras.

—Laur, cuida de Chloe—dijo sin ni siquiera mirar atrás, tomó su abrigo y salió de la casa.

Paige caminaba las calles sin ninguna dirección, sólo las recorría, sus manos en sus bolsillos, su cabeza llena de pensamientos. ¿Cómo ella haría esto, de verdad podía, qué tenía que hacer?
Sea cuál sea la respuesta, ella nunca iba a rendirse, nunca dejaría a la niña sola, nunca. Pero tenía miedo de perderla, miedo de que Chloe se de por vencida.

—¿Paige?—Paige volteó cuándo escuchó su nombre y sonrió al ver a Robert allí de pie con una sonrisa.

—Hey—Ella le dijo con una sonrisa.

—El mundo es un pañuelo. ¿Cómo te ha ido? Vamos a ir por un café—Paige sonrió. Sería bueno charlar un rato.

—Vale—Dijo sonriente.

[...]

—Chlo, ¿Qué estás haciendo?—Lauren le preguntó a la niña cuándo entró a la habitación de Paige. La niña estaba en el escritorio que se encontraba a la izquierda, tenía su barbilla recostada de la mesa y lucía cómo si hubiese llorado.

—Soy mala, Laur—La niña dijo sin voltear a verla.

—Hey,—Lauren dijo acercándose a ella. La pequeña volteó su cuerpo de perfil en la silla y bajó la mirada. Lauren se arrodilló en frente de ella—Yo no creo qué tú seas mala, ¿Por qué habría que decir eso?—Preguntó buscando su mirada.

Chloe tomó una respiración profunda y comenzó a jugar con los dedos.

—Es que, yo no quería que se fuera mamá y no podía estar feliz. Pero cuándo amas algo tienes que soltarlo, entonces, Paige quería ayudarme siempre y yo no quería ser ayudada y eso fue malo y egoísta, porque Paigey es buena y ella me ama y cuándo alguien te quiere ayudar tienes que dejarlo porque eso es bueno pero yo soy mala e ignore a Paige y soy tonta y estúpida y me siento triste y Paige se fue, porque me lo merezco, l-la hice llorar—La niña dijo rápidamente dejando salir sus lágrimas, Lauren rió levemente y se acercó para limpiar sus lágrimas.

This Broken Sound p.h, c.lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora