Llevaban toda la tarde ensayando y ni una sola vez habían logrado terminar la escena. Jacob estaba demasiado ocupado pensando en donde estará Judith como para concentrarse enserio en la absurda escena.
-vamos a hacerlo completo por una vez- dijo un poco harta Alice viendo al chico.
Jake vio de reojo la puerta de entrada que había dejado entreabierta y asintió. Se sentía extraño, por una parte sentía temor de lo que podría pasar después, pero por la otra la simple idea de probar los labios de Alice, le provocaba cierto nerviosismo, como un cosquilleo en el estómago.
-Si con mi mano he profanado tan divino altar, perdonadme. Mi boca borrará la mancha, cual peregrino ruboroso, con un beso- pronunció Jacob tomando la suave mano de la rubia y viéndola fijamente a los ojos, esos hermosos ojos verdes.
-El peregrino ha errado la senda aunque parece devoto. El palmero sólo ha de besar manos de santo- contestó ella tímida, tartamudeo ligeramente pues se sentía un poco intimidada por la presencia tan cercana del chico y por lo bien que salían las palabras de su boca.
-¿Y no tiene labios el santo lo mismo que el romero?- las palabras salían de la boca de Jacob como si hubiera nacido para ser Romeo.
-Los labios del peregrino son para rezar- algo en la mirada que él le regalaba le hizo sentir más tranquila y algo en su voz la transportaba a la escena. Se sentía como Julieta hablando con Romeo en una fiesta, como si todo fuera real.
-¡Oh, qué santa! Truequen pues de oficio mis manos y mis labios. Rece el labio y concededme lo que pido- declaró ansioso, viendo los labios de la chica, entreabiertos liberando de vez en tanto su cálido aliento. Sentía deseo de besarla, quería llegar ya a esa parte.
-El santo oye con serenidad las súplicas- la ansiedad estaba presente también en la voz de ella.
- Pues oídme serena mientras mis labios rezan, y los vuestros me purifican-
Sus labios se acercaban peligrosamente, unos muy pocos centímetros los separaban, tanto que ya podían sentir sus labios rosándose y respiraban el aliento del otro, embriagándose con su aroma. Alice cerró los ojos preparándose para el momento que ambos había esperado… cuando un teléfono sonó.
Se separaron de golpe, el rubor inundo a la rubia cuando abrió los ojos y se encontró con la mirada del chico, quien le sonreía coqueto mientras sacaba el celular de su bolsillo trasero pero cuando vio la pantalla del pequeño aparato su sonrisa se borró como si nunca hubiera existido.
-¿bueno papá?- dijo Jake apretando levemente la mandíbula. –¿Qué quieres?- su voz era fría y con cierto rencor.
-¿qué sucede?- pregunto Alice con la voz ahogada, el chico irradiaba odio; labios apretados en una fina línea como si al relajarlos alguna maldición se fuera a escapar sin su permiso, y sus brazos estaban tan tensos que era capaz de mirar cada músculo marcado en su piel.
-espérame aquí- le contestó frío yendo hacia su habitación.
Una vez que Alice se quedó sola se permitió ver el lugar en el que estaba, todo estaba demasiado ordenado para que un chico viviera solo, todo tan oscuro y tenebroso.
Acarició lentamente el cojín de unos de los sillones, suave al tacto; cuando lo vio, tirado como si estuviera olvidado: un libro, un álbum de fotos. Lo levantó del suelo y lo miró fijamente, era ancho y pesado con una pesada cubierta de cuero color marrón. Se sentó en el sillón más cercano, el mismo que había acariciado y colocó en álbum sobre sus piernas.
Lo abrió en la última hoja, casi toda la página era ocupada por una foto de un chico. Lucía mucho más joven, rostro era alegre y tenía la piel menos pálida, su cabello no caía lacio sobre sus ojos sino que era estaba peinado en una cresta oscura, sonreía como nunca lo había visto y tenía cierto brillo en los ojos, un brillo que lo hacía ver feliz y no muerto en vida como a veces parecía ahora.
La fotografía estaba rotulada con una pulcra letra femenina: Jacob Francis Smith, y abajo una fecha que remontaba unos 5 años atrás.
Pasó de página y otra foto de Jacob de adolescente pero esta vez estaba con un uniforme de soccer azul marino y un balón bajo su pie derecho, formado con varios chicos vestidos igual. Campeonato de soccer, decía el rótulo de estaba junto con otra fecha.
Pasó las fotos donde salía el en fiestas sonriendo con sus amigos y una chica siempre cerca, ya no leía los rótulos ni las miraba detenidamente hasta que llegó a una foto donde habían tres adolescentes: Jacob con su cresta casi negra, un chico de cabello dorado revuelto y otro de cabello rapado y profundos ojos azules. Leyó el rótulo pues estaba segura que los conocía: Jake, Oscar Grand y Josh Morrison.
-Así que si eran amigos- susurró la rubia acariciando la fotografía.
Pasó otras fotos sin mucho interés hasta que se detuvo de nuevo en otra: Jake estaba con una chica, la había visto en otras fotos pero no le había prestado atención hasta que la vio en primer plano, hermosa con cabello largo y negro como la noche y una mirada verde, aunque lo que más le llamó la atención fue él. Su sonrisa era radiante y el brillo en sus ojos innegable, estaba atrás de ella y la abrazaba por la cintura con la barbilla en el hombro de la chica.
-¿quién eres?- pregunto buscando el rótulo.
Jacob y Judith Peters, aniversario de un año. Le informó el rótulo y agradeció a quien fuera que lo haya hecho que lo hiciera.
-Judith- susurró recordando, la novia muerta. -era hermosa-
Pasó las hojas rápidamente y esta vez vio las fotos con más detenimiento, en casi todas salían ambos abrazados o sólo tomándose de la mano, nunca se imaginó verlo sonreír así, no había duda de que estaba enamorado y perdidamente.
Sintió celos. Celos de una chica que ya no estaba, celos de una foto de hace años, celos de que esa chica hubiera tenido a alguien que la mirada de esa manera como si fuera lo más hermoso del mundo y tuviera miedo a perderla, y ella no. Quería que alguien la viera así... ¡NO! quería que él la viera así.
-¿qué haces?- le gritó furioso arrebatándole el álbum de las manos.
-perdón... es que lo vi ahí tirado y...- trató de disculparse la chica pero las palabras no le salían de la boca.
-¡vete de mi casa!- grito llenó de ira.
-pero...- susurró temblando notablemente
-¡que te largues!- después de su grito se dejó caer de rodillas derrotado. -sólo vete por favor- susurró en sollozo. Había visto el miedo en sus ojos verdes, ella le temía demasiado y eso... le dolía.
-hasta mañana Jake y perdón- susurró la chica antes de irse corriendo.
Por unos minutos hubo un lucha en el interior del muchacho, una parte de él quería quedarse ahí, en esa especie de refugio y la otra pedía a gritos que se pusiera de pie y fuera a buscarla para pedirle perdón. Esta última resulto victoriosa, por lo que se encontró corriendo por las escaleras para ir a buscarla.
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Malos pensamientos.
RomanceJake era el típico chico popular con la novia perfecta. O se pensó el, pues un día la encuentra siendole infiel con un amigo suyo. Asunto que molesta tanto a Jake al punto de provocar la muerte de Judith, su novia. Los verdaderos problemas empiezan...