Sentía como si una corriente fría recorriera su columna en cada paso que daba hacia el salón donde en unos minutos tendría que representar junto a ella una escena que nunca habían podido terminar ni una sola vez la tarde anterior.
La calificación que pudiera obtener por su trabajo le era inclusive, lo que le tenía tan mal era el hecho de iba a probar los labios de la rubia; nunca notó las ganas que tenia de hacerlo hasta que la oportunidad se le presentó y ahora no dejar podía de pensar en cómo sería.
Sus pensamientos se vieron nublados cuando entró al salón, todos sus compañeros ya estaban allí platicando entre ellos o ensayando por última vez sus dialogos; también Alice estaba pero ni siquiera levantó la vista cuando él entró y siguió platicando con el tal Martín.
Se fue a su típico lugar al fondo del salón donde la banca junto a él, la que pertenecía a la rubia ya no estaba dejando solo el espacio vacío.
–Idiota– susurró Jake en medio de bufidos mientras veía como Martín la hacía reír.
Al chico acariciaba el brazo de Alice lentamente en un claro intento de coqueteo y ella solo le regala una hermosa sonrisa, cosa que ponía como loco a Jacob pues sus sonrisas -sus labios- debían de ser solo para él.
Justo cuando pensó que estaba a punto de ponerse de pie y lanzarse sobre el chico para poder borrarle la sonrisa a golpes, la profesora entró al salón cerrando la puerta detrás de ella provocando que todos se sentaran y se callaran. Esa mujer que no superaba el metro sesenta cuyo cabello estaba recogido en moño alto de apariencia dolorosa sabía cómo imponer respeto sobre sus más de treinta alumnos.
–Buenos días– saludó sin mucho ánimo y sin esperar que sus alumnos le contestaran continuó. –Hoy iniciaremos con el proyecto de Romeo y Julieta, así que caballeros sirvan de algo y muevan las bancas alrededor del salón–
Todos se pusieron de pie y bajo la mirada atenta de la profesora movieron las bancas con las mochilas en el asiento alrededor del salón dejando un gran espacio en el centro donde la obra seria representada.
–Seguiremos el orden cronológico de la historia y los que no alcancen a pasar hoy lo harán en la siguiente clase– reviso su lista por unos minutos -Michael Jenks y Alex Cameron pasen-
Los dos chicos nombrados caminaron al centro del salón intimidados por tener que ser los primeros en pasar. Y cuando la mujer sacó un par de sombreros con enormes plumas que los chicos deberían usar la diferenciar a los personajes a lo largo del cambio de intérpretes, las mejillas de los muchachos ya estaban al rojo vivo.
–A fe mía, Gregorio, que no hay por qué bajar la cabeza– recitó Alex con la misma pasión con la que alguien leería un contrato de ventas.
–Eso sería convertirnos en bestias de carga– contestó Michael que contrariando a su compañero sobreactuaba su papel provocando que muchos de sus compañeros soltaran risitas burlonas.
Pero Jake no se reía, solo se dedicaba a ver la obra con tedio. Había leído la obra muchas más veces de las necesarias y ni una vez había logrado que le gustara, hasta se atrevía a decir que odiaba Romeo y Julieta, nadie se enamora, se casa y se mata en menos de una semana.
–Hola Jake– la rubia se acercó tímida al chico. –¿Qué vamos a hacer? Nunca terminamos en los ensayos–
–Casi acabamos la escena ¿Qué tan malo puede ser?– le contestó el tranquilo.
Dejo de prestar atención a la obra en el momento en que Fred Morrison entró como Romeo usando un sombrero negro con una larga pluma morada diciendo sus líneas que profesaban amor a una bella Rosalía sin pasión alguna.
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Malos pensamientos.
RomanceJake era el típico chico popular con la novia perfecta. O se pensó el, pues un día la encuentra siendole infiel con un amigo suyo. Asunto que molesta tanto a Jake al punto de provocar la muerte de Judith, su novia. Los verdaderos problemas empiezan...