capitulo 1.

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  • Dedicado a ti por leerlo... gracias
                                    

El día era como cualquier otro día de octubre, cuando se comenzaba a sentir un poco de frio y las hojas se tintaban de colores naranjas y comenzaban a caer. Por las calles aun oscuras por lo temprano que era deambulaba un chico.

Caminaba con la miraba baja como si estuviera viendo sus converse negros y las manos en las bolsas de su pantalón de mezclilla. Llevaba una chaqueta que tenía cerrada completamente y le tapaba la boca. Lo único que no era de color oscuro en él era su piel, casi blanca. Su cabello color chocolate se despeinaba por el aire y a él no parecía importarle. Iba sumido en sus pensamientos mientras daba sus acompasados pasos y la mochila tipo messenger que llevaba color verde militar le golpeaba rítmicamente el muslo.

Solo levanto la cabeza al llegar su destino: la universidad. Pues el contorno del edificio color marfil, de estilo gótico con varias columnas y pequeñas torres en la sima lucia casi espectral con la ligera bruma que lo rodeaba, además de que aun sus cientos de ventanas estaban oscuras. Parecía una vieja película de terror donde de pronto un espectro pasearía enfrente de las ventanas y le arrancaría algún grito a los espectadores. A todos menos a él, estaba tan acostumbrado a los fantasmas, bueno a uno. Convivía con el tan a menudo que comenzó a ser algo normal en su vida, irritante pero normal.

-sabes cuánto me aburre que vengas a la escuela- le dijo la aguda voz femenina al oído.

-sí, pero ni modo- le contesto en susurro tratando de no mover los labios para que la gente no se diera cuenta. No le gustaba que le temieran y pensaran que era raro y estaba loco, de hecho extrañaba su vida anterior, cuando era popular y todos lo saludaban al llegar a la escuela.

Despego sus ojos negros del suelo y alzo la mirada solo para percatarse de que todos lo miraban y susurraban cosas sobre el que como siempre trato de evitar. Les dedico una fingida sonrisa burlona a un grupo de chicas que lo miraban como si fuera el jorobado de Notre Dame que inmediatamente desviaron su mirada con las mejillas de un rojo brillante.

-deja de ver chicas cuando estoy cerca- le volvió a decir en el odio.

-es tu culpa por estar siempre conmigo Judith- dijo esta vez sin importarle que la gente lo escuchara.

Entro al edifico que estaba completamente ornamentado por dentro y se dirigió a su primera clase. Tomo su lugar en la última fila junto a la ventana y se sentó. Recargo los codos en la banca y escondió su cara en sus manos.

Tenía sueño, Judith no lo había dejado dormir quejándose de todo como era costumbre en ella. Aunque los años habían pasado y Jake había cambiado. Ella no, su personalidad al igual que su cuerpo seguía siendo de una niña de 17 años tonta y engreída. Esta vez el problema era que Jake fue a cenar un pequeño restaurante y la camarera una chica rubia y algo bonita no le quitaba los ojos de encima y le coqueteaba. Si existía algo que Judith no soportaba es que coquetearan con Jake.

Risitas y voces inundaron el salón, en cuanto más alumnos comenzaron a entrar y ocupar sus lugares. Jake gruño por lo bajo irritado, ese día no pintaba para bueno.

Después de que el salón se llenó, --solo había un asiento vacío y era el que estaba junto a él. Nadie se quería sentar con él, le tenían miedo-- entro la maestra una mujer que fácilmente superaba los 60 años, increiblemente delgada y bajita, con el cabello corto y esponjado de color castaño. Cerró la puerta detrás de ella y comenzó la clase sobre el siglo de oro.

Su voz ronca y lenta era como una canción de cuna para Jake que comenzaba a cerrar los ojos. Sus parpados comenzaban a ceder por completo cuando la voz que le provocaba más sueño en el mundo ceso y fue reemplazada por una más aguda y alegre.

-lamento llegar tan tarde pero soy nueva y... me perdí- dijo esa nueva voz

-primera y última vez- dijo la maestra -tome asiento-

Jake se quejó en susurros, porque sabía que solo tenía una opción: el lugar junto a él. Escucho como los delicados pasos casi de bailarina llegaron junto a él y se sentaron, después un golpe que supuso era la mochila al dejarla al suelo. Pero no volteo a ver a la chica nueva.

-Hola soy Alice- él sabía que le hablaba a él por lo que se obligó a levantar la cabeza y poso sus ojos en la chica que la miraba con una sonrisa. Su cabello caía lacio hasta media espalda y de un color rubio casi blanco, con un flequillo que le cubría el ojo derecho. Su piel estaba ligeramente bronceada y unos labios carnosos y rosáceos.

Jake estaba embelesado por la belleza de la chica que tenía enfrente hasta que clavo sus oscuros ojos negros en los de ella, verdes como una hoja en plena primavera. Esos ojos ya los había visto antes y cuando recordó donde los había visto un escalofrió le recorrió el cuerpo. Eran los mismos ojos de Judith.

-Jake- le contesto inexpresivo e ignoro la mano que ella le extendió y que al final dejo caer al costado.

-mucho gusto, y...- ella trataba de buscar un tema de conversación

-despiértame cuando acabe- le interrumpió bruscamente y se dejó caer sobre sus libros ignorando a la rubia que lo miraba confundida y las risas de Judith, comenzó a ver por la ventana hasta que fue cerrando los ojos, hasta quedarse dormido.

En sus sueños volvía a la vez que encontró a Judith engañándolo y la mato. Estaba empezando a temblar y pronto comenzaría gritar cuando sintió que alguien lo movía tímidamente. Despertó de un brinco que hizo que la rubia que estaba tratando de despertarlo también brincara asustada.

-¿qué?- le dijo cortantemente

-te quedaste dormido y la clase acabo- le contesto ella tímidamente. Fue cuando Jake miro a su alrededor y noto que eran los únicos en el salón

-aja- se paró guardo sus cosas lo más rápido que pudo y se dirigía a la salida arrastrando la mochila

-si de nada- dijo la chica para sí, porque si había algo que no soportaba era que la trataran mal. El la volteo a ver y la fulmino con la mirada. Después salió colgándose bien la mochila y dejándola sola y con ganas de gritar molesta. Solo sabía su nombre y ya lo odiaba.

-¿por qué no me despertaste tú?-.pregunto a su hombro

-porque yo quería que durmieras no quiero ir a tu siguiente clase- contesto Judith quejándose -pero esa rubia tonta no dejaba de intentar despertarte así que la deje-

-¿le hiciste algo?- alzo un poco la voz

-¿acaso importa?- él no le contesto lo que le enojo y se apareció frente a él. Como siempre con su vestido rojo. -no me digas que te gusto la nueva-

-no digas tonterías-

-no me des razones- le dijo algo molesta. Sus ojos brillaban. El sabia a que se refería: "no me des razones para hacerle daño"

-cállate y déjame en paz- le dijo el casi gritando, lo cual llamo la atención de todos. Pero los ignoro y siguió caminando con la mirada baja y en su mente un rostro que por primera vez en mucho tiempo no era de Judith. Solo podía pensar en su piel ligeramente caramelo enmarcada por unos cabellos como plata, unos labios besarles y sus ojos. Esos ojos como bosque llenos de vida.

Era un hecho le gustaba la chica nueva, Alice. Se tendría que alejar sabia de primera mano que a Judith no le gustaría y le haría daño. Ya le había pasado a los 19 años conoció a una chica menor, era linda con el cabello rojo, la piel blanca con pequeñas pecas en la nariz y mejillas y unos ojos color canela hermosos. Cuando Judith termino con ella estaba tan espantada que se mudó y nunca la volvió a ver. Después de eso dejo se fijarse en la chicas.

No entendía por qué Alice le llamaba tanto la atención, porque se puso a pensar en ella. Pero sabía que no estaba dispuesto a perderla, ni que sufriera.

Malos pensamientos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora