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Francesca,

Tu llamado fue una sorpresa. No voy a negar que anhelaba oír tu voz, pero no era la conversación que esperaba ni deseaba tener. La verdad es que todo el rato que hablamos me sentí decepcionado al escucharte a ti dar explicaciones de qué había pasado en realidad. Está bien, sabes que te perdono por haber dejado que Sheridan te viera... haciendo eso.

Con respecto al tema de Serena, no me refiero a sus típicos bajones en los que se cierra en ella misma y no quiere hablar con nadie. Le pasa algo más, solo lo sé. Llamé a su escuela para verificar si estaba bien con sus compañeros y su maestra me dijo que nada fuera de lo normal ha pasado, aunque sí la nota distante y triste.

Dudo que sea el tema de la comida, pues he estado controlado darle alimentos sin gluten en todo momento y Sheridan hasta comió lo mismo que ella para que no se sintiera mal. Le prometí que esta semana sería yo quien la llevaría a sus turnos con el odontólogo y el oftalmólogo, y me sonrió... pero nada más, cuando siempre suele entusiasmarse.

Sabemos que no le gusta ir ningún tipo de médico sola.

Intentaré hablar con ella la semana próxima. Por suerte nadie la ha molestado en el último tiempo y Sheridan me dijo que cuando él está a su lado nadie se atreve a decir algo malo sobre ella. Ese niño es todo una fiera cuando se trata de sus hermanas menores.

Ahora, ¿podrías decirle al amigo de tu hermana que aleje de ti? Aún eres mi esposa. Aún eres mía. ¿Te gustaría que yo esté viendo a otra mujer? Sé que la situación sería diferente, pero el sentimiento de traición persistiría.

Espero que no estés pensando, ahora mismo, que te fui infiel porque nunca lo he hecho. Desde que te vi ese día en el partido de fútbol en el que nuestras escuelas se juntaron no tuve ojos ni mente ni corazón para nadie más. Lo sabes mejor que nadie.

Sé que nuestra relación nunca hubiera continuado si me hubieses visto mirando el trasero de alguna otra chica. Y no es que no lo hice porque sabía que me dejarías, matarías y luego alimentarías a algún perro con mis restos, sino porque nunca lo necesité. Tú eres la mujer que todo hombre desearía tener y yo fui demasiado ciego como para darme cuenta de que me elegiste a mí en lugar de a alguien mejor.

Espero que ahora tú te des cuenta de que mis intenciones no fueron malas.

Y que alejas a ese sujeto de ti.

Con cariño,

Jacob.

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora