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 Fran,

Tu visita ha sido lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.

No me malinterpretes, amo a nuestros hijos y adoro pasar los fines de semana con ellos. Reírnos, abrazarnos y hacer cualquiera de las cosas que sé que los hace felices. Pero nada se compara con haberte encontrado en el pórtico de mi casa nueva.

La verdad es que no lo esperaba, a pesar de mis continuas esperanzas. Estaba acomodando cosas en la habitación (si puedo ser franco, ya ni siquiera recuerdo qué cosas estaba acomodando y creo que en cuanto entre tendré que hacer un recorrido de mis memorias, pues me has dejado atontado), cuando escuché el timbre.

Pensé que era uno de mis colegas. Qué equivocado estaba.

Abrí la puerta y me encontré con la mujer más hermosa del mundo entero. Tu cabello oscuro estaba suelto, cayendo en hondas alrededor de tu rostro y hasta tu cintura, desparramado por sobre la gran bufanda que adornaba tu cuello esbelto y las enormes solapas de tu chaqueta favorita. A pesar del frío, estabas usando una falda larga de algodón, de esas que usualmente solo usas cuando estés en la comodidad de tu hogar. Con eso me di cuenta de que viniste a verme antes de arrepentirte y que ni siquiera pensaste en si tu vestimenta era adecuada o no para salir.

Tan preciosa con esa cara lavada y esa piel oliva descubierta del maquillaje que sé que amas y usas siempre que pueden con la excusa de que no quieres que nadie más que yo y tus familiares te vean como "un fantasma", como tú sueles decir.

Me dista una sonrisa tímida, casi imperceptible, y con solo eso lograste derretirme. Fue como si la pequeña llama de esperanza que tenía en mi interior se hubiera convertido en una llamarada. En esos cortos y milésimos segundos me sentí tan feliz, que ni siquiera encuentro las palabas para poder describirlo. Quizás no te importa, quizás no quieres escuchar de lo cursi que me pongo cuando pienso en ti y en nuestra familia, pero necesito que lo sepas. Ahora más que nunca, necesito que sepas todo lo que siento cuando te tengo frente a mí.

Mi corazón comienza a latir más fuerte, como cuando éramos adolescentes y estábamos embobados el uno con el otro. Admito que por un tiempo no me sentí así, mi dedicación ya no estaba en ti, sino en ser mejor para ti y para los niños... como si le hubiera puesto pausa el amor. Otra mala equivocación de mi parte. Estoy tan arrepentido de haberme comportado así.

Pero este tiempo me ha hecho recapacitar tanto... fui tan imbécil. Realmente los necesito conmigo, Francesca, necesito que volvamos a ser la familia que éramos antes de que la codicia se apoderara de mí. Mientras escribo esto sé que sueno como si estuviera loco y quizás estoy perdiendo un poco la cabeza, pero si llego a perder consciencia de lo que está bien y lo que está mal, al menos mis últimos momentos sanos serían pensando en ti, en Sheridan, Sierra y Serena.

Fue tan lindo poder conversar contigo otra vez. Fue hermoso sentir la química entre nosotros otra vez. Sé que esta visita no ha sido la última porque me dijiste que nos volveríamos a ver, ahora solo deseo que sea dentro de poco. Ansío volverte a ver y compartir esas pequeñas sonrisas que deben haber lucida tan bobas, pero fueron tan importantes para mí.

Te amo, Francesca, hoy y siempre.

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No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora