Luz entre las sombras:Episodio III

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Conque esto era una vida humana normal. Me agradaba. En cierto modo era reconfortante volver a vivir como solía haberlo, o bien se suponía que solía hacerlo. Will por su parte no bajaba la guardia en un solo momento. Profundos arcos morados comenzaban a surgir bajo sus ojos, lo que era preocupante.

-Entonces-dije el primer día que me llevo allí- aquí es donde vives...

El asintió seriamente. No podía evitar pensar que haberlo tocado lo estaba afectado. Tal vez para una persona ordinaria, los recuerdos que un ángel oscuro le brindaba podían resultar simplemente tristes, causar no mas que simple melancolía. Esa era la idea de todo aquello. Que los hombres supieran que la vida continua aun después de todas las guerras, muerte y enfermedades. Mas allá del dolor. Sin embargo Will no era ordinario. Sus memorias sobrepasaban todo lo que cualquier persona había visto, a pesar de su edad. Como cualquier semidiós. Todos tan jóvenes, todos tan heridos. Por un momento, cuando aun me sostenía entre sus brazos, temí que las viejas heridas de su mente lo llevaran a la locura. Pero aquí estábamos. Habían pasado tres días desde entonces.

En ese tiempo lo había observado vivir. Después de todo era humano, ese era mi trabajo. Hacía todo de formada metódica y ordenada. Siempre revisaba notas sobre algo que no alcanzaba a entender del todo. Después él se encargo de explicarme la razón. En primer lugar las palabras eran alfabéticas, si en algún momento las conocí , pues ya lo había olvidado. En segundo lugar estaban protegidas por algo llamado Niebla. Una especie de capa que separaba el mundo mortal del sobrenatural. Tampoco recordaba nada sobre este. La forma en la que hablaba sobre monstruos, hadas y demonios, harían que cualquiera que lo escuchase pensara que Will no era mas que un simple loco. Aunque podría decirse lo mismo de los ángeles, y aquí estaba yo.

Podía notar lo incomodo que resultaba para el hijo de Apolo hablar sobre mi antigua vida. Narrar cosas tan simples como la idea del calor y el frío, o la comida. La primera noche allí no le sorprendió que no comiera. Pero al otro día debí explicarle que no conseguíamos la energía necesaria para vivir a través de algo material como los alimentos. Resulto difícil hacerle entender que no almorzaría ni cenaría no por capricho, sino porque en verdad no lo necesitaba. Will murmuro algo y volvió a leer aquella extraña escritura que me por mas que me esforzara no lograba comprender.

La casa de los Solace estaba plagada de conmemoraciones, adornos y fotografías por donde fuera que uno gustase mirar. Casi todas de él y su madre, Maryse, acampando, cenando juntos, en el parque...y la lista continuaba. También había intervalos donde las fotografías parecían distoricionadas. Aunque luego de un tiempo podían verse con claridad todos los detalles. Niebla, supuse. Entre ellas se encontraba la de un grupo de chicos que lucían sus armas con armadura completa, sonriendo en dirección a quien capturaba el momento. Pude ver a Will a un costado, su cabello parecía mas rubio de lo normal, sus ojos azules igual de brillantes. Sobre una de sus manos tomaba el arco y con la otra rodeaba por los hombros a alguien...

-Tu, no sabes quiénes son ellos¿verdad?-murmuró él con el tono ensombrecido, quien parecía estar observándolo hace rato-¿ninguno de ellos?

Negué con la cabeza. Podía ver la tristeza surcando sus ojos. La forma en que sus labios que crisparon hacia abajo. Casi sentí que necesitaba hacer algo para recuperar a aquel chico de la fotografía: sonriente y amable.

-Ven aquí- dijo con resolución tomando el marco de madera que contenía la imagen, mientras comenzaba a andar en dirección a la mesa de la sala.

Aquel era el único sitio en el que había estado desde que me encontré en la casa de Will Solace. Cientos de libros e instrumentos se atiborraban a un lado del lugar, organizados a la perfección. Jamás creería presenciar un sitio con tanto orden. Después de todo el único hogar que tenia desde que mi nueva existencia comenzó era La guarida. Que de cualquier manera tampoco podría considerarse del todo un hogar. Simplemente caos por todas partes, destellos en medio de la oscuridad,ningún amigo. Los ángeles puros no tenían forma física, ni siquiera la mía o la de "ella" era completamente humana. En muchas ocasiones podíamos simular ser como los demás humanos, mezclarnos, pero no pasaba de ello.

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