Epílogo

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Tener dieciséis es complicado. Casi la mayor parte del tiempo. Mas considerando que el que esté vivo solo es consecuencia de una sucesión de milagros ocurridos a través de mi vida. La oportunidad de vivir que me dio mi padre, la de perdonar que recibí de Bianca, la de sonreír junto a Will, y finalmente un remate a la absurda jugada que empleó el destino... la oportunidad de volver a la vida.
Dos años distaban desde que luche por segunda y última vez en una guerra. Deseaba que permaneciera de esa forma por un largo tiempo. Sin embargo ahora todo resultaba impredecible. ¿Qué mas debía ocurrir conmigo?

-Se que estás despierto- oí a Will susurrar.

-Solo estoy pensando...- respondí abriendo los ojos.

-¿A cerca de qué?

Las palabras de Will se esfumaron en el aire, como volutas de humo, dado a que ambos sabíamos la respuesta. En todo. Existían un millón de cosas sobre las que podía hablar. Pero este momento era el único que realmente me importaba por el momento, al menos por ahora.
La señora Solace, Naomi; como a cada rato insistía que la llamara, decidió que nada era lo suficientemente desagradable como para destruir su relación con Will (desearía que ella mantuviera una severa discusión con Hades). Por ello me invitó a su pequeño festejo de Nochebuena.
El departamento lucía exactamente igual que en la realidad alterna en la que estuvimos atrapados: mismas fotografías e instrumentos musicales. Aunque los informes clínicos y el desastre fueron reemplazados por decoraciones navideñas.
Naturalmente las cosas durante la guerra eran distintas. Tan solo intentábamos sobrellevarlo. Recuerdo las velas que nuestro vecino colocaba en las ventanas de su casa, o a Bianca con su disfraz de la Befana repartiendo sus juguetes viejos a los niños en las calles.
Aun así fue una gran noche, todo lucía demasiado brillante a mi parecer, Will no era la excepción, aunque también pude notar cierta angustia en su rostro. Estar en cama durante casi un año no era exactamente una siesta rejuvenecedora.  En cuanto la cena concluyó descubrí el porque.
La madre de Will se despidió gentilmente antes de irse a la cama, dejándonos a ambos solos. Mis sentidos comenzaron jugar malas pasadas. Manos sudorosas, cosquilleo en las piernas y la sensación de insuficiencia. Tratando de palear el silencio busqué un pequeño paquete en mi chaqueta, luego se lo ofrecí.

- Se que no es mucho...

-¿Qué es?- preguntó esbozando una sonrisa- ¿debería abrirlo en privado?

-Eres un tonto.

Rasgó el papel con delicadeza sin romper siquiera un borde, lo cual me desquiciaba. De hecho era un regalo bastante tonto: mi antiguo juego de Mitomagia. En cuanto concluyó con la envoltura me sonroje sin una causa fija. Esa cosa me había acompañado toda la vida, y verlo en las manos del hijo de Apolo parecía casi irreal. ¿Cuánto puede cambiar una persona en todo ese tiempo?

- Creo que tenía una obsesión con esa cosa- murmuré- no tenía muy en claro el concepto de héroe...

-Ninguno de nosotros.

Al ver que mi mirada continuaba en el suelo agregó:

-¿Quieres jugar?

-Creo que no toco una de esas cartas desde que quise asesinar a Percy a los diez años.

-¿Todos tus pensamientos románticos comienzan con intento de homicidio?¿O simplemente fue una estrategia de conquista?

-Tu me encerraste tres días en la enfermería- rematé intentado defenderme.

-Yo también tengo un regalo- murmuró ignorando ese último comentario.

Sin embargo no comprendía la razón del misterio. Me condujo hasta el ático que se hallaba sobre su cuarto, una especie de error de construcción. Intentar que cerrara los ojos no fue una opción. No soy del tipo al que le gustan las sorpresas.   
Una vez allí, observe aWill manipular un artefacto que identifique como alguna especie de tocadiscos. La música comenzó a sonar al cabo de unos instantes, y me vi incapaz de poder contener las lágrimas. No tenía idea de como lo consiguió. Creí que todos los discos se habían perdido o utilizado para fabricaciones de algún tipo. Aún así, él lo logro. Al igual que siempre. Por primera vez no resistí el llanto, permitiendo que este resbalase por mis mejillas. Me encontraba en los brazos de Will. Nada malo podía ocurrir, porque este instante nos pertenece, podemos decidir que sucede con él y de que forma trascurre.
Por lo que me hallaba de ese modo, acurrucado en su pecho, oyendo las canciones que Bianca y mi madre solían cantarme de pequeño, cuando Will Solace me besó. Lo pude sentir todo: sus pensamientos, sus ideas, el temor. De modo que cuando le correspondí, buscaba darle respuestas a aquello que tanto lo inquietaba. Sus dedos se enredaron en mi cabello, para luego descender , provocando escalofríos a lo largo de mi espalda Poco a poco me permití ceder ante lo que ambos sabíamos acabaría sucediendo. Los besos se transformaron y repentinamente caímos en la cuenta de que venía a continuación.
Conseguí recostarme sobre un viejo camastro, mientras manos se posaban por debajo de la camiseta que llevaba puesta, lo que envió pequeñas descargas a lo largo de mi cuerpo. Finalmente vimos superada esa barrera. Permaneciendo así, contemplándonos  el uno al otro. Pero antes de que siquiera dijese algo él se me adelanto. Su voz era apenas un susurro.

Around us: Sombras del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora