La nueva Arena

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Effie chilla en cuanto los tributos del doce ponen un pie en el ascensor. Le dice a Peeta que ha llegado demasiado lejos, que una broma así es de muy mal gusto y que por su culpa Katniss tendrá que pasar por exámenes médicos que demostraran la mentira. Suben en segundos hasta la última planta. Cinna y Portia los esperan, los observan angustiados.

— Katniss — susurra el estilista de la chica y la aludida mira a Peeta con angustia, él asiente.

— Por eso tuvo que arreglar el vestido ¿verdad? — Interrumpe Haymitch mirándola con temor — ¿es cierto? — Effie mira al mentor, luego a los chicos, luego a Cinna y se sienta porque sus altos tacones no resistirán un momento más su cuerpo.

— Casi tengo cinco meses — musita acobardada mirando al suelo, Peeta se acerca a ella aferrándola a sus brazos — Cinna mandó un médico del Capitolio a que hiciera un análisis en mi sangre y... dio positivo— Haymitch, Portia, Effie e incluso los avoxes la miran con sorpresa.

— ¿Por qué no nos dijiste? — chilla la escolta en un tono tan rabioso que la hace irreconocible — No puedes ir a la arena Katniss — unos gruesos lagrimones echan a perder el maquillaje de la capitolina y ella cubre sus labios con su boca ahogando los gemidos de angustia.

— No había nada que hacer Effie — ella también llora ahora, enfadada en su interior por su estúpido estado de sensibilidad — soy la única del doce, no habrá cambio de reglas por mi... todos saben — suspira antes de seguir — que este Vasallaje es por mi culpa, por lo que hice con las bayas... mi embarazo — aclara tomando su vientre, Peeta coloca una mano sobre la suya — no cambiara nada.

— Preciosa, preciosa — Haymitch se acerca la toma por los hombros y la chica nota que sus manos tiemblan, que los ojos de la Veta la miran acuosos — tu... — no puede hablarle la abraza y ella se permite llorar en el hombro de su mentor que tanto la entiende, al que ahora ella tanto comprende.

La puerta de entrada se abre en un estruendo. Un puñado de agentes de la paz ingresan clamando el nombre de la chica en llamas. Peeta y Haymitch se colocan frente a ella protegiéndola pero sus pequeñas manos los separan y ella asiente. Gritan algo acerca del bebé, médicos y análisis y la toman por los brazos. Ejercen suficiente presión para que la chica se mueva pero solo la suficiente sin lastimarla. Peeta intenta ir con ella pero la mano del mentor se cierra con fuerza en su brazo susurrando que él nada puede hacer.

Los agentes se marchan cerrando la puerta y parece que nada ha pasado. Pero Katniss no está y ahora temen lo que pueda suceder. Portia intenta consolar a Effie que ahora llora con fuerza gritando que no es justo que su chica sufra luego de haber pasado por los Juegos una vez. Haymitch la lleva al cuarto antes de que vengan a llevársela a ella también. La abraza y la reconforta y pasa la noche entera en la habitación de la escolta.

Peeta se mete al cuarto de Katniss y se hunde en la cama de su amada sintiendo la invasión de su aroma en las sabanas. Se permite derramar un par de lágrimas pero sabe que no puede flaquear, que tiene que ser fuerte, que tiene que idear su plan.

Al otro día Katniss sigue sin aparecer. La televisión se enciende y Caesar aparece en pantalla junto a una Katniss que aparenta estar normal, pero todos en la sala sabe que esa chica en la pantalla está demasiado pálida, sus ojos demasiado fríos.

— Katniss Everdeen, nuestra chica en llamas, una parte de los trágicos amantes, una chica del distrito doce — presenta Caesar con fingida emoción porque se nota en sus ojos la tristeza, el dolor — tienes algo que decirnos cariño — afirma el presentador tomando la mano de la castaña que sonríe tímidamente.

— Si Caesar, gracias por recibirme con el escaso tiempo que queda antes de que inicien los Juegos — habla con lentitud, con una voz tranquila que nada se asemeja a la chispa cálida que tiene su voz — Peeta... él me ama ¿saben? — ahora habla a todo el país — y sé que puede parecer injusto pero los Juegos son una tradición para el país y... — Haymitch arroja su copa al holograma, están induciéndola para que diga lo que ellos quieren — nadie puede salirse, las reglas... no pueden cambiar — puede verse que la chica traga con dificultad — Haré todo lo posible para salir de los Juegos, victoriosa, una vez más — unas lágrimas se escapan de los ojos grises y Peeta no puede evitar acercarse a ella, intenta tocar su rostro, borrar las lágrimas como tantas otras veces con sus dedos — y hacer de este bebé — una fotografía de la ecografía sale en la pantalla detrás de Katniss y Peeta — esta niña, será mi fortaleza para seguir.

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