~KATNISS POV~
— Katniss — me giro tan rápido que me mareo, la voz que me llamaba proviene de la persona frente a mí y no puedo evitar que mis ojos se nublen — Katniss ¿Estás bien? — Es unos centímetros más alto que la última vez que estuvo frente a mí, no hay rastro de dolor en su rostro y sus labios tienen esa sonrisa que contagia a cualquiera — ¿Dónde está?
— Peeta — trago con dificultad mientras él acaricia mi mejilla quitando las lagrimas — Peeta estas bien, estas a salvo — tomo su rostro en mis manos, su piel pálida es cálida y suave— estas aquí...
— ¿Dónde estaría si no es contigo? — La intriga en su rostro me sorprende— ¿Dónde está la pequeña Bluebell? — su sonrisa es aún más grande, también sonrío señalando una cesta grande amoldada con unas mantas.
— Allí está la beba — afirmo deteniéndome en el nombre que le ha dado — Bluebell... — él se dirige hacia ella, cojea un poco, quizás le duela por la pierna artificial — Peeta...
— Dime — la toma en brazos, sus manos la manipulan con sumo cuidado, con tanto cariño que no evito la sonrisa — Hola preciosa Bluebell — murmura a la chiquilla y abre los ojos — Hey, tienes mis ojos pequeña — azul contra azul, mi corazón late a prisa — ¿estás bien Katt?
— Si, lo estoy — me acerco acariciando su cabecita besando los labios de Peeta, cálidos como en mis recuerdos — Bluebell es un nombre muy bonito.
— Hay unas flores que crecer cerca de la alambrada que llevan ese nombre — me mira y me pierdo en la bruma azul, mi corazón late desbocado— deberíamos ponerlas en su cuna.
— Peeta — le llamo la atención, su frente está abierta en un horrible surco del que brota sangre, que ahora chorrea por su mejilla — estas sangrando — estoy petrificada, me tiende a la niña.
— Claro que estoy sangrando tonta — me mira sonriendo — estoy muerto por tu culpa.
Grito tan fuerte que se que debo haber despertado a medio bunker. Busco en todos lados la cabellera rubia, los ojos azules, pero estoy sola. Cubro mi rostro y lloro porque temo que realmente haya muerto por salvar al trece, a mí, a su hija. El llanto de la pequeña me saca del estupor, la tomo en brazos, acunándola, canto la canción del valle en un susurro y logro que deje de llorar y vuelva a sus sueños vacíos de pesadillas.
Veo el reloj pulsera que nos obligan a llevar, son las cuatro de la mañana del día dos encerrados aquí. No me permiten salir del ala hospitalaria porque mi presión es demasiado alta y está claro que con semejantes pesadillas no bajara. No intento conciliar el sueño, en su lugar me dedico a atar y desatar nudos en la pequeña cuerda que me ha obsequiado Finnick.
A las tres horas, la pequeña vuelve a llorar y luego de verificarlo todo supongo que es hambre y la amamanto. Tarareo una canción para ella solamente, meciéndola con suavidad cuando ha terminado de comer para que se dormite en mis brazos.
— Hacia mucho no cantabas, bueno intentabas...— volteo a ver los ojos grises de la Veta — Katniss yo...
— Gale, no quiero pelear — aferro mas el bulto a mi cuerpo— no eres bienvenido en mi cuarto — estoy dolida y enfadada con él.
— Lo siento, está bien... — su tono es apenas más alto que un susurro pero me estremezco porque su rostro refleja los gritos que estaría dándome— siento no haber tomado tu mano para que tuvieras a la hija del condenado y traidor chico del pan.
— ¿Traidor? — la palabra quema en mis labios — aquí el único traidor está de pie en una puerta — suspiro porque no quería esta conversación, no ahora, no con ella aquí— eras... eres mi mejor amigo y las cosas no salieron como lo esperabas, yo tampoco esperaba quedar embarazada de Peeta, yo no quería hijos Gale y tú lo sabes — acaricio la manito rosada que se escapa de la manta— yo no quería...
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Es lo que hacemos
Fiksi Penggemar¿Qué hubiera ocurrido si el bebé fuera real? Un giro a la historia que tanto amamos.