Un descanso luego de la gira

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La gira de la Victoria ha terminado. No han convencido a Snow así que la vuelta a casa resulta dura para todos. Katniss está envuelta en una manta y mira el paisaje correr al lado del tren. Peeta la mira a ella porque a pesar de que todo es una vil mentira él no puede evitar el amor que siente por su aliada, por su "amiga". Se acerca a ella suavemente y se sienta a su lado. Unos ojos grises, tristes, lo miran de pronto, notando su presencia. La chica recarga su cabeza en el hombro del rubio y aunque en su mente sabe que está mal, su corazón late desbocado.

— ¿Qué haremos ahora Katniss? — su voz suena más atemorizada de lo que debería, teme por su familia, pero teme aún más por la de ella, porque sin Prim, Katniss no es nada y si ella se deja ir, el morirá también.

— No lo sé — suspira y él involuntariamente dirige su mirada a los labios rosados de la chica, deseándolos —Peeta...no quería ocultártelo — repite esas palabras por infinitésima vez desde lo ocurrido en el once.

— Katniss — se voltea hacia ella tomándola por los hombros — deja eso en el pasado ¿sí? Encontraremos la manera de solucionarlo.

Las orbes grises que hasta ese instante lo miraban fijamente se desvían observando el vacío vagón. Peeta cree que ella está dando fin a su conversación de esa manera y se sorprende al sentir el roce de sus húmedos labios en los suyos. Las fuertes manos antes posadas en los hombros de la castaña ahora viajan a las mejillas acariciándolas suavemente correspondiendo el beso. Un beso llano, pero aun así es más real que los que se dieron ante las cámaras.

— Estamos a unos quince... Oh— aquella pequeña exclamación en los labios de Effie hizo reír a Peeta.

— Ejem... ¿sí, Effie? — una sonrojada Katniss miraba a la escolta que se había quedado petrificada en su lugar, los había visto pelear durante todo el viaje, fue extraño encontrarlos así.

— Quince minutos para llegar al doce — exclamó con su horrible acento del Capitolio — los quiero arreglados, listos y bueno... juntos aunque quizás eso no sea algo que arreglar — la extravagante mujer guiñó su ojo derecho y sus largas pestañas casi se enredan con el gesto.

Los tacones resonaban mientras la diva salía del vagón principal. La chica de la Veta fue la primera en levantarse, le sonrió al rubio y se fue por el mismo lugar que la otra mujer había tomado dejándolo solo, tocando sus labios sin entender aún porque Katniss lo había besado.

...

Tres semanas han pasados desde que el Tour terminó y aún no había señales de Snow y sus represalias. Cinna y Portia ya habían pasado por el doce a tomar las medidas para confeccionar los trajes de novia para Katniss y de novio para Peeta.

La llegada del nuevo jefe de guardianes de la paz no es una novedad, pero sí lo son sus actos brutales para con los habitantes del doce. Los más grandes recuerdan actos parecidos ocurridos antaño. Para Peeta, Prim y Katniss ver como Gale, recostado sobre la mesa de la cocina de esta última, tiene la espalda en carne viva era todo un sacrilegio. La castaña no soporta ver el cuerpo medio muerto de su amigo y sale al camino que conduce a cada casa de la Aldea de los Vencedores. Prim convence a Peeta de que vaya con ella.

Él no se sorprende cuando la ve con sus manos en el rostro sollozando, acurrucada en la fuente que está en el centro del predio. Se queda ahí, de pie, sin saber muy bien que hacer. Por un lado está roto porque ella sufre, pero por el otro lado su corazón late a mil porque teme que esas lágrimas sean por amor más que por la amistad que comparte con el cazador. Se convence de que eso da igual, de que lo que en realidad importa es ella y se pone a su altura, rozando sus rodillas con las de ella. Katniss alza la mirada, los ojos grises chocan con los azules y ella se aferra a él haciendo que pierdan el equilibrio y caigan en la nieve.

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