Dos largos meses después de haber conocido a Abraham las cosas cambiaron mucho, mis padres hace mucho que no me golpeaban, aunque los idiotas del colegio no dejaban de molestarme, pero ahora todo era diferente lo tengo a el y nada más importa.
Luego de darme una ducha, y vestirme para ver a Abraham en la plaza, escuche un gritos provenientes de la cocina, era mi madre suplicando que dejaran de golpearla.
Mi padre le dió una bofetada y ella calló justo sobre la mesa de la sala de estar, la sangre mojaba el suelo, mi padre no se había percatado de mi presencia, hasta que un grito subió por mi garganta, mis ojos veían aterrada la imagen de mi madre, estaba muerta, el la había asesinado.
Vino hacía mi y me golpeo le suplique no siguiera, pero el no se detenía, reuní mis carentes fuerzas y lo empuje lejos de mi corrí hacía las escaleras de dos en dos, sentía los pasos de mi padre tras de mi.
Llegué a mi habitación puse el pestillo y un mueble que bloqueara la puerta, los golpes no cesaban, mis manos temblaban y mis lágrimas mojaban mi móvil, marqué el número de Abraham fueron eternos los segundos que tardo en responder.
— Hola hermosa ¿Que sucede?
— Abraham mi padre...
— ¿Tu padre? ¿Estas llorando?
— Mi padre mato a mi madre. Y quiere hacer lo mismo conmigo, por favor... Por favor ven por mi!
— Voy para allá.Agradecí el que días antes hubiera venido por mi para acompañarme al colegio.
Me senté en el suelo las lágrimas no paraban de caer. Estaba totalmente fuera de mi, no podía más, en 10 minutos más Abraham estaba abajo de mi ventana, dude en saltar pero mi padre estaba a punto de abrir la puerta, salí por la ventana lastimandome un poco al caer, pero eso no me importo, me fundí en un abrazo con Abraham el era el único que lograba hacerme sentir segura.
Me tomó de la mano y me llevo lejos de allí, ya en su casa, decidí llamar a la policía a ese monstruo no podía llamalo padre y merecía pagar por lo que hizo, mi madre no fue la mejor pero me dió la vida y yo siempre la amé.
Abraham no se separó ni un instante de mi, su mano siempre estuvo entrelazada con la mía, se encargo de hacer todo más fácil, y menos doloroso. No permitió ni un corte más desde ese día.
Al funeral de mi madre, asistieron pocas personas, mi familia no era un ejemplo a seguir y casi nadie nos aceptaba en ningún lugar.
Me había mudado a casa de Abraham, sus padres habían muerto en un trágico accidente te de auto, y el había quedado solo, bajo la custodia de una tía la peor persona del mundo, según lo platicado por el.
En su casa me sentía totalmente segura, la tristeza se había ido, el dolor era menos, casi inexistente, mi cielo había dejado de ser gris y el sol por fin salía para mi.
A su lado todo era mejor, con el no habían demonios detrás de mi sonrisa...
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Los Demonios Detrás Mi Sonrisa...
Teen FictionNo intentes sacarla de su infierno,si no podrás luchar con sus demonios....