Cinco

41 9 0
                                    

9 de Febrero

De nuestro primer beso juntos todo parecía de ensueño; nos entregábamos caricias, tú me cuidabas y protegías mientras que yo te adulaba y admiraba. Nos empezamos a ver aún más seguido, me sentía querida y tú te sentías adorado; abrazarte era lo que más felicidad me daba, porque sabía que ya no eran abrazos de amistad, sino de algo más...

Los besos, joder, de esos abundaba. Me encantaba enredar mis dedos en tus greñas cuando estabas cerca mío. Cuando tu rostro se encontraba a centímetros del mío, una fuerza de atracción me conducía rápidamente a tus labios y nos besábamos con gusto, produciendo miles de sensaciones nuevas en breves segundos.

Aunque tenía la incertidumbre de saber qué éramos después de ese primer beso, ¿amigos? ¿Pareja? Eso nunca me lo pediste.
A decir verdad, nunca nos consolidamos como algo. No eras muy adicto a las etiquetas, ya que te gustaba tener esa libertad; y no me molestaba en un principio porque sabía que si gustabas de mí no tendrías ojos para otra chica.

De los errores que he cometido, el más terrible fue confiarme de esa suposición que me hice. Y el error más costoso que he tenido fue encariñarme contigo. Me han dicho mil y un veces que de los errores se aprende, ¡pero yo sigo sufriendo cuando evoco tu recuerdo!

Cada día me enamorabas más, sin darme cuenta que con cada detalle que me cautivaba una nueva cadena me ataba a ti.

Mi lesión mejoró, dando paso a poder volver a salir. Todo era más emocionante que antes cuando crees saber los sentimientos de la otra persona; me gustabas y ya no tenía que fingir lo contrario: se sentía fascinante. Tal vez como estaba tan embobada con tu nueva actitud hacia mí no me di cuenta cuál era tu real intención.

Todas las relaciones parten igual: magia, novedad, diversión... Pero lo que sigue después de la primera etapa es lo que realmente pone a prueba tu unión con tu pareja, y eso que te puede llegar a separar de esta es el conocer cómo realmente es con quién estás saliendo. Las primeras citas siempre son divertidas, pero las segundas son las que evalúan la confianza que una pareja se tiene entre sí. ¿Por qué te digo esto? Porque el tiempo en que me sentí en el cielo contigo no fue más que la primera etapa de nuestra relación, y no me había dado cuenta de aquello en un principio.

No soy una mujer con un gran historial de hombres con los cuales ha estado, porque no me gusta hacer las cosas a la ligera, como a ti, así que deberás entender que esto que te estoy hablando ahora de las etapas y confianza nunca se me ocurrió que haría referencia a una relación. Sea como sea, con un poco de tiempo pude darme cuenta de lo que en verdad tenias en mente: tú no eras coqueto conmigo solamente, sino con todas las demás también.
Dentro de mi burbuja de felicidad no me percaté de aquello, pero pasada un poco la novedad me pude dar cuenta que tú ya no tenías ojos solamente para mí, sino para cualquier chica que se te hiciera atractiva.
Y ahí fue cuando mi corazón sintió su primera punzada de dolor, ya que recordé que nosotros no éramos nada. Manipulador, esa es la palabra que te describe a la perfección. ¿Por qué tuve que confiar en entregarte esa libertad? Joder, mis errores se iban acumulando y amontonando uno a uno; pero tú, oh, tú ibas planeando poco a poco cómo destruirme el corazón y sacar provecho al máximo.

Me enojé contigo, ¡claro! ¿Cómo no iba a enojarme? Dentro de mi corazón tú me pertenecías, pero me percaté tarde, por culpa de mi inocencia, que en tu corazón era una chica más con quien pasar el rato.

Te lo dije, te pregunté cuál era tu opinión respecto a lo que estaba ocurriendo, y por fin una de tus neuronas empezó a funcionar. Me preguntaste qué era lo que sentía por ti, pero no me atreví a decírtelo. ¡Imagínate qué tonta fui! Me acuerdo que me preguntaste algo importante esa tarde, me preguntaste lo siguiente:

«¿Tú me amas?»

«Amar es una palabra muy fuerte» te dije eso porque ya no estaba tan segura de haber alcanzado el verdadero significado de la palabra.

«Yo sí te amo» me respondiste.

Y esa fue la primera ve que no te creí, porque me era difícil creerle a gente que escupen a sus sentimientos con tanta facilidad, como si estuviera mintiendo.

Y ahora sé que mentir siempre fue tu fuerte.

¿Qué planeabas, chico?

Aquí está lo que te prometí (Concurso: UCAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora