Love Or Hate ? -Harry Styles

Capítulo 3

No no y rotundamente no. Me negaba a ir otra cena con ese estúpido de mi vecino.

-¿Y es obligatoria la asistencia? -pregunté como si estuviese en clase.

-Por supuesto que si, a ver si te piensas que te vas a tirar todo el día encerrada en casa -dijo ella como si fuese lo más sensato del mundo. 

Yo la miré perdonándola la vida ¿acaso no se había dado cuenta de que llevaba toda la mañana fuera de casa? ¿qué más quería? 

-Oh si ¿por qué no me echas directamente? -le dije sarcástica. 

Mi madre me miró y rodó los ojos. 

-Deja de ser tan exagerada y de quejarte por todo, vamos a pasar una noche en familia ¿estamos? 

Me miró esperando una respuesta. Yo no contesté, solo le mantuve la mirada como si estuviese retándola, como hacía siempre cuando no me gustaban sus planes y quería salirme con la mía, pero entonces su mirada se volvió más intensa aún y no tuve más remedio que rendirme.

-Estamos -contesté con voz de cabreo. 

Los siguientes minutos pasaron en silencio, hasta que mi padre decidió empezar a contar un montón de esos chistes malos que se sabe y se me pasó un poco el berrinche. 

-Vamos Scarlett ¡ese era gracioso! -dijo por enésima vez. 

Mi madre y yo nos miramos cómplices. Ella suspiró volviendo a su comida y yo le devolví la mirada a mi padre negando con la cabeza. 

-No papá, no lo era.

Mi padre resopló. El hombre lo intentaba, vaya que si lo intentaba, pero necesitaba mirarse un libro de chistes o algo, porque de verdad que eran malísimos.

-Verás, este si que os va a hacer gracia -dijo con emoción -¿qué es una uña dentro del agua? 

Mi madre y yo nos miramos de nuevo y después le devolvimos la mirada a mi padre. 

-Sorprendeme -le dije sin más.

-¡Una pezuña, pez-uña! -dijo entonces y como en todos sus chistes anteriores estalló en risas mientras mi madre y yo le mirábamos como si estuviese loco -vamos reíros, es buenísimo -dijo desternillándose.

Como podéis comprobar, no, no hacían gracia. 

-Déjalo Carlos, no te esfuerces más -dijo mi madre recogiendo su plato de la mesa. 

-No tenéis gracia ninguna -dijo el entonces haciéndonos reír a mí y a mi madre, lo que causó que se picase un poquito con nosotras. 

Entre los tres recogimos la mesa y la dejamos más limpia que los chorros del oro. Como solíamos hacer en Madrid, nos sentamos en el sillón y echamos a suertes quién elegía la película que íbamos a ver, y como era de esperar, gané yo, que para eso soy la mejor. Así que elegí la divergente, y al final les acabó gustando y todo. 

Al terminar la película estábamos todos medio muertos en el sofá, parecía que hubiese pasado un ángel. 

-Scarlett, necesito que me hagas un favor -dijo mi madre tumbada en una postura para nada seria.

Yo la miré como si la estuviese perdonando la vida, ya que, por supuesto, ya me iba a tocar levantarme. 

-Ves a la cocina, coge los tuppers de cristal que hay en la encimera y llevaselos a Anne -dijo poniendo esa sonrisita inocente que le pongo yo de vez en cuando, ya me estaba copiando.

-¿Es que no puedes ir tu? -dije repanchingándome más aún en el sofá.

-No, tu padre y yo nos vamos a ir a vestir, vamos a ir a comprar la pieza de nuestra ducha que falta.