30. Epílogo.

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Seis meses después...

Brooke

— Mamá, ¿es muy necesario que me ponga esta ropa para la mascarada de esta noche?

— Si Brooke. Fue difícil conseguirte el vestido, así que mejor, te lo pones.

— Pero es Verona en 2016, no en el 1700.

— ¡Brooklyn ya!

Resulta ser que la mascarada, se había cambiado para hacerse en el lugar donde se encontraba la casa, donde estaba el balcón de Julieta. La muerta. La de la historia de Shakespeare. Sí, esa misma.

Me puse el vestido rosado que me llegaba hasta los pies, era de una fina tela. Luego me coloqué mi antifaz y solté mi pelo.

— Ya, ya estoy lista —Mi madre se veía como una diosa griega.

— Bien, vamos, que tu padre y Felipe ya están allá.

— ¿No iban a esperarnos?

— No, justamente por eso estoy enfadada, así que vamos. Habrá gente importante allí.

Subí al auto y abroché mi cinturón. Mamá estacionó el auto lejos de la fiesta, por lo que tuvimos que caminar. Las calles de Verona son muy pequeñas, casi no pasan autos.

Nos dimos cuenta que habíamos llegado, cuando una mujer reconoció a mi madre y la saludó.

— ¡Brooklyn Capuleto! —La mujer rellenita me abrazó y casi desarma mi perfecto peinado.— Te conocí cuando eras así —Apretó su dedo índice con el pulgar— Bueno, no así, mejor dicho así —Abrió sus manos como si estuviera sosteniendo un saco de patatas. Asentí dando una leve sonrisa, y cuando la mujer se distrajo me escapé de allí.

La casa estaba que rebalsaba de gente y yo, ya quería irme. Tomé una copa de champagne que me había ofrecido un mozo.

Me senté en una silla que estaba cerca y a lo lejos divisé a mi hermano charlando con una chica. Desde que habíamos llegado a Italia, no para de conquistar a todas. Reí viendo cómo quería llevarla a bailar, se veía patético, la niña solo lo rechazaba.

Mi vista cayó en la de un chico, que también me miraba. Parecía muy guapo de lejos. El me guiñó el ojo y siguió charlando con otro chico que estaba junto a él.

Un hombre se paró en una esquina, tomó el micrófono y comenzó a cantar Thats Amore.

Suspiré y me puse más firme en el respaldo de la silla. El chico que antes miraba se me acercó y me sonrió.

Perdono, ¿quiere bailar conmigo esta noche está bella dama? —Reí ante su comentario. Este tipo parecía un ridiculo italiano. Su máscara y vestimenta, que parecía el disfraz del príncipe encantador me mataba.

Si tengo que decir que si, diré que sí.

Me paré y comenzó la pieza de baile. Sus ojos eran hipnotizantes, y no me sentía así desde que había estado con Dy... Bueno, ya no importa el, ni su nombre.

— Siamo spiacenti, ¿te conozco? —preguntó.

— No, lo lamento, pero yo a ti no.

— Bien, espero que sigas disfrutando el baile que mi padre ha preparado. Arrivederci.

Mamá se volvería loca si sabe que he bailado con el hijo del dueño del baile. Está tan loca que haría que salga con el tipo.

Salí al balcón de la casa, bueno, mansión. Tomé aire y me percaté que estaba parada en el "balcón de Julieta".

— Bella principessa, ¿eres tú con la que he bailado esta noche? —Miré hacia abajo. De nuevo este tipo.

— Si, soy yo —Bajé del balcón y lo miré fijamente para encontrarme de nuevo con sus ojos, detrás de la máscara.— ¿Quién eres? —sonreí.

— No, tú quién eres.

— Mi nombre es... Brooklyn.

— ¿Brooklyn? Mi, mi ex novia se llamaba así —Reí en seco. Como si me importara la ex de este tipo.

— ¿Tú?

— Dylan, un placer.

— Espera... —Le saqué su antifaz.— ¡¿DYLAN?! —El también sacó mi antifaz.

— ¡¿BROOKE?!

— ¿QUÉ HACES AQUÍ? —repetimos.

— Vivo aquí.

— Mi padre es dueño de una de las empresas más conocidas aquí, nos mudamos hace dos meses —dijo obvio.

Unos golpes interrumpieron nuestra charla y lo que parecía ser un desastre aquí estaba adentro. Corrimos y todo estaba tirado.

— MONTESCO, ¿eres el dueño de esto? —escuché decir a mi padre.

— CAPULETO, ¿trabajas aquí?

Y a partir de ese momento, supe que este no iba a ser el final para los Capuleto y los Montesco.

Familias en Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora