9. Piscina.

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— Dylan haz algo —chille.— Me derrito... —puse una mano en mi frente.

— Estoy apreciando mi corona, no molestes.

Hacía más de diez minutos que estábamos ahí adentro. No lo soportaba. Era insoportable. ¡Y era tan estúpido!

— Idiota.

— Mojigata.

— Niño rata.

— Niña cinéfila.

— Eso no es algo malo, ¡estúpido! —El levantó el hombro en señal de que no le importaba— Ayy eres desesperante —El comenzó a mover la banqueta del asiento, esta chillaba mucho.— Y para de moverte que ese ruido se me hace insoportable —El comenzó a hacerlo más fuerte y después paro.— Al fin, gracias —continuó y paró— ¿Acabaste?

— No, espera —siguió y paró.— No me disculparé. Mis gases necesitaban hacerlo.

— ¡Ay por dios! —corrí a la puerta.— ¡Sáquenme de aquí! —Escuché a Robert diciendo "seguro Dylan se está tirando pedos.

— Este moño me tiene harto —Dylan dijo quitándoselo.

— Nunca te lo hubieras puesto, niño.

— Tenía que estar presentable. Tú viste la cantidad de chicas buenas que hay allí afuera —Mordío su labio inferior y luego abrió su boca.

— Cerdo.

— Siempre lo dices.

— Tengo una duda... ¿Cómo sabes lo de cinéfila?

— Fácil. Recuerdo que a los diez años estabas en el jardín, haciéndole competencia a mi limo-limo-NADA —lo corté.

— Se llamaba así porque solo era un vaso de agua con una semilla de limón, ni siquiera se sentía el gusto.

— Bueno, y en vez de ponerte un puesto de limonada pusiste uno de películas y recuerdo que las recomendabas y eso.

— Si... Yo también lo recuerdo.

— Solo es uno de los tantos vagos recuerdos que tengo en mi memoria, sobre nuestras competencias.

— Dylan...

— Brooke...

— ¡TE ODIO! —repetimos los dos al mismo tiempo. Luego reímos.

— Esa frase definitivamente nos marca —comento.

— Quiero salir de aquí. Está empezando a hacer mucho calor.

— Lo sé, tampoco lo soporto.

— ¿Y si abrimos la puerta de la piscina y vamos allí?

— ¡Claro que no! —grité.

Merlina

— Juro que intento, pero no puedo más del sueño.

— Ve a descansar, yo me quedo de guardia —dice Robert.

— Gracias.

Fui hasta el jardín de invierno. Es mi lugar favorito. Nadie nunca entra allí, porque está "abandonado", pero yo le di unos toques de glamour. No soporto ver las cosas maltratadas y solo quería darle un poco de color.

Me acosté en el banco de cerámica. Estaba demasiado duro, y mi espalda dolía. Pero el cansancio me vencía.

— Mer —Abrí los ojos y allí estaba Patrick.

— ¿Qué haces aquí?

— Solo quería ver cómo estabas.

— Cansada. Muy cansada.

Familias en Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora