27. Confianza.

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Dylan

Me quedaba poco tiempo para invitar a Brooke al baile. Ella seguía súper enojada conmigo, pero la sorpresa que le daría haría que me perdone hasta lo imperdonable.

— Debes estar más confiado, hermano —Bruno me dió pequeñas palmadas en la mejilla.

— Lo sé, solo que mis manos están sudando, estoy solo un poco nervioso.

— ¿Dylan Montesco nervioso? —Robert hizo una falsa risa y luego clavó su vista en mi.

— ¡Tú jamás has estado nervioso! El título de Mr. Confianzudo está en tu frente.

— Ya viene —anunció Patrick por el walkie- talkie.

Bien, ¿mi traje está bien no? Una corbata hubiera sido mejor que el moño pero...

— ¡El moño es perfecto! —Me abofeteó Gracie. Esa chica era intensa.

Bien. Yo estaba vestido de traje, esperando a Brooklyn detrás del centro comercial, en la pista de skate. Era la hora. Ella no se esperaba esto, creía que Merlina y Ámbar la llevarían de compras.

<<Tan ingenua>>

Todos mis amigos se escondieron. La pista estaba vacía, y todos lo reflectores apagados. Era el momento.

Brooke

— ¡Brooke, ¡mira! ¡ofertas! —Ámbar señaló hacia atrás. Me di vuelta rápido y no vi nada.

— Aquí no hay ninguna... —Merlina y Ámbar no estaban.— Oferta. Chicas, si es una broma, no es divertida.

Algo chocó contra mi pie. Dirigí mi vista hacia abajo. Un autito pequeño a control remoto. Este tenía una cartita. La tomé y la abrí.

"Una sorpresa en la pista de skate"

Miré hacia mis costados, para ver si había alguien, y nada. Bien, supongo que mis amigas idiotas están divertidas hoy.

Fui caminando hasta la pista de skate. Me pareció raro que todos los reflectores estén apagados. Este lugar me recordaba a Dylan. Sucio enbustero...

Una luz se prendió iluminándome.

— Solo te advierto, que si eres un maldito asesino, no me mates ahora. Espera media hora más, necesito un vestido para la graduación... Y una pareja también, y...

— Bueno, ya tienes pareja —Dylan vino caminando lentamente hacia mí con un ramo de flores. El me lo extendió y sonrió. Llevaba puesto un traje.

— No me gustan esas flores.

— Que bueno —Lo que parecían ser rosas comenzaron a lanzarme agua. El se estalló en una carcajada mientras yo me quejaba.

— ¡Eres un idiota! —Me sequé mis ojos y una lágrima cayó por ellos.

— Solo bromeo, solo bromeo —repitió.

— No, Dylan. Enserio lo eres. Te crees que haciéndote el Romeo, poniéndote un traje y hacerme ver cómo Julieta podrá cambiar todo. Te creí diferente. Jamás me había fijado en alguien como tú, tan... Tan... Arrogante, egocéntrico, torpe, creyendo que puede bromear con cualquiera en cualquier momento. Este Dylan —Lo miré fijo—, no es un buen momento.

— Brooke, yo jamás creí que me enamoraría en una psicótica, perra, malcriada como tú —pensó—, pero lo hice —Se acercó más y me miró divertido— Por eso, quiero que vengas conmigo al baile.

— No iré contigo.

— Aún no te lo he pedido, bruta —Me había pillado. Lo miré furiosa.

Los reflectores se encendieron de repente. Dylan miró donde se encontraba la pista de skate y allí estaban todos nuestros amigos sosteniendo una pequeña bandera que decía "Brooklyn, ¿quieres ir al baile conmigo?". Sonreí y lo miré.

— Te luciste —Levantó una ceja.

— Lo sé —Se me acercó y me besó.

Unos fuegos artificiales sonaban de fondo. La canción Desire se escuchaba en unos parlantes que había a un costado. Parecía todo salido de una película.

— ¿Los fuegos artificiales...? —dije separándome de su agarre.

— No me preguntes, porque no tengo idea.

— ¡Fue mi idea! —Bruno se apareció en el medio de Dylan y yo, rompiendo el romanticismo.

— Ay por dios, Bruno...

— Lo siento. Quería reconocimiento.

— Amiga, déjame decirte que la idea de Dylan fue súper romántica —comenzó Grace hablando al lado de Bruno—, pero Bruno me lo pidió en el Rosedal y me cantó una canción —Mi amiga se acercó más a mi— Un poco desafinado para mi gusto —susurró—, pero fue un gesto hermoso.

— A mí Patrick me lo pidió en la playa —presumió Merlina.

— Y a mí Robert me lo dijo mientras jugábamos ajedrez con su hermana, lo que fue raro, pero encantador.

— Bien, no me interesa. ¿Podrían darnos privacidad a mi chica y a mí? —dijo Dylan orgulloso. Todos rieron, supongo que por el "mi chica", fue tierno. El se dió cuenta de sus palabras y se sonrojó—. No es que te esté diciendo que eres mía, ósea... Digo que... —Lo interrumpí.

— Aja, si Dylan. Entiendo.

— ¿De verdad?

— No, no tengo ni idea de que me hablas.

Familias en Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora