20. Llegamos.

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Brooke

— Estaré bien, mami —deje un beso en su mejilla y repetí lo mismo con mi padre.

A mi alrededor estaban todas mis amigas igual. Yo solo sonreía y mi madre lloraba de la emoción.

— Mamá, solo será una semana. Tranquila.

— Lo sé, pero te extrañaré tanto —Ella lo dijo un poco descontrolada y volvió a abrazarme.

Pasajeros del vuelo 225,  con destino a Italia, por favor, formen una fila para ir abordando al avión.

Mi madre comenzó a llorar más fuerte y no quería soltar el abrazo, mientras yo trataba de forzarme de su agarre.

— Bueno —dije despegando su uña de mi hombro.

— Te cuidarás y llamarás, al menos, una vez por semana —Asentí al pedido de papa, que sostenía a mamá, la cual lloraba desconsolada.

— O dos —suplicó mamá.

— Bien, lo haré. Los amo —les lancé un beso a mis padres y a Felipe.

Me percaté que junto a mí venía caminando Dylan. Miré hacia atrás y los Montesco estaban al lado de los Capuleto. Esto no sería bueno. Mi madre se dió cuenta de esto y miró a Cheryl con desprecio. Ellas se abalanzaron y comenzaron a tirarse del cabello.

— ¡Mamá no! —grité como si fuera un gato.

Mi padre solo asentía divertido con una sonrisa en el rostro. Y yo creía que estaban grandes para tirarse del cabello en frente a un aeropuerto repleto de gente.

— Por lo menos estará entretenida por un rato Brooky —terminó.

Por favor, seguridad hágase presente para separar a la rubia y a la castaña que están haciendo pelea de gatas —El tipo del micrófono pareció percatarse de lo que dijo y aclaró su garganta.—, lo siento, que están peleando muy abusiva mente. —Miré a Dylan y reímos juntos. Luego nos volvimos a poner serios y continuamos nuestro camino.

El vuelo hacia Italia sería largo. Según mi boleto, mi asiento era el 62.

66,65,64,63... ¡Bin... ¿Go?

Hola Brooke —sonrió Lucca a mi lado. El se sentaba en el asiento que daba al pasillo. Genial.

Ignoré su saludo y me senté en el medio. Del otro lado estaba sentado ¿Pier? Agh, este vuelo si sería largo.

— Hola Brooke —saludo este con su acento francés.

— Les diré algo a los dos —Ellos me miraron divertidos— No pienso hablar con un bastardo y con un francés charlatán en todo el viaje. Bastante tengo que hoy no pude ir a las pruebas de modelo para Victorias Secret.

Estaba apenada. Mis amigas se sentaban bastante más adelante que yo. Y ellas estaban junto a sus novios, excepto Ámbar, que se sentó junto al profesor de italiano, unos asientos más atrás.

Lucca estaba apoyado en mi hombro izquierdo, mirando una película; y Pier estaba igual, de mi lado derecho solo que un poco babeado. Esto era asqueroso.

Moví mis hombros para que se acuesten del otro lado y yo tiré mi cabeza hacia atrás. Decidí descansar un rato, aunque no pude, así que me puse a ver una pelicula. Esta se llamaba Suicide Squad, estaba tan emocionada de poder ver esta película aquí.

— ¿Qué ves? —Una voz por detrás me sobresaltó. Dylan.

— Que te importa.

— Parecías contenta poniendo la película. Así que te pregunto, ¿qué ves?

— Suicide Squad.

— Oh por dios, ¿la película está aquí? Ya la voy a ver.

— Bien, y deja de molestarme —Rodé mis ojos.

...

— ¡Llegamos al hotel niños! —dijo el profesor Jekyll muy animado.

Me coloqué mis anteojos y bajé mi valija del autobús, que nos había prestado el aeropuerto para trasladarnos.

— A nadie le importa su emoción... —balbuceé por lo bajo. Varios de mis amigos lo escucharon y se rieron.

— Brooklyn Capuleto, parece que esta graciosita hoy.

— Siempre lo soy —sonreí irónica.

— No está el director de la escuela aquí para ponerle un castigo, ¿quiere que elija uno el primer día de estar aquí?

— Fliglio di puttana —Todos mis amigos empezaron a reír de mi comentario.

— Brooklyn, controlla il tuo vocabulario —Me cayó el profesor de italiano.

— Ma professore, io odio questo ragazzo.

— Sh.

No sabía que manejaba tan bien su italiano señorita —Jekyll me miró sorprendido.

— Tengo familia italiana y en la escuela tenemos un profesor de italiano —Lo señalé al hombre que daba clases.— Esta en mi sangre.

— Y no entendí ni una palabra de lo que dijo antes, pero estoy casi seguro de que fue algo malo.

— No se equivoca, stronzo —Antes de que terminara de contestarle ya habíamos seguido con el recorrido hacia el hotel, así que no logró escucharme.

¿Es enserio? ¿Le acabas de decir pedazo de mierda al profesor? —Rió Ámbar junto a mí.

— Si. Y la próxima dile a tu novio que no me interrumpa cuando hablo italiano. Bien que es el profesor, pero estamos en Italia y me manejo como YO quiero —Remarqué el "yo" con énfasis. Miré a mi amiga, que había puesto los ojos en blanco.

...

El hotel era muy bonito, en verdad. De afuera parecía un palacio. Llegar de noche lo hacía más lujoso, porque tenía unas luces iluminando el gran edificio. Por adentro tenía un estilo histórico, pero modernoso. La habitación que, compartía con mis amigas, tenía cuatro camas dobles, un gran placard de roble, una pantalla plana y un montón de cosas lujosas. Ni hablar del baño. En fin, este hotel no tenía como callarme.

Cada una se acomodó. Mi cama estaba junto a la puerta, y a mi lado estaba la cama de Grace. En frente mío, al lado del baño, estaba la cama de Merlina y junto a ella la de Ámbar.

— Chicas, ¡esto de ensueño! —sonrió Gracie tirándose arriba del colchón.

— Hay que mantener el orden, odio el desorden —dijo Ámbar. Todas me miraron.

— Esperen, claro que mantendré el orden.

Tocaron la puerta de la habitación. Caminé para abrir. Espero que sea servicio a cuarto. Anhelo su visita.

— ¡Brooky! —sonrió Bruno junto a Patrick del otro lado de la puerta.

Mis amigas estaban distraídas en el enorme balcón de la habitación. Lo único malo de ese balcón es que se conectaba con el de las otras habitaciones. Y al lado nuestro, esta el idiota Montesco junto a sus amigos. Genial, ¿no es así?

— ¿Qué quieres? —dije sería.

— Ver a mi novia.

— A nuestras novias —Patrick puso su mano en frente de Bruno para ver qué estaba allí. Yo no pude evitar reír. Osea era gracioso ver esa escena.

— ¡Sabía que te caíamos bien! —Bruno tocó mi pómulo.

— No me toques —Le dediqué una mirada asesina quitando su dedo de mi cara.— Tienen tres semanas para ver a sus novias. No me interesa. No los dejaré pasar. Ellas están disfrutando del balcón que conecta con su cuarto.

— ¿Qué? —los dos se sorprendieron.— ¡Asombroso! —gritaron.— Te amamos Brooke —Ellos se miraron cómplices y asintieron. Patrick besó mi mejilla izquierda y Bruno mi derecha. Y salieron corriendo.

Familias en Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora