Vacía...

245 19 7
                                    

Gritos... Gritos, llantos, golpes, Dios, ya no lo soportaba, no podía creer que aún estando tan lejos el tipo que solía ser mi "vecino" se las arreglaría para seguir molestando, el muy bastardo había sido trasladado al final del pasillo, si, exacto, lo tenía encima mío...
- Alice, tranquila, está bien, en algún momento vendrán a callarlo - Decía Damon tratando de calmarle, pero yo ya no podía
- No, no creeme que no, lo van a dejar haciendo su maldito ruido todo... TODO el maldito día, no... No va a callarse... - Dije con un tono de voz lento, como remarcando cada palabra y con los dientes apretados, estaba ardiendo en cólera
- Tranquila linda, no le prestes atención
- YO...!! ah... Lo siento... Solo me duele la cabeza...
- Está bien, descuida, recuerda que soy algo así como tu saco de boxeo verbal
- Reí ligeramente - Calla, no digas eso, está mal que te trate así. ¿Sabes?, yo era todo un amor antes de que me metieran aquí
- ¡JA! Esa si no te la creo
- Eres un grosero
- Me enseñaste muy bien
Me quedé recostada en el suelo viendo el techo, cerré los ojos y sonreí,
No me vas a ganar maldito bastardo...
Pensé recordando lo que había pasado. Cuando aún tenía la camisa de fuerza puesta, Él había venido, abrió la puerta y antes que pudiera hacer algo un guardia se dio cuenta de que alguien abrió y me culparon, estoy castigada dos días sin comer, pero de igual manera, Damon no es una persona con mucho apetito, y cuando le traen su bandeja me da una parte, no me siento cómoda con eso del todo pero, a decir verdad, ya no tengo fuerzas de casi nada... Es lindo pensar que trate de cuidarme haciendo ese tipo de cosas.
De la nada y de una forma repentina, alguien llegó a abrir mi celda, la misma cosa de la última vez, puerta abierta, camisa de fuerza, muchos guardias.
Me escoltaron hasta el consultorio... Hace tanto que no hacía este recorrido... Me caí algunas veces, estos tipos no tenían consideración alguna y me empujaban para que caminara más rápido, debido a lo que traía puesto, no podía poner las manos o hacer equilibro, además, como dije, estaba débil físicamente, entré al consultorio donde me sentaron en una silla, me quedé con la cabeza baja, mi cabello cubría casi todo mi rostro excepto mi ojo izquierdo que era con el que hacía contacto visual con el doctor, demonios, me veía un tanto... Aterradora.
- Alice Jefferson. Tiempo sin tenerte aquí.
- ...
- ¿No vas a responderme nada?
- No era una pregunta... No tengo argumentos qué responder
- Vaya. Buena respuesta. La usaré seguido.
- ¿Para qué me quiere aquí?
- Necesito estudiar tu comportamiento Alice. Me han dicho que estás mal. Muy mal.
- Solté una carcajada en voz baja, levanté un poco la cabeza, muy ligeramente, lo miré, sonreí- ¿Yo?, ¿Mal?... Creo que se ha equivocado de palabra
- ¿Que debí decir, entonces?
- Lo voy a decir de manera tranquila, que no quiero otro sedante en mi cuello.
Me. Estoy. Pudriendo. Viva.
¿Qué puede hacer usted, decirme que duerma y que me tome las cosas con calma?, ¿Preguntarme cosas inútiles de mi infancia?, ¿Profundizar con palabras complicadas el "por qué" de mi comportamiento?, ¿Sacar conclusiones absurdas, escribirlas y guardarlas en un gabinete?
- Decirte algo importante
- ¿Y qué es?
- ¿Ha estado hablando con alguien debajo de su celda, verdad?
- Si...
- Alice, esa celda... está vacía...

El Extraño Caso de Alice. #Gemma'sAdwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora