¿Puedes oírlos?, Por que aquí vienen.

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Hey, hey Alice, por aquí, miranos, por aquí, estamos aquí...
Despierto.
Mirando el techo que estaba pintado del mismo blanco que el del hospital, me sobresalto, peto caigo en cuenta de que no estoy ahí. Me senté en la cama y lo siguiente fue ir al baño, notando algo curioso... Aún tenía la herida que lucía como una quemada que apareció el día de la pesadilla con el hombre de la habitación de al lado, y ardía como cuando pones mucho tiempo la mano en el agua caliente pero esto no se pasaba por más agua helada que salpicara o cualquier cosa que hiciera y era molesto, muy molesto.
Tratando de actuar lo más normal posible que puede hacerlo alguien con la sensación de quemarse bajé las escaleras lentamente encontrándome con que Damon no estaba ahí, terminé revolcando la casa y no lo encontraba, debo admitir que estaba algo resentida.
Las horas pasaban y parecía encontrarme sola en casa, no entendía el por qué, nunca escuché a nadie irse pero aún así no me sentía sola, era como si mis padres fueran a salir en cualquier momento de su habitación y Damon... Supongo que fue a buscar a su hermana.
Pss, Alice, Hey Alice, aquí estamos, siguenos, miranos, estamos aquí...
¿Que?
Alice, háblanos
Miraba hacia todos lados, esas voces eran distintas, se sentían ahí, y fue cuando la vi.
La niña.
La niña castaña con bata de dormir y cabello castaño.
La que salvé de ser atropellada.
La que trata de llevarme todo el tiempo.
La que estuvo conmigo en el hospital.
Ella.
Esa.
O eso
- Shhh, por aquí, vámonos, antes de que nos vea
- ¿Quién eres?...
- No hay tiempo, por favor, vámonos
- Pero n-
- Por favor tengo miedo, vámonos
Antes de poder seguirla a cualquier lado, hizo una mueca de horror y retrocedió mirando un punto fijo, miré hacia ese lugar, y encontré al niño pálido que había aparecido en el baño hace ya meses...
Ahí sonriendo tan extrañamente moviendo sus brazos, vestido apenas con un pantalón rasgado, pero lo horrible no era esto, su rostro se estaba desfigurando haciéndolo quedar totalmente irreconocible y repleto de sangre, no era más que una masa extraña que se estiraba tanto y parecía que su cráneo se separaría en dos, su clavícula comenzaba a torcerse atravesando su piel y su brazo se arrancaba sin razón, él gritaba y gritaba, la niña estaba en un rincón llorando y tapando sus oídos llamando a su madre, yo solo estaba ahí, sin moverme, sin respirar ni emitir sonido alguno, levanté mi brazo al sentir el extraño dolor de un corte, y efectivamente, mis dos brazos estaban cortados de manera vertical y profunda manchando el piso y mi ropa, quise gritar, pero no pude.
Quise llorar, pero no pude.
Me caí al piso, y las voces regresaron.
Estas eran distintas a las otras... No tenían eco.
No estaban en mi cabeza.
Estaban dentro de la casa.
Y se acercaban.

El Extraño Caso de Alice. #Gemma'sAdwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora