8 de Abril: Recorrido.

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A medida que caminaba por todo el hospital, recibí todo tipo de apodos. Dios, Bruja, Perra, Satán, Oveja Débil, Sirviente, Niñata, Ángel, Mamá...
Me di cuenta que casi todos tienen algo con la religión. El hospital era bastante grande y oscuro, el piso subterráneo era el peor de todos, tenían a la gente más retorcida e insana, asesinos seriales, violadores, esquizofrénicos totalmente perdidos... No se por qué pero me aterraba la idea de terminar aquí. Seguía caminando acompañada de la guardia regordeta que calmaba a los internados que se alteraban, o en algunos casos, solo se quedaba como un intento. Llegamos hasta el final del último pasillo, había una celda grande y oscura con apenas una rejilla para pasar el plato con la comida, no y era de plástico, tenías que abrirlo por afuera, no me imagino estar en un lugar tan cerrado, abrí la rejilla y curiosamente me asome por ella, alcancé a distinguir a una figura de espaldas en posición fetal, estaba diciendo algo pero no lo escuché, me limité a intentar pasar la bandeja - No, a él no. El está castigado. Ayunas por dos días.
- ¿Eh?, ¿Por qué?, ¿Qué hizo?
- La curiosidad mató al gato señorita, solo obedezca. A él no.
Hice una mueca y subimos a la cocina, ya habíamos terminado.
Ayudé a los cocineros a acomodar y limpiar, yo no había cubierto todo el hospital, el otro chico que se había apuntado atendió los pisos de arriba y yo los de abajo, prácticamente lo repartimos a la mitad. Me llevé mi bandeja a mi cuarto y solo comí la mitad, no tenía apetito. A decir verdad sentía bastante interés hacia la persona del subterráneo, no se veía peligroso, es decir; he visto locos que actúan serios pero él, o ella era diferente, me acerqué a la ventana y moví mis dedos en busca del pasador de cabello que había visto ahí hace días, en cuanto lo encontré lo puse entre mis dientes para arrancarle las pequeñas bolitas de goma que sirven para que no te lastimes el cráneo mientras te los pones, lo torci un poco y lo introduje en la cerradura, lo moví varias veces hasta que finalmente la puerta se abrió, la moví lentamente y la dejé como estaba, caminé hacia la cocina, saqué una bandeja y puse algo de comida en ella, caminé silenciosamente hasta el piso subterráneo y llegué a la misma imponente puerta, abrí la rejilla
- ...¿Hola?
- ...
- Eh... Te traje algo de comer, me dijeron que te tienen en ayunas, debe ser horrible
Seguía sin responderme y no sabía cómo reaccionar ante esto, insistí
- Oye, está bien, no voy a hacerte nada
- Pero los guardias a ti si. Vete.
Era la voz de un hombre, o, mejor dicho un chico, sonaba distante y cansado y su voz me era tremendamente familiar
- Bueno... Dejaré la comida aquí
- Llévatela. Eres muy delgada. La necesitas más.
- Pero si ni siquiera has volteado a verme
- Ya nos hemos visto. Soy un peligro, largo
- Oye, no te creo, el tipo que está en la habitación al lado de la mía es un peligro, no tu
Él se dio la vuelta dejandome ver quién era. Era el chico de cabello blanco.

El Extraño Caso de Alice. #Gemma'sAdwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora