Capitulo 10

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*Alma*
-¿Abel? -digo sorprendida al teléfono, es la ultima persona a la que esperaba oír, y siendo sincera ya me había olvidado de el.
-Si, ¿tanto te extraña? -indica el.
-Mmm un poquito -le digo sarcásticamente.
-¿Tienes algo que hacer esta tarde? -me pregunta.
Me paro a pensar. Si. La verdad es que si tengo muchas cosas que hacer esta tarde. Tengo que estudiar sobre todo. Este finde no hize nada por andar de fiesta en fiesta. Bueno es lo que merezco al menos después de mis notas.
-Alma...- insiste el.
-Ah si, perdona.
-¿Si tienes cosas que hacer?
-Ah no no -digo riendo por mi nerviosismo.
¿Que acabas de decir? Tienes exámenes súper importantes para antes de las vacaciones de semana santa. Joder. Solo esperó que esta tarde merezca la pena.

Toca el timbre y regresamos a clase. Ahora caigo no he quedado a ninguna hora ni en ningún lugar con Abel. Bueno ya me dirá algo.
Matemáticas transcurre sin ninguna novedad. Al igual que Tecnología con los insoportables gritos de la profesora al igual que francés.

No han pasado ni veinte segundo desde que el timbre anunciaba el final de las clases y la gente se mata a empujones. Como sino fuesen a salir.
Salgo y veo dejado de caer a Abel en un coche. Me quedo paralizada. No puede ser. Dios me vaya a ver alguien subirme en su coche. Me quedo mirando hacia los lados, en busca de que no haya cerca ninguna cara conocida. El se da cuenta del pequeño problema y se monta en el coche. Yo corro hacia la otra acera y me monto rápidamente.
-¿Que haces aquí? -pregunto sorprendida.
-Recogerte, no lo ves -vacila el mientras arranca y salimos del aparcamiento.
-¿Quien te da libertad para ello?
-Tu.
-¡Yo! -exclamo y río.
-Habías quedado conmigo -se queja.
-Tu no me habías dicho ni hora ni lugar.
-Bueno, era una sorpresa.
-Pues vaya sorpresa -digo mientras miro por la ventanilla- Tengo hambre -me quejo.
-Ya lo imaginaba -dice.
-¡Me estas llamando gorda! -exclamo.
El me mira y no puede evitar estallar en risa.
-Yo no he dicho eso, solo que lo normal es que tengas hambre.
Me mira y me dedica una bonita sonrisa. Pero muy bonita.
-Mira para la carretera o la guardia te multará.
-No me puedo multar a mi mismo -vacila.
-Ni que fueses policía -digo y me río ante mi ocurrencia.
-Policía no -rie- formo parte del cuerpo nacional de la guardia civil.
Lo miro con sorpresa y el lo percibe.
-Te has cagado al saber que ibas con un guardia EH - dice riendo.
-Un poco la verdad -digo- es que no me lo creo -me río.
-No te voy a meter en la cárcel, además tu único delito seria ser tan preciosa -dice y yo me ruborizó.
El lo nota y sonríe mientras sigue conduciendo.
Nos paramos en el burger king.
-¿Aqui vamos a comer? -pregunto mientras me bajo del coche.
-No exactamente- dice mientras entramos.
Nos ponemos en la cola mientras cada uno decide lo que va a pedir.
Abel lo pide y lo paga. Nos montamos en el coche y emprendemos camino.
-¿Y ahora trabajas? -se me ocurre preguntar.
-Si, pero solo 5 días a la semana y media jornada.
-¿Y eso es malo? Porque tu tono de voz no ha sido muy alegre que digamos.
-Claro, porque así gano menos y me pueden despedir en cualquier momento -dice y me mira, con su penetrante mirada.
-Ya entiendo -digo cojiendo una patata del paquete.
-Ya vas a empezar- me regaña.
-No es mi culpa llevo unas pocas de hora sin comer -refunfuño.
-Es broma tonta -dice mientras pone su mano en mi pierna- yo también me muero de hambre -me aprieta la pierna y lo miro- no pienses mal -la quita- digo que llevo toda la mañana trabajando -me río, menos mal que a echo la aclaración, porque con lo mal pensada que soy.
Llegamos a en medio de la nada, hay unos tipos de merenderos y un paisaje muy bonito.
Me bajo y miro el sitio con recelo.
Abel se ríe.
-Nunca he sido una chica de campo -le digo.
-Deberías.
-Lo se, pero abandone mi pueblo natal muy pequeña. ¿Y tu como sabes eso?
-Yo lo se todo -ríe y nos sentamos.
-¿Comenzamos a comer ya? -pregunto y el asiente.
-Tu ya has empezado -dice y reímos al unisono.


Terminamos rápido de comer, Abel me propone tumbarme en el césped junto a el.
-Hoy en cielo esta despejado- dice.
-No estoy ciega -vacilo.
-Por si acaso -le pego con el brazo.
Se gira y se inclina hacia mi. Dios. Que cerca están sus labios de los mios.
Lo beso. Me besa. Nos besamos. Durante minutos. Me siento tan bien, tan yo, tan trasparente.
Separa sus labios de los mios.
-Eres preciosa... Tanto por fuera como por dentro -indica.
En ese momento volvemos a unir nuestros labios. El agarra mis caderas.
Le quitó la camiseta. Oh dios mio que estoy haciendo. Mejor dicho, que vamos a hacer. Mete sus manos por dentro de mi camiseta y empieza a ascender por mi espalda.

Deseo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora