Epílogo

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Epílogo

Cuando Alice entró en la habitación, vio a Pierde, su marido, tirado. Estaba con los ojos abiertos mirando al techo, pensativo.

-Pierre cariño -dijo ella entrando sacándolo de sus pensamientos y él sonrió al verla.

-Señora Lumiére -dijo él galán y ella se sentó a su lado riendo.

Ahora, aquella pareja de coristas, ya tenía sesenta años. Llevaban treinta y siete años felices de matrimonio, se decía pronto. Pero más años en los que se conocían.

La puerta sonó y ambos dijeron que aquella persona pasase.

-Señores -les dijo el hombre-, les llaman de Francia, es urgente.

-Después del concierto -respondió Pierre.

La pareja se había mudado a Nueva York después de casarse y tener éxito después de ir al conservatorio de Lyon.

El hombre hizo caso omiso y entró con el teléfono en mano. Miró triste a Lumiére.

-Se trata de tu madre, Alice.

Alice rápidamente lo miró y cogió el teléfono.

-¿Sí?

Mientras Alice se vestía mirándose al espejo, al terminar de arreglarse, vio cómo sus ojos se cristalizaban.

Pero siguió e intento estar bien para el concierto. Aquel día Pierre dirigía el concierto y ella debía estar allí para verlo.

El concierto estaba muy bien, todos lo habían hecho bien. Pero eso no quitaba la tristeza de Alice de encima, seguía ahí.

Más tarde los dos estaban en Francia, en el entierro de Violette. Una gran mujer.

Alice miraba con lágrimas la escena, no sollozaba. Pero lloraba en silencio. Pierre no lo evitó y la abrazó. La abrazó fuertemente mientras la lluvia caía.

-Vámonos a casa -le susurró y ella asintió.

Los dos ya en casa, ya estaban cómodos. En las paredes y mesas estaban portadas de revistas musicales en las que ellos salían en primer plano, premios y trofeos.

Mientras Alice se ponía la crema en la piel, Pierre cogía una libreta cuando el timbre de la puerta sonó. Pierre dejó la libreta en su sitio de nuevo.

Abrió la puerta y vio cómo un hombre andaba hacia él con un paraguas que tapaba su cara haciéndolo irreconocible.

Finalmente llegó y cerró el paraguas con un libro marrón en mano. Lo miraba con una sonrisa.

-¿Me recuerdas? -Morhange seguía sin saber quién era-. Fond de l'entang. "Mi padre vendrá por mi el sábado". Soy Pépinot.

-Claro -dijo Pierre formando con una sonrisa entendiendo-. Pépinot. ¿Cuánto tiempo ha pasado?

-Como cincuenta años.

Los dos entraron y Pépinot sacó el libro.

-¡Alice! -exclamó Pierre-. Ven, mira quién ha venido.

Alice salió del baño y entró en el salón confusa. Vio al hombre y se quedó igual.

-¡Alice, mujer, cuánto tiempo! ¡Me alegro de ver de nuevo a la única mujer del internado! Menos mal que me defendías allí. No sé qué habría hecho.

-¿Pépinot? -preguntó ella incrédula. Él asintió y ella puso sus manos en su boca, sorprendida-. ¡Pépinot! -exclamó y lo abrazó-. Anda, ven, ponte cómodo.

Los Chicos Del Coro (Morhange Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora