Capítulo 1

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Lyon, Lyon

Cuando el coche llegó enfrente del gran edificio, Alice suspiró. ¿Cómo los tratarían allí? ¿Cómo de diferente sería de Fond De L'etang? Muchas preguntas le carcomían, y la emoción se mezclaba con la incertidumbre. Tenía una presión en el pecho que sabía que no se iría hasta que sintiese que estaba en el sitio correcto. Pero estaba con Pierre, y era la parte buena. No estaba sola. Estaba con él.

Y así eran los pensamientos de él, al lado de la muchacha en el coche. Sabía que los primeros días podían ser difícil, pero se ajustaría a las circunstancias. Sobretodo, lo que más le molestaba era que su madre tenía un novio. Tenía la impresión de que lo había llevado hasta allí solo para poder pasar más tiempo con su novio sin tener que preocuparse de si le pegaban en el internado del infierno.

Los dos se sentían bien estando allí, más seguros, podía ser. Pero se sentían tremendamente mal por sus antiguos compañeros. Leclerc, Boniface... Y muchos más amigos. Al menos sabían que Pépinot se encontraba con buena compañía, Mathieu, más bien conocido como Cabeza de Huevo.

La madre de Pierre, Violet, abrió la puerta y sonrió a los dos niños. Ellos salieron rápido, pero por dentro se sentían inseguros.

La madre de Alice cogió las maletas de cada uno se las entregó, así, los cuatro se dirigieron a la entrada del edificio. La tripa le dolía a Pierre, solo de pensar que aquí estudiaría música, con compañeros y profesores nuevos, sin Rachin vigilándolos constantemente incluso si solo querían ir al baño. Podía ser bueno.

Enfrente del conservatorio había un lago enorme, y las vistas eran espectaculares. La verdad era que Francia era preciosa.

Entraron y llegaron a recepción, allí estaba un hombre de mediana edad, con una barba blanca y tenía mirada que transmitía bondad. Alice pensó en el viejo Maxence. Esperaba que todo no le recordase a su antiguo "hogar" por así llamarlo.

—Hola, somos las madres de Pierre Morhange y Alice Lumiére, son nuevos estudiantes aquí.

—Claro, avisaré a la directora. —les sonrió y salió para entrar en una puerta grande y blanca que había en la entrada.

Alice y Pierre se miraron, esta vez el que mandaba era una mujer. Había una directora. ¿Sería más estricta que Rachin? Si era así, no iba a haber diferencia en el cambio.

—Este sitio no me gusta —le susurró Pierre a Alice—, no hay nadie.

—Estarán en clase, Pierre.

Pierre asintió y miró al frente de nuevo tragando saliva. Alice se dio cuenta de lo raro que se veía con el pelo así peinado. Tenía la raya a un lado y estaba repeinado hacia un lado. No parecía el mismo. Pero estaba gracioso.

Minutos más tarde, el recepcionista salió de la sala en la que había entrado junto con una mujer muy guapa. Tenía el pelo rubio, le llegaba por el hombro con las puntas onduladas y su atuendo le pareció muy bonito a Alice. Era una falda de color azul oscura con una chaqueta del mismo color. Lo que no le llegó a gustar fueron los tacones, debían ser incómodos, además de feos.

¿Pero qué sabía ella sobre moda después de convivir con chicos?

Bonjour! —exclamó la mujer muy emocionada de ver a sus nuevos alumnos—. Clément Mathieu me habló mucho de vosotros, era vuestro profesor en El Fondo del Estanque —los dos asintieron mientras las madres sonreían orgullodas—, me dijo que tenéis unas voces espectaculares. Y eso no se puede desaprovechar, ¿verdad?

Los dos sonrieron de boca cerrada.

—Soy la directora Marinette, me gusta que me llamen por mi nombre.

Los dos asintieron. No dijeron sus nombres. Supusieron que ya lo sabía.

—Aquí tenéis vuestros horiarios —dijo dándole una carpeta diferente a cada uno-, y vuestro número de habitación. Las clases son de lunes a viernes, los fines de semana podéis pasarlo si queréis con vuestra familia, y por la tarde podéis ir alguna vez a verles si queréis. Pero necesitaréis un permiso de Adam —señaló al hombre de recepción— y tendréis un límite de tiempo. —Los dos asintieron de nuevo.—Las clases empiezan mañana para vosotros. Ahora os dejo despediros.

Se marchó, antes dándoles otra sonrisa y los dos niños miraron a sus respectivas madres.

—Te quiero mucho, Alice —le dijo a su hija acariciándole el pelo y Alice la abrazó enseguida. Aspiró su olor, olía a un perfume que tenía desde que ella era pequeña, siempre lo compraba, acabó siendo la fragancia que la caracterizaba, Alice nunca supo qué olor era exactamente.

—Yo también.

Pierre abrazó también a su madre, y Violet le dio un beso en la mejilla.

—Mamá, me has manchado —se quejó limpiándose el pintalabios de la mejilla. Alice y su madre rieron—. Nos vemos pronto.

Los dos se dirigieron a las escaleras y se despidieron de las dos mandándoles besos y saludos con la mano hasta que las perdieron de viscolchalice no pudo evitar sonreír al ver que estaba en un nuevo lugar. Estaba nerviosísima, pero tenía mucha curiosidad.

—¿A quién conoceremos? ¿nos haremos famosos?

—Claro que sí, Alice. Aquí todos nos preparamos para serlo.

—¡Estoy impaciente!

Los dos corrieron por los pasillos buscando las habitaciones. En algún momento un profesor salió de una clase para pedirles silencio, así que después aligeraron el paso para andar rápido y susurrar en vez de gritar.

—Espero que aquí las niñas no sean todas unas pijas —comentó Alice rodando los ojos—. O los chicos unos repipis quejándose de todo.

—Ya ves. —Pierre recordó el internado, allí todos eran como ellos, ninguno era un tiquismiquis que les estuviese criticando por todo—. Como comiencen a decirme lo que debo hacer creo que no aguantaré más siendo educado.

Llegaron hasta el piso de las habitaciones y miraron el número de habitaciones. Obviamente, estaban cada uno en diferentes.

—Bueno, nos vemos luego, ¿no? —preguntó Alice.

—Sí. Mucha suerte.

—Igualmente.

Cada uno se metió en su habitación, cada niño tenía un compañero de habitaciones. Alice tenía ganas de saber cuál era el motivo por el que habían metido a su compañera de habitación. A ella la habían metido por el canto y la música. Pero habían más plazos para más cosas.

La habitación era de color blanco, un poco soso, le recordaba a un hospital, pero el resto de la habitación no estaba mal. Habían dos armarios de madera, la colcha de la chica era de color azul con un estampado de rosas rojas. En su mesilla de noche tenía sus pertenencias, alguna foto también había.

En una foto en blanco y negro habían dos niñas. La más mayor tenía el pelo corto con flequillo, su pelo parecía muy negro y era muy blanca de piel. La niña de al lado era rubia con ojos claros, pero era muy, muy pequeña. Parecían estar sentadas en un césped con flores y sonreían abiertamente, estaban contentas. Alice no pudo evitar sonreír un poco al ver la foto. Tener un hermano tenía que estar bien.

Dejó su maleta en la cama libre y dejó su boina en la cama. Se la había regalado su madre, era de color negro, el negro le gustaba a Alice.

Se tumbó en la cama y miró al techo. Este era su nuevo hogar.

Los Chicos Del Coro (Morhange Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora