Los rayos de luz que entraban por la ventana la despertaron. Al abrir los ojos se sintió desorientada por un segundos, hasta que los recuerdos de lo pasado eses dos últimos días se agolparon en su mente. El día anterior había ido a buscar sus pertenencia a su casa para instalarse en la Mansión. Aun no se podía creer que su vida hubiera cambiado tanto en tan poco tiempo. Se quedó mirando el techo de su nueva habitación durante un largo tiempo, con la cabeza en mil sitios a la vez. Intentaba encontrar una lógica, un motivo, pero sólo se le ocurría que debía de ser la persona que peor suerte del mundo.
Se levantó poco a poco y colocó los pies en el frio suelo. El recuerdo de alfombra rosa que tenía al lado de la cama en su piso hizo que se le humedecieran los ojos. Era absurdo, pero echaba de menos su alfombra, sus cosas, sus muebles, su vida. Balanceó las piernas y se levanto de un salto. Miró a su alrededor en busca de la maleta que aun no había desecho y se puso un jersey que le llegaba casi a las rodillas y uno leggins.
Abrió la puerta un tanto incomoda, aun se sentía como una extraña en aquella casa.. Era bastante temprano así que no se sorprendió al no escuchar ningún ruido. Con cuidado salió al pasillo y se dispuso a investigar un poco más de aquel lugar que se había convertido en su nuevo hogar.
Recorrió el pasillo en busca de la puerta que llevaba al baño y a encontró a la primera. Se aseo y volvió a ponerse en marcha. Un rato después había recorrido casi toda la casa, sólo le quedaba bajar unas escaleras que dedujo, llevaban al sótano.
Aun no había llegado al final de los escalones cuando escuche unos ruidos. Al acercarse se encontró con un enorme espacio adaptado como gimnasio, con una cuantas maquinas, un espacio enorme para entrenar y en medio, Josh. No llevaba puesta la camiseta y parecía llevar bastante rato entrenando. Se movía como si estuviera practicando karate. Hana se quedo embobada viendo como cada musculo del cuerpo del chico se contorneaba al son de sus movimientos. Era como una danza que fluida de forma natural. De golpe se sintió incomoda, como si lo estuviera espiando, quiso dar un paso para delatar su presencia cuando un fuerte aroma le inundo la fosas nasales. Era como el olor del mar. Se quedó totalmente quieta y notó que se le aceleraba el pulso. De nuevo aquella sensación de que algo no era normal, pero en ese caso no sentía peligro alguno. Volvió a dirigir su mirada al centro del gimnasio, el chico seguía con su rutina cuando se paró en seco y en un parpadeo desapareció.
- ¿Te ha gustado el espectáculo?
Hana dio un respingo al notar el cuerpo de Josh a escasos centímetros de su espalda. Se giró por instinto y el olor a mar la dejo casi sin poder respirar. Apoyo una mano en la pared al sentirse mareada.
-¿Hana?-
- No te estaba mirando- Dijo en un susurro.
- Parece que te gusta negar lo evidente-
Hana levantó la vista y se centró en el chico que la miraba con una mezcla de curiosidad y recelo. Ya no olía nada. Era como si aquel aroma nunca hubiera existido.
- Sólo estaba recorriendo la casa. No sabía que estabas aquí abajo hasta hace unos segundos- Dijo alejándose unos pasos disimuladamente. Aun notaba su pulso acelerado y la cercanía de aquel torso desnudo no ayudaba nada.
- Estás roja-
Hana se sonrojo de forma instantánea.
- Hace calor aquí abajo- Dijo intentando avanzar para subir las escaleras y moviendo la cabeza para que el pelo le cubriera el rostro. Josh se avanzó y empezó a subir los escalones delante de ella. Hana suspiro de alivio al ver que dejaba el tema.

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Infectada
FantasyHana lleva toda la noche esperando a que su compañero de universidad, Josh Mils, le envíe su parte de un trabajo muy importante, pero cuál es su sorpresa cuando lo pilla de fiesta eludiendo sus responsabilidades estudiantiles. Hana sale de casa deci...