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Kaoru era empujada mientras era al mismo tiempo era amenazada por una pistola en su cuello, al ver la puerta que se atrevió la última vez a husmear solo pudo quitarse con furia las manos del chico.

-Quien lo diría- empezó - La última vez no lucías tan molesta al venir a mi habitación- le susurró en el oído.

-Que te quede bien claro- respondió viéndolo fijamente-No fui a tus aposentos por gusto-

El chico abrió la puerta empujándola, quedó frente a un espejo.

Vio como la miró de arriba a abajo.

A Kaoru siempre le había dado asco que la miraran, siempre odió llamar la atención.

O quizás los demás hicieron que la odiara.

-Creo que sabes a lo que venimos- tomó su mentón- Se que no eres tan ruda como pareces así que porque no te sientas y te relajas, será más fácil para los dos-

Al ver como se acercaba alzó la mirada.

-Vete al infierno-

Los recuerdos vinieron, a los quince años había perdido algo que muchas apreciaban como si fuera el más valioso tesoro.

Mientras que a ella le fue arrebatado en un oscuro callejón estando sola porque se había peleado con su tía, no escuchó sus advertencias de que era una joven hermosa que tenía que tener cuidado.

El tipo salió de la nada, la insultó, la lastimó, la desarmó.

No paró de gritar ni patalear en todo momento, aún cuando el tipo consiguió de ella lo que quería.

La dejó temblando en el suelo casi muriendo.

Su tía la había encontrado antes de que amaneciera, no paró de llorar.

Cuando sus hermanas se enteraron no pararon de maldecir.

El tipo fue asesinado a los pocos días.

Encontrado en el muelle con su inicial tallada.

Kaoru salió de sus recuerdos al sentir las manos de Butch en su cintura.

-Te haré sentir en la gloria princesa, por más que seas una simple esclava-

Kaoru se zafó del agarre furiosa tomando su espada, se volteó apuntando a su cuello.

-Vamos a dejar algo muy en claro- habló mientras le temblaba la mano- Si vas a abusar de mí no llamarme princesa-

Arrojó su espada al suelo caminando a la cama.

-No me dirás palabras bonitas como a todas las que han pasado por tu cama, no soy estúpida-

Se sentó mirándolo.

-Yo no soy ni esclava ni princesa- soltó cerrando los ojos.

Recordó cuando volvió a sufrir.

Las habían emboscado, no se daban por vencidas.

-¿Piensas cumplir con el trato que hicieron nuestros padres, princesa?- empezaron a amarrarla aplicando más fuerza-O va a seguir rehusándose-

Atada en la silla con una mordaza en la boca, su frente sudaba al ver a los tres sujetos frente a ella.

-Púdrete- susurró por lo cansada que estaba.

-Solo tendrías que aceptar, pero si quieres seguir sufriendo- dio una señal a los hombres para que se acercaran-Eso tendrás-

Los hombres de apariencia asquerosa y gran musculatura empezaron a sacarse la ropa.

Las ppgz y los rrbz [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora