-¿Que está pasando aquí?- Marinette no creía lo que antes sus ojos llegó a ver.
-Tuve la corazonada desde hace un tiempo, aunque no lo creí posible, al final eras tu todo el tiempo. Eres la persona a la que amo.- Dijo acercándose a ella.
Ella se retractó al ver que se acercaba.
-Entonces, lo has sabido todo este tiempo...-Dijo mirando al suelo.
-Si Marinette, pero yo-
-¿Te has divertido? ¿Has podido reírte lo suficiente no?- Dijo enojada. -Ha sido todo un juego todo este tiempo... El llevarme a esa cafetería y decirme esas cosas, las noches que hemos pasado juntos. Confundirme para solo saber mi identidad, además, las tenías todo el tiempo. ¿Por que no me las regresaste antes? Si sabías que era yo... Solo ha sido un juego de niños para ti. Sabía que la gente rica era egocéntrica pero tu... No te diferencias nada a ellas, que estúpida e sido al confiar en ti.-
Se colocó sus pendientes -Tikki, transformarme- Acto seguido se volvió a convertir en Ladybug.
-Marinette, no es nada de lo que dices, estas confundida.- Dijo rogándole.- Déjame explicarte mejor.-
-¡BASTA! No quiero volver a hablar del tema, ya lo sabes todo, puedes irte. No pinto nada aquí... y tu tampoco. - Al decir eso, cogió su Yoyó y salió volando entre las paredes de La Notre Dame.
Adrien se arrodilló en el suelo dando puñetazos. Estaba furioso y no sabía que hacer, en ese momento salió Plagg de su chaqueta.
-Adrien, no estés así, lo mejor es calmarse y intentar hablar con ella. Aunque creas que paso de todo, me preocupo.- Dijo animando a su amigo.
-Te dije que se molestaría... aahh... No sirve de nada estar así, cierto, vamos a casa. Mañana será otro día o eso creo.-
Se levantó del suelo y fue dirección a casa.
Desde una cúpula redonda, un hombre sombrío y solitario se aprovechaba de la tristeza y de la desesperación de la gente. Era Lepidóptero, intentando atrapar otra alma en pena.
-Esos amores no correspondidos... Son taaan dolorosos. Ahora que ya se la identidad de Ladybug y Chat Noir, es mi momento de aprovecharme de sus debilidades. Esperaré el momento perfecto para robarles sus prodigios, aunque sea lo último que haga.- Se cerró la cúpula, así durmiendo a las mariposas de estas.
Adrien llegó a casa y al abrir la puerta, en la entrada le recibía su padre. A este le resulto muy extraño, ya que apenas lo veía y no mantenía conversación alguna. Estaba al principio de las escaleras y con los brazos detrás de la espalda.
-¿Crees que son horas de estar por las calles?.- Dijo serio sin quitar mirada alguna.
Adrien, aún anonadado, reaccionó con retraso a la pregunta de su padre.
-Si... Lo siento... No volverá a ocurrir, te lo aseguro padre.- Dijo mirando al suelo.
-Estoy seguro de que no, te pondré un guardas espaldas por las noches, para asegurarme de que cumples con tus palabras.- Dijo mientras se iba a su habitación.
-¿Que? No puedes hacerme esto, no es justo, ¿Nunca has sido joven y has escapado de casa para despejarte?.- Dijo enfurecido al oír lo que dijo su padre.
-Si. lo fuí, y con motivos lo digo. Vives en una vida perfecta. No lo desperdicies por tontos caprichos. Debes de dar ejemplo del apellido Agreste. Ahora, me retiro, que no vuelva a pasar.- Al finalizar la charla, se ausentó a lo dormitorio.
Adrien entró en su habitación y solo hacía dar vueltas en ella. Entre Marinette y su padre, solo hacia aumentar su rabia. Al notar esto, su amigo Plagg salió de su escondite.
-Adrien cálmate, si estas así, caerás en las garras de Lepidóptero.-
Este al escuchar las palabras de Plagg se calmó. Se cambió de ropa y fue a la cama. Necesitaba descansar, había sido un día bastante duro.
Pasaron los días y no había signos de villano por alguna parte. Atracos a bancos y poco más, cosas que la policía de París podía ocuparse.
Adrien intentaba hablar con Marinette pero ella no hacía por mirarlo si quiera. No cogía llamadas ni le cruzaba alguna palabra agradable. Sólo se dedicaba a estar callada y no mirarle.
El chico rubio tomó la decisión de arreglarlo de alguna manera. Enviaba flores a su casa, escribía cartas de amor y de disculpa. Pero no había respuesta alguna. Desesperado, llamó a las únicas personas que podían ayudarle en estos momentos.
Quedó con Alya y Nino en la misma cafetería en la que quedó aquella vez con Marinette, tenía la esperanza que, algún día, ella pasase por ahí para hablar.
Llegaron y se sentaron. Alya estaba preocupada, ya que Marinette no le contó nada de lo ocurrido.
-Adrien, ¿Que ha pasado? Marinette esta distante, ausente, no es ella misma.-
-Eso tío, ¿Habéis discutido? Aunque es raro ya que Marinette no tiene el valor de decirte algo por que ella est- ¡AUCH! - Alya le dio un golpe en el brazo para que no continuase.
-Simplemente, descubrí lo que sentía y ahora ella cree que e jugado con ella durante estas semanas, casi un mes.- dijo mirando su anillo.
-¿¡Que ya lo sabias!?- dijo Alya sorprendida.
-Si... No quise decirle que lo sabía por miedo a que se enfadara así que quedaba con ella por las noches y así conocerla más. Al final obté por decírselo y se enfadó conmigo.- Dijo aún sin levantar cabeza.
-Tío, ¿y que sientes tu?.- Dijo Nino alunizando.
-Pues hacía tiempo que sentía algo, pero no estaba seguro, pero al fin, conseguí aclarar los sentimientos y decidí dejarme llevar, pero el problema es que ella cree algo que no es cierto.-
-Bueno, deja esto en mis manos.- Dijo Alya levantadose de la silla.- Yo se como arreglar esto. Solo espera. Vamos Nino, necesito de tu ayuda.- Lo agarró de la muñeca y se lo llevó.
Adrien se quedó solo en la cafetería. Sonó su móvil, era su secretaria, tenía que ir a clases de esgrima. Todos lo viernes iba. Tenía que cumplir con los deseos de su padre.
L.r.c
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El gato que se enamoró de la mariquita.//Miraculous Ladybug et Chatnoir//.
FanfictionAdrien Agreste está perdidamente enamorado de Ladybug, hasta que un día, su amigo Nino tubo un interés casual de Ladybug. Por una simple coincidencia, Adrien empezó a descubrir el gran secreto guardado por Marinette. ¿Y si la chica que anda tras la...