Capítulo 11 Todo por ella

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Al bajar del avión, llegaron a Madrid, unas de las ciudades más grandes de España. Pierre recogió sus maletas y ellos acompañaron a la muchacha hasta su casa. Estaba un tanto lejos del aeropuerto, pero el viaje merecía la pena. Al llegar, Adrien observó la casa de Andrea. Era un poco vieja pero acogedora, de color beige, de dos planta, con un jardín pequeño que daba a un parque repleto de árboles.

Entraron y dejaron sus maletas dentro de sus respectivas habitaciones.

-No es un hotel de cinco estrellas, pero bastará para ti, ¿no?- Dijo con un tono entre burlón y borde. Se veía que no le había agradado del todo.

-Eso creo, gracias de todos modos. Puedo costearme una habitación, nos marcharemos.- Dijo cogiendo su maleta.

-No lo dudo, pero las calles de España también son peligrosas para un minino como tu. Además, te recuerdo que me necesitas, así no tengo que ir a buscarte, me ahorro andar.- Dijo mientras se espatarraba en el sofá viejo que tenía.

-Encima de bruja, vaga. Lo tienes todo...- Dijo bajito.

Al terminar de colocar sus cosas en su sitio, se sentaron frente a frente. Pierre se quedaba fuera, por si las moscas.

-Bueno explícame que ha pasado.- Dijo la chica morena

-En resumen, la portadora de estos prodigios a perdido la memoria de lo ocurrido de estos últimos meses y el kwami no aparece. Creo que es causada por la fisura que tiene al golpearse.- sacó de su bolsillo los pendientes mostrándosela a chica zorro.

-Es lo más probable, debemos dárselas al maestro Fu- Dijo mientras observaba los pendientes.

-¿Quien es el maestro Fu?-

-Es obvio, el guardián de los prodigios.- Dijo molesta.

-Bueno, bueno. ¿Como sabes tanto de los prodigios? ¿Como sabes todo esto?- Estaba entre asustado y preocupado.

-Mi familia lleva siglos protegiendo a los guardianes de los prodigios. Esta información lleva de generación en generación.- Se levantó y sacó de un cajón un papiro de la antigua China.

En ella se ve como los antiguos elegidos de los prodigios habían luchado, protegiendo el mundo.

-Mi prodigio siempre ha protegido al maestro para que nadie sepa de su paradero ni le causen daño.-

-Entonces el puede arreglarlos.- Dijo aliviado.

-Primero hay que buscarlo y luego veremos si es capaz de arreglarlo.- Dijo serie, ya no estaba de broma como antes.

-Entonces... Tantos kilómetros para nada... ¿Y que pasa si no se reparasen?.-

-Pues que nunca recordaría que ella fue Ladybug.- Dio un sorbo al vaso de agua.

-¿¡COMO!? NO, ME NIEGO, NO PUEDE OLVIDAR ESO- Se levantó del sofá mugriento.

-También implica todo lo que en ella cabe siendo Ladybug. Osea, también de tu identidad secreta.

Al oír eso, este se volvió a sentarse. Comenzó a llorar de la rabia, estaba desesperado.

-No se va a morir tampoco. Si ella olvida todo, el prodigio volverá a estar en su estado natural y volvería a buscar a un portador.- Decía relajada.

-¿Que vas a entender tu? No sabes nada de ella, no sabes lo maravillosa y fuerte que es. Se merece más que nadie que sea la portadora de los pendientes. Nadie más que ella.- Furioso, se marchó al cuarto y dio un portazo.

Andrea se quedó callada, en el fondo, sentía pena del gato negro. Dejó que pasara unos minutos hasta que este se relajara Adrien.

-Venga gato sarnoso, prepárate. Vas a conocer al maestro Fu.- Adrien se secó las lágrimas y siguió a Andrea.

Tras varios Km, llegaron hasta una consulta quiromasajista.

-El gran guardián quita contracturas de espalda, muy emocionante.- Dijo en tono sarcástico.

-Si no te convence, volvemos a casa, no hay problemas.- Dijo irónicamente.

Adrien entró enfadado, Andrea solo sabía meterse con el. La chica habló con la recepcionista, al momento, los dejó pasar sin cita previa.

Adrien estaba emocionado, se imaginaba a un hombre grande y fuerte, mayor pero enérgico. Con aspecto de haber luchado en muchas guerras y sabio. Al ver al maestro Fu, sus expectativas re rompieron totalmente. Era un hombre mayor bastante bajito, andaba con bastón y no parecía muy fuerte que digamos.

-Buenas maestro, te traigo aquí al portador del prodigio de la destrucción, Adrien.- Dijo educadamente. Para el se le hacía extraño esa actitud, parecía hasta buena niña.

-Así que tu eres el felino rebelde que porta el anillo. Pareces buen chico. Dime que es lo que preocupa.- Dijo amablemente el anciano.

-Pues le traigo los prodigios de la portadora de Ladybug. En una batalla se rompieron y, por lo cual, el Kwami que lo custodia no aparece y ella parece tener amnesia...- Le hizo un breve resumen al maestro.

El anciano se acarició su barba durante unos minutos.

-Pues, hay una manera de arreglar esto. Esta fisura no es debida a la batalla. Su corazón esta roto, al estar roto, el prodigio se fisura en acto de defensa para que nadie pueda robarlo y utilizarse para actos malignos. Con consecuencia de la amnesia, debe de recuperar algo que ha perdido y le ha roto el corazón.- dijo serio.

-Ella estaba enamorada de mi, al descubrir su identidad secreta, ella estaba muy decepcionada, tanto que ni se convertía en Ladybug...-

-Entonces hazle recordar porque estaba enamorada de ti. Tienes que hacer que recuerde todo y solucionar todo. Te voy a dar una cosa. -Se levantó del cojín en el que estaba sentado. Abrió una caja secreta que estaba dentro de unos de sus gramófonos. En ella contenía un bote pequeño con un polvo morado.- En el caso que nada funcione, utilízalo. Rocíaselo en su cara y luego habla con ella, algo que ella solo sepa. Pero solo en casos extremos.-

-Gracias por todo maestro Fu. No sabes como te lo agradezco.- En ese momento un aura sombría cubre el cuarto del maestro y una voz ronca y siniestra suena por todas partes.

-Así que estabas más cerca de lo que pensaba, que pena que tu protector no se haya olido que estaba aquí. Deberías despedirla, si quieres te ayudo amigo mío.-

-IROS DE AQUÍ YA, ANTES QUE OS VEA. ES UNA ORDEN DIRECTA VOLPHINA.-

Andrea tenía un código secreto con el maestro. Cuando la llamara por su otra identidad, tenía que transformarse para que nadie la descubriese.

-¡Sakki, transformame!- Dijo a si Kwami, así se transformó en una chica zorro. Con un traje de colores negro, naranja y blanco. Con dos orejas largas y un antifaz.

-¡Plagg, garras fuera! -este acto seguido siguió al zorro y huyeron del sitio.

-Cuanto tiempo, veo que no sales de tu cúpula y vienes en forma de fantasma, Lepidóptero.- Dijo el anciano

-No intentes a ayudar a Chat Noir, esos prodigios serán míos, da igual quien este de por medio y quien salga herido-

-¿Aunque sea tu propio hijo el que muera?- Alzó la mirada directa a los ojos de este. En ese momento dio un grito desgarrador y se esfumó.

El gato que se enamoró de la mariquita.//Miraculous Ladybug et Chatnoir//.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora