|Akabane Karma| Mi turno

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[Y/N] - tu nombre
[H/C] - color de pelo

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Mi turno
Karma Akabane

          —¡[Y/N]!— saludó Karma sonriendo al ver a la chica llegar al edificio.

          Tímida, la chica le devolvió la sonrisa y se empezó a acercar a él con intención de saludarle pero un cuchillo volando en su dirección hizo que se detuviese. Sorprendida, [Y/N] miró a Karma buscando una explicación pero este se limitó a sonreír mientras lanzaba otro cuchillo que la joven esquivó por apenas unos centímetros.

          —¡¿Intentas matarme?!— preguntó enojada.

           Que ella supiese no le había dado ningún motivo para que la atacase de esa forma. De hecho, hacía varios días que no hablaba con él y le evitaba siempre que podía ya que el mero hecho de estar cerca de él la hacía morirse de vergüenza al recordar como, días atrás, le había robado un beso.

          —Son los cuchillos especiales para matar a Koro-sensei. No van a hacerte daño— respondió el pelirrojo.

          —Ah— dijo la chica, sintiéndose tonta por no haberlo notado. Cuando alguien te lanza un cuchillo lo que menos te paras a mirar es el material del que está hecho. —¿Y se puede saber por qué me los has lanzado?— preguntó curiosa. Karma era un tanto extraño pero era la primera vez que le veía atacar a alguien que no fuese Koro-sensei sin motivo.

          El chico la miró como si acabase de preguntar algo demasiado obvio.

          —Quería probar tus reflejos— explicó.

         —¿Para?

         —Para ver si eres un caso perdido o no— contestó el pelirrojo. —Nos vemos después de clase, detrás del gimnasio— añadió dándose la vuelta y entrando en el edificio, dejando a una confusa [Y/N] en la entrada. ¿A qué había venido eso?

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          Las horas de clase se habían hecho eternas para la peli-[H/C] que, impaciente por averiguar que era lo que Karma tramaba, salió corriendo del aula nada más escuchar la alarma que señalaba la hora de salida. Durante todo el día había tenido la sensación de que el pelirrojo la observaba pero, cada vez que se daba la vuelta, él estaba mirando a otro lado o atacando a Koro-sensei así que supuso que eran imaginaciones suyas.

          Al doblar la esquina del gimnasio, un nuevo cuchillo pasó rozándole la mejilla y [Y/N] se llevó la mano al raspón que le había hecho. Si hubiese sido un cuchillo normal probablemente le habría cortado. Molesta, se volvió hacia Karma.

         —¿Tanto te cuesta saludar como la gente normal? ¿Qué te pasa? ¿Vas a lanzarme un cuchillo cada vez que me veas?— preguntó.

         —Te estoy ayudando. Tienes buenos reflejos pero sueles estar muy distraída. No me extraña que Koro-sensei siempre te pille con la guardia baja.

         —¿Ayudándome?

         —Si. Voy a entrenarte— afirmó el chico tranquilamente.

          —¿Por qué?

          Karma se encogió de hombros y sacó más cuchillos de la mochila.

          —¿Qué más da? Deja de preguntar tanto y preocúpate de esquivar— dijo lanzándole otro cuchillo.

          Sabiendo que intentar sacar una respuesta en claro de Karma cuando él no quería era algo inútil, [Y/N] se resignó y comenzó a intentar esquivar los cuchillos que el pelirrojo lanzaba sin descanso. Tampoco tenía nada mejor que hacer y era cierto que necesitaba entrenar. Además, le agradaba poder pasar tiempo con él de nuevo ya que Karma parecía haber olvidado el incidente del beso.

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           —¡Tiempo!— pidió la joven, que se había detenido con las manos en las rodillas para recuperar el aliento. Karma era demasiado rápido para ella.

         —¿Estás bien?— preguntó el pelirrojo poniéndose a su lado.

         —Solo... necesito... coger aire— respondió entre jadeos.

          Compadeciéndose de ella, Karma le ofreció una botella de agua para que bebiese y ambos se sentaron en el suelo para descansar. Al no haber nada cerca de ellos para apoyarse, [Y/N] se tumbó en el suelo y apoyó la cabeza sobre las piernas del pelirrojo que, por suerte para ella, no protestó ni se apartó aunque sí se quedó mirándola con curiosidad antes de tumbarse él también en el suelo.

          —¿Por qué me ayudas, Karma-kun?— preguntó [Y/N] de nuevo mientras observaba el cielo para no mirarle directamente ya que si lo hacía era muy posible que se sonrojase y no quería arriesgarse a estropear ese momento de tranquilidad.

          —Quiero que sepas defenderte— contestó Karma en voz baja, como si no quisiese que ella le escuchase. Sin embargo [Y/N] lo hizo, y sonrió. Que a Karma se preocupase así por ella la hacía sentirse feliz.

         Los dos chicos permanecieron así, en silencio, hasta que el sol comenzó a descender y Karma se incorporó de golpe al darse cuenta de que se estaba haciendo tarde.

          —Vamos, te acompaño a casa. Mañana seguimos— dijo levantándose y ofreciéndole la mano para que ella hiciese lo mismo.

          Aunque [Y/N] no tenía ganas de irse tampoco iba a quejarse, había podido pasar la tarde con Karma y le acababa de decir que volverían a verse al día siguiente así que aceptó su ayuda y se levantó. Una vez que estuvo de pie, ambos emprendieron el camino en silencio.

          La escena se le hacía demasiado familiar ya que tampoco habían hablado por el camino la última vez que Karma la había acompañado. Esa vez en la que [Y/N] había acabando besándole. Sin embargo, a diferencia de esa vez, Karma ahora sujetaba su mano aunque no parecía darle ninguna importancia.

          Un par de calles antes de llegar, Karma se detuvo de golpe y tiró de la mano de [Y/N] de modo que esta quedó entre el pelirrojo y la pared, sin entender el motivo.

          —¿Karma-kun? ¿Q-qué pasa?— preguntó, temiendo que hubiese pasado algo malo.

          —Nada. Es solo que es mi turno de hacer esto— respondió el pelirrojo pegándose más a ella y juntando sus labios.

          Aunque sorprendida, [Y/N] pronto le devolvió el beso y Karma, al ver que era correspondido, rodeó la cintura de la joven con sus manos y la atrajo hacia sí, profundizando y aumentando el ritmo del beso que pronto se tornó en un beso demandante y un tanto agresivo. [Y/N], no queriendo quedarse atrás, enterró sus manos en el pelo del chico y rodeó su cadera con una de sus piernas, a lo que el pelirrojo respondió con un ligero gruñido y apoyándola en la pared donde siguió besándola con voracidad.

          Una llamada en el móvil de la joven hizo que reaccionasen y se separasen, respirando entrecortadamente y un tanto avergonzados por haberse dejado llevar de esa forma. [Y/N] suspiró al ver que era su padre, probablemente para preguntarle donde estaba, así que se apuró en despedirse del pelirrojo e ir a su casa con una gran sonrisa y no sin antes decirle:

          —La próxima vez, me toca a mi.


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