|Izaya Orihara| ¿Amigos?

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[Y/N] - tu nombre
[H/C] - color de pelo

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¿Amigos?
Izaya Orihara

          —¡IZAYAAAAA!

          [Y/N] suspiró. Cada vez que venía de visita a Ikebukuro pasaba lo mismo. En vez de encontrarse con su hermano en casa o que él fuese a recogerla a la estación cómo solía pasar en las familias normales, ella siempre lo encontraba en la calle, gritando ese nombre y persiguiendo al misterioso informante.

          Suponiendo que era inútil ir al apartamento de Shizuo si él no estaba allí, comenzó a avanzar en dirección a las voces de su hermano y las papeleras y cabinas voladoras. Si, cabinas voladoras. Shizuo tenía una fuerza sobrehumana y, a pesar de que decía odiar la violencia, siempre estaba lanzando cosas a ese tal Izaya. A la joven le preocupaba que algún día su hermano le golpease realmente con alguno de los objetos y le mandasen a la cárcel. Por muy escurridizo que fuese Orihara, dudaba que pudiese sobrevivir a un impacto con una máquina de refrescos.

          Un hombre joven de pelo negro pasó corriendo frente a ella y, si no fuese porque la joven se apartó, se la habría llevado por delante. El chico, volviendo la vista hacia atrás le pidió disculpas y le sonrió sin detenerse si quiera. Debía tener prisa. Además, ver a alguien correr tampoco era tan raro allí. Ikebukuro estaba lleno de gente extraña.

          —¡IZAYAAAAA!— volvió a gritar el rubio apareciendo por la esquina. Sin embargo, el tal Izaya no parecía estar por ningún lado.

          Al ver a la chica ahí de pie, con las maletas en la mano, Shizuo se detuvo sorprendido y dejó caer la señal de tráfico que llevaba en la mano.

          —¿[Y/N]? ¿Qué haces aquí?— preguntó confundido.


          La peli-[H/C] se llevó una mano a la cabeza con exasperación. Shizuo, tan olvidadizo como siempre.

          —Te dije que vendría a pasar unos días hasta que terminen las reformas de mi casa, Shizu-baka— explicó de nuevo.

          El rubio enarcó una ceja ante el apodo de su hermana. Le recordaba al Shizu-chan que solía usar el informante para referirse a él aunque, por suerte, [Y/N] no lo sabía ya que nunca había coincidido con él. Cuanto más lejos se mantuviese esa pulga de su hermana, mejor.

          —Shi-chan, ¿me estas escuchando?— preguntó la joven, agitando una mano enfrente de él.

          Ahora que hacía memoria, Kasuka le había llamado un par de días antes para recordárselo aunque él pensaba que se refería al sábado de la semana siguiente.

          —Se me había olvidado— reconoció sintiéndose culpable ante la mirada acusadora de su hermana.

          [Y/N] suspiró y le abrazó sonriendo. Nunca cambiaría.

          —No importa. Es fácil localizarte— le tranquilizó la joven. —Aunque... creo que deberías de dejar de intentar matar a ese Izaya. ¿Qué harás si lo consigues? ¿A quien vas a perseguir entonces por Ikebukuro?— preguntó con sorna.


          —Creeme, [Y/N]. Ikebukuro estaría mejor sin esa pulga— respondió el rubio y, cogiendo las maletas de la chica, comenzó a caminar.

          La joven se apresuró a seguirle, preguntándose una vez más cómo sería el informante. ¿De verdad era tan malo como Shizuo decía?

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