|Laxus Dreyar| Exilio

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[T/N] - tu nombre
[H/C] - color de pelo
[E/C] - color de ojos

N/A: aquí no han pasado 7 años en Tenroujima.

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Exilio
Laxus Dreyar

          La maga de tierra removió sin ganas su tazón de cereales una vez más. Ya había pasado un año desde que Laxus intentó hacerse con el mando de Fairy Tail y fue expulsado del gremio y, en todo ese tiempo, no había sabido nada de él. ¿Cómo pudo haberse ido del gremio sin tan siquiera despedirse de ella? Cuando todo pasó ella estaba en una misión que se complicó y le llevó más tiempo de lo previsto. En ese momento no le importó ya que llevaba tiempo sin salir de Magnolia y agradecía el cambio de aires pero cuando volvió y descubrió que su amigo ya no estaba, algo se rompió en su interior.

          El Dragon Slayer y ella habían sido buenos amigos desde la infancia y, aunque se habían distanciado un poco cuando Laxus comenzó a pasar casi todo su tiempo con los Raijinshū, Laxus siempre sacaba un par de horas para ayudarla a practicar su magia. Al principio eran simplemente entrenamientos amistosos para matar el tiempo en los que el rubio siempre le ganaba. Sin embargo, con el tiempo [Y/N] comenzó a esperar con impaciencia esos entrenamientos. Solía achacarlo a que ganar a Laxus suponía todo un reto para ella que siempre había sido muy competitiva. Qué confundida había estado... Después el primer mes sin él, [Y/N] comprendió que el dolor en su pecho y las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos ante la idea de no volver a ver al rubio, no se debían a que extrañase el reto que era enfrentarse a él ni tampoco a que fuesen buenos amigos ya que, por ejemplo, Loke era uno de sus mejores amigos y desde que se convirtió en el espíritu de Lucy apenas le veía pero no se sentía igual. Mientras que a sus amigos les echaba de menos de vez en cuando, a Laxus le extrañaba a diario y sólo había una explicación para ello: en algún momento se había enamorado de él.

          La puerta del gremio se abrió estrepitosamente y la joven no pudo evitar mirar quién entraba, levemente esperanzada. Al ver que sólo eran Natsu y Happy, volvió a su tarea de remover sus cereales con resignación. Últimamente cada vez que alguien entraba al gremio no podía evitar imaginarse que era él y cada vez que comprobaba que no, se reprimía mentalmente por ser tan ilusa. Lo más probable era que Laxus nunca volviese al gremio y ya era hora de que lo aceptase.

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          —¡Gildarts ha vuelto!

          El emocionado grito del pelirrosa hizo que sonriese. Cada vez que el pelirrojo se dejaba caer por el gremio Natsu se emocionaba como si fuese el día de Navidad.

          —¿Eh? ¿Con quién viene?— la pregunta de Lucy hizo que [Y/N] se levantase con curiosidad. Que Gildarts volviese acompañado era toda una novedad.

          —¿No es...?

          —¡Laxus!— exclamó Freed emocionado.

          Laxus. Laxus. En cuanto su cerebro procesó el nombre que acababa de escuchar, [Y/N] corrió hacia la puerta empujando a sus compañeros para poder ver. No podía ser. Laxus no podía estar...

          Incluso desde esa distancia, le reconocería en cualquier parte. Era él. Estaba ahí. Sus ojos comenzaron a nublarse queriendo derramar lágrimas de felicidad pero se contuvo. No iba a llorar y menos delante de todo el gremio.

          Un par de minutos después, los dos hombres llegaron por fin al gremio y los ojos de Laxus se posaron sobre ella que le devolvió la mirada asombrada, aún temiendo que fuese un sueño. El rubio sonrió en su dirección y se acercó a ella.

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