Amanecía en Hogwarts y aquel día de mediados de octubre no deparaba nada importante para Megan. Era fin de semana y podía descansar levantándose más tarde. Además, el finalizar otra semana era una motivación para ella.
"Ya queda menos para no tener que madrugar."
Sin embargo, aquella mañana no pudo descansar las horas que tenía previstas.
-¿Megan?-la chica escuchó la voz en sueños pero no le dio importancia.- Megan. -La voz cada vez se acercaba más-¡Despiértate! Quedamos en ir al callejón Diagón.
Ian Faulkner fue el encargado de arruinar las horas de descanso de Megan. Con todas sus fuerzas, pero aún con los ojos cerrados, le estampó la almohada en la cara y se dio media vuelta para seguir durmiendo.
-Sabía que tenías mal despertar, pero esto ya es pasarse -murmuró el chico para sí- Venga Megan, vístete. No me hagas decírtelo dos veces o juro que uso la maldición imperius contigo.
Megan se limitó a murmurar y a refunfuñar mientras echaba a Ian del cuarto para poder vestirse tranquila.
-¿Por qué llevas la escoba?-le preguntó al tiempo que se desperezaba, pero su amigo se limitó a giñarle un ojo antes de salir.
Pocos minutos después se encontraba en compañía de Sam y el "incordioso" -esta decidió llamarlo así durante todo el día- en dirección al Gran Comedor para desayunar antes de dirigirse a Londres.
Como se acercaba Halloween, la tienda de Sortilegios Weasley había traído nuevos artilugios y Sam, gran admiradora de los fundadores de aquel negocio, siempre que tenía una excusa, aprovechaba para acercarse y echarle un ojo al nuevo material. A este hecho había que sumarle que Ian, que acababa de entrar como nuevo buscador en Slytherin, quería comprar accesorios para la mejora de su nueva escoba. Desgraciadamente sus tíos se habían negado a comprarle una nueva escoba a pesar de la insistencia del muchacho.
Por eso a Megan no le quedaba otro remedio que acompañar a sus amigos a Londres aquella mañana. Era eso o quedarse todo el día encerrada en la sala común ya que no podía ni siquiera ir a la Biblioteca pues Peeves, un poltergeist que vivía en Hogwarts desde prácticamente su fundación, había pasado por allí poniendo trampas de aguas que impedían el paso a cualquier alumno que no estuviera dispuesto a mojarse. El caso es que muy a su pesar, aquel bonito fin de semana le tocaba madrugar para acompañar a sus amigos a la ajetreada ciudad. La estación de Hogsmeade estaba atestada. Desde que la directora había permitido a los alumnos de sexto y séptimo curso poder viajar a Londres los fines de semana o festivo, aprovechaban lo más mínimo para darse un paseo por la ciudad.
Una vez en Londres descubrieron lo preciosa que estaba por aquellas fechas: el color de las hojas decoraba el asfalto, ya se podía ver el esqueleto de los árboles, gorros y bufandas comenzaban a adornar las cabezas y los cuellos de muggles y magos... El ambiente otoñal se palpaba con facilidad, aunque el aire era más frío que de costumbre.
No tardaron mucho en salir de la tienda de quidditch para dirigirse a Sortilegios Weasley.
-Oye "incordioso".-dijo Megan.- Acabo de recordarlo, ¿cómo has conseguido entrar en nuestra habitación sin que te tirara la rampa?
Por norma los chicos no podían entrar en las habitaciones de las chicas, pero curiosamente las chicas si podían acceder a las de los chicos.
-Sam no quería ir a despertarte porque dice que tienes muy mal despertar así que me tocó ir a mí...
-Fue él el que se empeñó, yo te iba a dejar dormir.-interrumpió Sam poniéndose entre ambos amigos.
-Mentira, tú fuiste quien propuso que me colara en vuestra habitación.-sonrió ligeramente.- Reconoce que te da miedo despertar a Megan.
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Historias de Hogwarts I: la Décima
FanfictionHistorias de Hogwarts es un relato creado por dos autoras que comenzó a idearse y escribirse en 2013. Los hechos se desarrollan en Hogwarts, treinta años más tarde de la caída de lord Voldemort. Se presentan protagonistas totalmente nuevos, pertene...