22. La fuerza de los elementos

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- Puede que lleve la misma sangre y el mismo apellido que yo, pero para mí, eso no es un hermano. – dijo Megan respondiendo a la pregunta de Turner. No quería mirar sus ojos azules que parecían querer leerle la mente.

- Yo no tengo hermanos, - respondió Turner, que si la intentaba mirar a los ojos al contrario de Megan. – pero tengo a Tim, que es como si lo fuera.

- Ian también es como si fuera mi hermano, – dijo Megan con seguridad. – y Sam... - giró la cara, no quería que viera como se ponía a llorar de nuevo. – Siempre que tengo algo me lo intenta quitar: primero Ian con el quidditch y ahora Sam. Lo odio – dijo con la voz cortada.

Turner intentó por tercera vez apoyar sus manos en los hombros de la chica y Megan por fin se dejó. Juntos entraron en el aula que minutos antes había estado ocupada por John y Sam. Turner no cerró la puerta, la dejó completamente abierta para que Megan no desconfiara de él.

Se quedaron un rato en silencio: Megan sentada en una mesa y Turner de pie, observándola a una distancia prudente. Cuando la muchacha se relajó y pudo hablar con voz firme, se atrevió a formularle la pregunta que había estado rondando en su cabeza cada vez que veía a aquel chico.

- ¿Cómo hiciste aparecer una ola tan grande aquel día del Lago Negro?

Turner la miró sin pestañear.

- No me costó trabajo. – dijo relajadamente. – Era como si el agua me estuviera llamando para que lo hiciera. – sonrió – El profesor Blake me preguntó lo mismo.

- ¿Por eso lo hiciste? ¿Porque el agua te llamaba?

- También quería impresionarte. – las miradas de ambos chicos se cruzaron y Megan no fue capaz de cortar el contacto visual con aquellos ojos del color del océano. – Había notado que el agua te ponía nerviosa por cómo te agarrabas a tu amigo Ian. Pensé que así atraería tu atención.

"Y lo consiguió" – pensó Megan. Desde aquel día no había parado de pensar en aquella ola gigante y en el propio Danny Turner. Aunque fuera de forma totalmente inconsciente.

El chico sonrió como si hubiera adivinado los pensamientos de Megan.

Se levantó de la silla, miró brevemente a Turner y en voz baja, como había hecho la última vez que había intentado ayudarla, le dijo "gracias".

Cuando estuvo fuera del aula, Megan se prometió así misma que no volvería a consentir que aquel chico estuviera presente en otro momento de debilidad. Era cierto que tenía algo que fascinaba a la chica, pero por otra parte sentía que no podía confiar en él.

***

Tras el incidente durante el partido de quidditch protagonizado por Blake, Adela y el resto de miembros de sus compañeros del Proyecto Décima no habían recibido más clases de Alquimia. Se rumoreaba que el profesor Blake había pasado el final del primer trimestre fuera de Hogwarts. Algunos decían que el profesor había caído muy enfermo y se debatía entre la vida y la muerte; otros que McGonagall, muy severamente, lo había despedido de su cargo de profesor por su comportamiento en el partido, pero Adela sabía que ese tipo de rumores eran mentiras.

Una semana después de que se iniciara el segundo trimestre, el profesor Blake la había pillado con Alice, Megan y Sam discutiendo sobre la Resistencia. Adela supuso que cuando Blake les condujo hacia su despacho -estaba claro que McGonagall no había despedido a Blake- por fin le explicaría que era todo ese asunto y que tenía él que ver con aquello, o sino, ella misma le preguntaría para salir de dudas. Sin embargo, no ocurrió ninguna de esas cosas ya que Megan y Sam habían inventado una mentira fingiendo que no tenían ni idea de la Resistencia, y mucho menos de la mujer de pelo rojo. Adela se había enfadado y estuvo a punto de replicar, pero tampoco obtuvo el apoyo de Alice por lo que no le quedó otro remedio que quedarse callada.

Historias de Hogwarts I: la DécimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora