03:35 p.m. Lunes 03 de Enero. 1994.
— Diez.
— ¿Diez años?
— Sí, diez años.
— Es hermoso cuando una amistad dura tanto tiempo. — Comentó la doctora Mónica sonriendo.
Hacía nueve meses que Eneas venía cada lunes a las tres y media de la tarde a su sesión de terapia con la psicóloga Brown. Ella sabía perfectamente que el muchacho no tenía ningún problema psicológico, pero también estaba segura de que encerraba un gran secreto y la pelinegra estaba dispuesta a descubrir qué era. Si el castaño pudiera hablar sobre aquello que ocultaba, todas esas sombras que atormentaban sus ideas desaparecerían. Mónica no iba a darle el alta a su paciente hasta saberlo. En realidad, ya estaba casi convencida de lo que era, pero quería que él mismo se atreviera a decirlo. Era su misión. La catarsis era su método favorito.
— Sí, pero supuestamente nos dejamos de ver por un tiempo. — Confesó el muchacho arrugando su nariz.
— ¿Supuestamente? — Cuestionó ella confundida.
— Sí, es que mi mamá no quería que nos juntemos. Pero esa es una historia larga. — Dijo enseguida como excusándose. Sabía que cuando ella lo notaba incómodo sobre algún tema, no le preguntaba nada más sobre eso.
— ¿Y ahora sí los deja?
— Sí, hace unos meses que sí, aunque no sé por qué. — No, Eneas no lo entendía, porque nunca se había dado cuenta de que Lorena presenció aquel abrazo cargado de sentimientos que los adolescentes se habían dado en la puerta de este mismo consultorio. En ese momento se dio cuenta de que su hijo necesitaba de ese chico. Al día siguiente le dijo al castaño que vaya a la casa de Bruno, fingiendo que no sabía que ellos se estuvieron viendo a escondidas desde hacía tiempo.
— ¿Pudiste leer algo del libro que te presté? — Cambió de tema la pelinegra, después de quedar unos segundos en silencio.
— ¡Sí! ¡El libro! Me había olvidado. Lo leí todo. Me encanta. — Dijo contento mientras abría su mochila y sacaba de ella un libro de tapa verde. En la portada se leía "El fantasma de Canterville y otros cuentos. Oscar Wilde." — Me gusta mucho El fantasma de Canterville. Es mi favorito.
— ¡Qué bueno que te haya gustado! — Celebró ella. — A mí también me encanta el autor. ¿Lo conocías?
— No. Nunca había leído nada suyo, pero me asombra su manera de expresarse. Se ganó mi admiración. — Confesó el adolescente mientras miraba el libro que tenía en las manos con brillo en sus ojos.
— ¿Sabías que es irlandés? — Preguntó ella. Mónica tenía en claro que a Eneas le encantaba saber datos de los autores nuevos que conocía. Era muy curioso con respecto a eso.
— Sí, en el libro lo dice. Pero solo eso y la fecha en que nació y murió. No tiene una biografía ni nada. — Comentó algo molesto. — Por cierto, murió muy joven. Qué pena. Si hubiera vivido más, seguramente habría escrito más obras. Aunque todavía me quedan muchas por leer. Voy a ir a pedirle sus libros a la bibliotecaria. — Hablaba el chico casi sin respirar. — Pero contame qué más sabés de él.
— Genial. — Respondió Mónica triunfante. Había logrado despertar justo la curiosidad exacta que buscaba en su paciente. — Bueno... Oscar viajó a Dublín y conoció a una mujer, pero su relación duró poco, y después de terminar con ella vivió en Londres. Allí volvió a formar pareja y tuvo dos hijos. Pero también se separó de ella. No recuerdo muchas cosas, será más certero que leas su biografía. Ah, sí. Se separó de su última mujer porque descubrió su lado homosexual y eso generó bastantes peleas entre ellos. — Contó notándose indiferente, aunque atenta a la reacción de Eneas.
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Eso está mal [Gay] [PAUSADA]
Teen Fiction"A los niños les gustan las niñas. Y a las niñas, los niños. Si es al revés, entonces está mal." La historia de Eneas comienza en 1985, en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, cuando teniendo solo seis años de edad, su curiosa prima dos años mayor...