01:20 a.m. Domingo 12 de marzo. 1978.
— ¡Chicos! — Martín habló y se llevó la atención de los cinco adolescentes, en especial la de Lisandro. — Tenemos que entrar a este boliche. Nadie va a arruinar nuestra noche. — Impuso. Y sus amigos supieron que el castaño tenía una plan.
Martín siempre tenía planes. Algunas veces salían bien. Esta vez Pablo, el más sinvergüenza de los seis, era el elegido para poner en marcha lo planeado.
— ¡Ayuda! ¡Ese chico quiso robarme! — Gritó Pablo señalando hacia un tumulto de gente.
Enseguida creó un alboroto entre la mayoría de los que estaban ahí. Uno de los hombres de seguridad del boliche oyó y comenzó a preguntar quién era el supuesto ladrón. "Allá, allá está" hablaba el rubio mientras volvía a apuntar con su dedo índice hacia cualquier lado. Nadie podía distinguir quién era exactamente el señalado. Ni siquiera Pablo. Y es que no había nadie a quién señalar porque el "culpable" no existía. O tal vez sí, Martín era culpable de haber ideado aquella secuencia, la cual salía perfectamente como él lo esperaba.
— ¡Se escapa! ¡Se va corriendo! — Lloriqueaba Pablo.
El bullicio de gente cada vez crecía más, finalmente el calvo que pedía las identificaciones en la puerta fue vencido por sus impulsos de ver más cercanamente qué ocurría e intentar colaborar. Mientras tanto, otros jóvenes protestaban en la entrada porque querían pasar a la fiesta, entre ellos, irónicamente se encontraban los cinco amigos de Pablo. Lisandro adelante de todos. Otro hombre de la seguridad tuvo que cubrir el lugar del calvo, pero, estaba tan aturdido que dejaba pasar a todos, sin pedir documentos.
El pelinegro de ojos azules sonrió ampliamente apenas puso un pie dentro del lugar. "Esta será la mejor noche de mi vida" dijo para sí mismo, cuando entrecerraba los ojos por las luces intermitentes de colores que azotaban en su vista mientras que la música a todo volumen hacía que los graves retumbaran en su pecho. Entraron los cinco juntos, y dos o tres minutos después, Pablo. Los chicos festejaron dando un pequeño salto mientras cerraban sus puños con fuerza. La felicidad de haber logrado entrar era increíble. Y se lo debían a Martín.
Comenzaron bebiendo y bailando todos juntos, a grandes risotadas y festejos, aunque no se oían mucho las voces por el volumen de la música. El lugar estaba repleto de gente. Lisandro nunca había visto a tantas personas juntas en solo lugar. Todo comenzó de maravilla.
De pronto, mientras los seis disfrutaban en grupo, dos chicas se acercaron a hablarles. Lisandro casi no alcanzaba a oír lo que decían, pero dos de sus amigos estaban cada vez más cerca de ellas, sonriendo de manera pícara. De un momento a otro, el grupo de seis fue de cuatro. Los hermanos Alejandro y Miguel se habían perdido entre el gentío.
Solo un instante duraron los cuatro juntos. De repente, Sebastián ya no estaba ahí. Los tres restantes se miraron entre ellos sonriendo, pues ninguno se dio cuenta cuándo se fue Sebas. Supusieron que estaría con alguna otra chica.
Y ahora de los seis quedaban tres. Pablo, Martín y Lisandro fueron a la barra por más bebida. Pero solo llegaron Martín y Lisandro. En medio del camino perdieron al rubio, y Lisandro alcanzó a ver cuando éste tomó de la mano a una mujer y ambos se perdieron en un pasillo.
— ¿Y Pablo? — Preguntó Martín mirando hacia todos lados.
— No lo sé. — Respondió el pelinegro. En realidad sí lo sabía, pero pensaba que si Martín sabía dónde se encontraba el rubio, iría a buscarlo. Y Lisandro prefería quedarse solo con Martín.
Y sí. Aquel chico al que Lisandro tanto amaba, el dueño de todos sus sueños y fantasías, el cuerpo que lo torturaba en cada roce o incluso con simplemente verlo, la persona causante de tantos suspiros, el nombre tan adorado por el ojiazul era Martín.
A Lisandro le encantaba estar con su amigo, y a la vez sufría. Sufría porque a veces pensaba que ya no soportaría estar a su lado. Su tortura llevaba siete años. Él la llamaba tortura porque no sabía qué otro nombre darle. Tenía que oír sus secretos, verlo con chicas, soportar sus relaciones, sus noviazgos, verlo dormir, o en ropa interior. O dormir en ropa interior. Eso último era peor. A veces parecía que Martín lo hacía a propósito, pero no. Lisandro sabía que no era así, porque jamás lo dijo a nadie y además creía estar seguro de no demostrarlo. Entonces el castaño no podía darse cuenta de aquello. En realidad el mayor era un buen amigo y muy compinche, solo que algo arrogante con el resto de la gente. Y a veces Lisandro lo veía presumir por su atractivo. Aunque tal vez era producto de su imaginación, debido a la obsesión que tenía con el chico.
— Parece que somos los únicos que quedamos sin pareja. — Comentó Martín, antes de pedir más bebida al barman.
— Eso parece. — Murmuró Lisandro sin ser oído por su amigo.
Una hora más pasó mientras los dos chicos se encontraban aún en la barra. Una hora más los dos solos. Una hora más bebiendo. Lisandro no estaba muy acostumbrado a beber alcohol, así que intentaba tomar despacio e incluso mientras Martín no lo veía, el menor volcaba el líquido de su vaso al suelo, para fingir que tomaba. Sí, el pobre vivía fingiendo. En cambio, el castaño ya se había acabado varios vasos y a medida que el recipiente se vaciaba, sus ojos enrojecían y su sonrisa se desencajaba.
— Son casi las cuatro de la mañana. — Habló Martín con voz ronca, despidiendo un aliento a alcohol muy cerca del rostro de Lisandro, y este pobre tragó en seco.
Lisandro no supo qué contestar a ello porque no sabía a dónde quería llegar el castaño con aquel comentario.
— Ya no aguanto más. — Dijo al final Martín, apoyando el vaso vacío en la barra, dejando oír el sonido de ambos objetos chocando por la fuerza con la que lo realizó.
— ¿Qué pasa? — Preguntó Lisandro algo preocupado y casi gritando por el fuerte volumen de la música.
— Yo también quiero sexo.
*****
¡Holaa! Si quieren matarme, háganlo xD Los amo ;_;
Espero que hayan disfrutado del mini-capítulo de la Precuela. Pronto subiré el 21 y también el 3 de esta cosa. Ustedes entienden xD Como siempre, tengo algunas cositas que decirles:
Primero, para mis lectores que son Larry Shippers o que les agrada Larry Stylinson: los invito a leer (si aún no lo hicieron) mi primer one shot de Larry (: Se llama En lo profundo del bosque [Larry Stylinson] [One Shot]. Muchísimas gracias.
Y segundo, para mis lectores de Ojos de vampiro: Ya subí el prólogo de la segunda temporada y muy, muy pronto subiré el capítulo 1.
Espero que disfruten de las lecturas. Ahora sí, nada más. Muchas gracias a todos. Los amo <3
Links:
En lo profundo del bosque: https://www.wattpad.com/story/80536349
Ojos de vampiro: https://www.wattpad.com/story/20403002
ESTÁS LEYENDO
Eso está mal [Gay] [PAUSADA]
Novela Juvenil"A los niños les gustan las niñas. Y a las niñas, los niños. Si es al revés, entonces está mal." La historia de Eneas comienza en 1985, en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, cuando teniendo solo seis años de edad, su curiosa prima dos años mayor...