Capítulo 5: Sistema reproductor

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10:38 a.m. Lunes 23 de Septiembre. 1991.

— Este es el pene. — Dijo la profesora Gillermina, poniendo su dedo índice sobre la gran lámina del sistema reproductor que había pegado en el pizarrón. Todos los niños se echaron a reír, incluso el castañito que ahora tenía doce años, aunque este además se sonrojó.

— Y estos de acá son los testículos. — Prosiguió arrastrando el mismo dedo hacia dicho lugar. — Acá es donde se producen los espermatozoides.

— ¿Qué son los espertomoides? — Preguntó confundida y pronunciando mal la palabra, Laura. Una niña totalmente inocente, que nunca hablaba con nadie y se sentaba sola a hacer sus deberes. Todos sus compañeros rieron a carcajadas otra vez. Eneas notó que los demás estaban muy entrados en el tema. Él también, pero porque había estado curioseando en libros de la biblioteca.

— Espermatozoides. — Corrigió la profesora con una sonrisa simpática. — Los espermatozoides son células microscópicas. Acá hay un dibujo. — Explicó volviendo a señalar la misma lámina, en el extremo superior derecho. —Entonces, cuando se realiza la cópula, es decir, cuando dos personas tienen sexo, miles de espermatozoides intentan llegar hasta el óvulo que antes mencionamos. Allí se forma una nueva célula denominada cigoto. Después, esa célula se transforma en el embrión, donde ahora sí tendríamos al bebé, el cual se alimenta con los nutrientes que ingiere su madre, a través del cordón umbilical, gracias a la placenta. Ahora díganme sus dudas y luego proseguimos. — Dijo finalmente, callándose unos segundos para que sus alumnos la consulten.

Pero nadie hablaba, todos reían por lo bajo. Seguramente cada uno de los chicos tenía miles de dudas en su cabeza, pero como es normal, ninguno se atrevía a preguntar. Todos estaban esperando a que alguien más haga aquella pregunta que se morían por saber.

— Bueno. — Retomó la profesora, al ver que nadie dijo nada. — ¿Vieron que la biología es maravillosa? Todos los organismos estamos totalmente preparados para afrontar el mundo donde vivimos. Cada sistema es exactamente perfecto. Y nuestro cuerpo nos permite realizar todo lo que necesitamos para sobrevivir. Ningún órgano falta ni sobra. Todos están allí por algo y cumplen con su función. Así como cuando vimos el sistema digestivo o el respiratorio, también pasa con el reproductor. En este caso, los órganos del hombre se complementan con los de la mujer de manera perfecta.

Eneas abandonó la pequeña sonrisa que tenía. Otra vez alguien se había encargado de decirle que los hombres debían estar con las mujeres, aunque no fue algo intencional. La profesora Gillermina acababa de explicarlo de una manera en que ya no cabían dudas. "Ningún órgano falta ni sobra". Al comienzo de la clase explicó muy sutilmente que para tener sexo, el pene debía ingresar en la vagina. Eneas tenía pene. Y lo malo era que Bruno también. El castaño frunció el ceño molesto, pensando en esa desgracia. Le encantaría que él o el pelirrojo tuvieran vagina. Así ya nadie iba a repetir la frase que tanto odiaba. Aunque todavía nadie más que Zoe, estaba enterado de su problema. Y seguramente, la pequeña que ahora ya tenía catorce años, lo había olvidado.

Eso está mal [Gay] [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora