Capítulo 22: Verdad o reto

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11:11 p.m. Viernes 22 de diciembre. 1995.

  — Pff...  ¿por qué hace tanto calor? — Protestó Zoe, la adolescente castaña que ahora tenía diecinueve años, mientras que se lanzaba hacia atrás para caer de espaldas sobre la cama de su primo.

  — Debe ser porque es verano.— Respondió Bruno, que estaba sentado en el suelo y apoyado a la pared.

Eneas carcajeó y acto seguido recibió el impacto de un almohadón en su cara.

— ¿Por qué me golpeás a mí, Zoe? — Reprochó el castaño. — El que habló fue él.

— Pero vos te reís de todos sus chistes. — Contestó la muchacha, y los dos varones se dedicaron una mirada cómplice.

Había pasado más de un año desde que Bruno y Eneas se pelearon a raíz de que sus padres los encontraron durmiendo juntos. El pelirrojo estuvo tres semanas sin dirigirle la palabra al castaño. Pero al fin y al cabo, eran mejores amigos. Cada vez que se peleaban o discutían, no tardaban en volverse a hablar. Al principio todo se tornaba extraño, como si recién estuviesen conociéndose nuevamente, pero con el pasar de los días, volvían a ser aquellos mejores amigos que siempre fueron.

Esta vez fue algo diferente a las demás, porque Eneas creyó que Bruno jamás volvería a hablarle. Estaba muy molesto por lo que había pasado. Aunque todos sabemos que el castaño no tuvo la culpa de nada. Pero aquella situación fue demasiado abrumadora para el menor. No olvidemos que a Eneas le llevó toda su vida aceptar su homosexualidad y acostumbrarse a ella. Y estábamos pretendiendo que Bruno asimile todo ello (y el descubrimiento acerca de su padre) en solo una noche.

Desde aquel "incidente" del que acabamos de hablar, no volvió a mencionarse una sola palabra entre Eneas y Bruno. Ni siquiera sobre el beso, ni sobre sus sentimientos, ni sobre sus padres.

Eneas continuaba observando cómo Samuel desaparecía de su casa y volvía con una sonrisa cargada de amargura. Lo veía hablar por teléfono de una forma alegre mientras reía, y también llorando en el sofá o en la cama. Ambos habían ido muchísimas veces a "jugar al fútbol a la plaza" para oídos de Lorena, y al atravesar la puerta, se detenían a no más de quince metros, en la puerta de la casa de al lado.

El castañito también era testigo de otras cosas que de verdad le dolían. Había visto a Lorena llorar muchas veces, y ni siquiera él entendía por qué la pobre mujer no hablaba de una vez por todas.

La situación era una mierda. Pero cada vez que Eneas veía el gris de los ojos de Bruno, aquella mierda se transformaba en el paraíso.

Hoy los tres chicos se habían reunido en la casa de Eneas. En su habitación, para ser más precisos. Zoe estaba allí por unos días, y como cualquier grupo de adolescentes, quisieron juntarse un viernes por la noche.

— ¿Cuánto se va a tardar Alan en llegar? — Preguntó Zoe en la misma posición.

— ¿Qué? — Cuestionó Bruno frunciendo el entrecejo y dirigiendo la mirada hacia su amigo. — ¿Invitaste a Alan?

— Zoe por poco me obliga a que lo invite. — Respondió Eneas poniendo los ojos en blanco.

— Creí que ya no te hablabas con él.

— No lo hago... bueno, nos saludamos en la escuela y eso... 

— ¿Te habías peleado con Alan? — Cuestionó Zoe extrañada, sentándose en la cama para ver mejor a los chicos.

— Mm.. no... bueno, sí... pero fue una tontería. 

Eneas siempre se preguntó si Zoe recordaba aquella noche en que le confesó lo que sentía por Bruno. E incluso si Alan recordaba que un día lo llamó homosexual. Además, aunque ambos lo recordaran, quizás pensaban que Eneas no seguiría pensando lo mismo o que fue una cosa del momento.

Eso está mal [Gay] [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora